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Nací y crecí como cualquier otro niño, no se crean que por ser homosexual nací en el país de las maravillas, obviamente, de chiquito ya sentía algo en mi interior, me sentía diferente.
¿Por qué me llamaba más la atención los juegos de mis primas, que los de mis primos? Seguro no me gustaba ensuciarme, pensaban.
Pero cuando llegué a la adolescencia algo cambió, algo en mi interior. Ya lo sabía, sabía que pasaba, y tenía miedo.
Tenía muchos amigos, salía, tenía buenas notas, una excelente relación con mi padres, hacía un deporte y es mas, tenía una novia ¿qué malo podía pasar?
Supuse que ignorar esta extraña sensación de querer salir corriendo y gritando auxilio que llenaba mi cuerpo cada vez que estaba con mi novia, era la mejor opción, y lo hice, durante mucho tiempo, me convertí en un maestro de esconder los sentimientos.

Hasta que un día no pude más, nadie puede vivir a escondidas, y entonces simplemente, lo dije, todos mis amigos, los hipócritas se fueron, los de verdad se quedaron.
Estaba seguro de lo que era, más un chico me ha hecho explotar sentimientos, como ninguna chica jamás lo hizo.
Sabía que no era solo una etapa, que no era un intento de llamar la atención, sabía que era verdad.
Ahora, lo que faltaban eran mis padres, unos homofóbicos de primera mano, religiosos hasta la frente, capaces de juzgar hasta a su propio hijo, ¿quién no tendría miedo? Sabía que el día en el que se enteraran iba a desatarse un infierno en mi propia casa.

Y así fue, mi mamá fue quien lo descubrió primero:
-Vos te vas a pudrir en el infierno -me dijo con odio, con asco- eso no es de Dios, vos no sos mi hijo, ¿qué hice mal? ¿qué hice para merecer esto?
-Tus amigos te deben de meter todas estas idioteces en la cabeza –dijo mi papá- de ahora en más voy a revisar todo, me vas a dar todas tus contraseñas, y no vas  a ir a ningún lado, si no sé bien dónde y con quienes estás ¿me escuchaste?

Y así fue que desaparecí de la vida de todos mis amigos por un tiempo, claro, vivía en un termo.

Mis papás me miraban como si fuera un monstro, y me hacían sentir como tal, y preguntas recorrían sin cesar por mi cabeza  ¿qué hice mal? ¿qué hice para merecer esto?
Dormir no era fácil, mucho menos levantarme en las mañanas, ir al colegio era una tortura, como en la edad media, debía esconder lo que sentía para no ser juzgado. Tenía que convertirme en una especie de caballero con armadura para sobrevivir.

En mi casa, lo único que hallaba eran gritos, empujones, miradas con desprecio y decepción.

Mi vida se resumía en 4 cosas simples:

1. Intentar ignorar los comentarios y miradas de odio de mis papás.

2. Preguntarme ¿cómo y dónde estaba él? Y si me extrañaba tanto como yo lo hacía.

3. Preguntarme ¿cuándo iba a acabarse todo esto?

4. Sentirme como la peor mierda que había habitado en el planeta tierra.

Era frágil, tan frágil como una rosa, que al tocarla, las despojas totalmente de sus pétalos.

Esto no termina con un final feliz, esto no termina con un “sus papás lo aceptaron y ahora son una familia feliz".
Porque eso en realidad no es lo que pasó.

Una amiga, pocas de las cuales sabían, fue y se lo contó a mi primo, y él a su mamá… Y bueno, así una cadena de familiares curiosos que llegó a mi abuela, que en vez de hostigarme y rechazarme, me aceptó.
Hablaron con mis papás, ya que esto no podía seguir así.

Las agresiones cesaron, los gritos en mi casa se calmaron, pero las miradas, oh, las miradas jamás van a irse.
Aprendí a ignorarlas con éxito, ahora ya no vivo con mis papás, porque siendo sincero ¿quién soportaría vivir en éste infierno?

Mi madrina me aceptó en su casa y las cosas están un poco más calmadas ahora.
Mi lucha no termina acá, todavía queda mucho, lo que desgraciadamente, para los homosexuales, la lucha por amar es muy dolorosa.

Con este escrito exijo libertad de ser, de amar, exijo respeto, exijo que dejen de decir que estamos enfermos, y prohíban nuestros derechos como si nosotros no fuéramos ciudadanos, exijo igualdad como esta en la constitución de este, honorable país (Argentina) sea respetada, exijo que seamos nosotros los que elijamos la decisión de ser padres y exijo que los padres que hoy rechazan a sus hijos por sus preferencias sexuales, ya no lo hagan, porque, aún así, siguen siendo los mismo que concibieron y parieron, exijo que todos los jóvenes sean parte de esta revolución, y que no nos hagamos los indiferentes, que las cosas puedan ser distintas y más cuando prevalecen, el respeto hacia el diferente.
Nada más que eso, muchas gracias por el respeto y espero que estas palabras sirvan para algo, porque jamás sabremos que historia se esconde detrás de una sonrisa.





N/A: Quería darle créditos a mi mejor amiga @Fati_Swaggy por la excelente redacción y un trabajo precioso, esto no sería posible sin vos ♡

La Lucha Para Poder Amar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora