La calma

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-Y eso fue lo que paso-le da un sorbo a la taza de té.

-¿No supiste nada más acerca de Tomás?-pregunta, anotando en una libreta.

-Nunca estuvo bien de la cabeza, dicen que la relación con sus padres era caótica y la relación con su novia era un tanto posesiva-prosigue-. Luego, fue internado en un hotel psiquiátrico del cual escapo, vino a Londres, aprendió a hablar con ese acento, cambió su identidad y nunca más lo encontraron-dijo con cierto tono de melancolía.

-Hasta hace 1 mes que encontraron su cadáver-completa.

-Sí, no tienes que recordármelo-suspira-. Todas las noches tengo pesadillas con eso, cómo si me incitara a hacer lo mismo y acompañarlo en el infierno.

-Soba su cabeza-. Me siento tan mal de haber terminado contigo por una pelea tan estúpida, sino lo hubiera hecho no habrías ido a ese viaje y hubieras viajado conmigo-la abraza.

-Derrama algunas lágrimas- Ojalá todo hubiera sido una pesadilla, pero no lo es, me quedé sola Ricardo, ¡sola!-rompe en llanto.

-No lo estas, estás conmigo y nunca volveré a dejarte-susurra a su oído.

-No estaré libre hasta que él me termine de volver loca y encuentre la paz que nunca logró alcanzar-susurra, apretando su hombro.

FIN.

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