Al final acabas acostumbrándote a todo. Te acostumbras a perder ciertas cosas y ciertas personas que antes creías que iban a estar a tu lado, no siempre; porque todo en esta vida se acaba, pero sí el tiempo suficiente como para poder disfrutar hasta perder la razón.
Te acostumbras a estar solo, a no pensar, a ignorar, a girar la cabeza hacia otro lado y evitar sentirte mal.
Te acostumbras a sacar esa pequeña sonrisa amarga y a soportar el maldito nudo que por desgracia muchas veces se forma en el estómago.
Y sobretodo te acostumbras a esperar, te haces paciente, fuerte, grande, pero siempre teniendo claro que esto es la vida real.