La excursión a la playa parecía una buena idea, pero Saturno sabía que estaba abocada al desastre. Era la playa, por favor. Nada bueno pasa en la playa. Hay arena y sal y guiris y arena y hace sol y calor y hay arena y tienes que ir en traje de baño. Y arena.
Saturno de verdad no sabía cómo había acabado de voluntario para echarle un ojo a esos maleantes que se hacen pasar por jóvenes.
–Buenos días, mi querido bombón derretido al sol. –Ah, sí, ésa era la razón por la que había acabado de voluntario para echarle un ojo a esos maleantes que se hacen pasar por adolescentes.
–Lo de bombón no sé, pero lo de derretido al sol lo has clavado, Jup. –Se agachó para sentarse a su lado en la toalla bajo la sombrilla y apoyó la cabeza en su hombro–. Ah, estás todo sudado qué asco.
–Hace 35 grados, qué esperabas. – Se rio y le dio un rápido beso a Sat antes de que pudiera seguir quejándose. Sabía a sal y sudor–. Bueno, ¿dónde están los chicos?
–Por ahí, supongo. El trío calavera y Mercurio se están bañando, creo, y Marte intenta conquistar a Venus, que le está ignorando, para variar. Pluto está en las cuevas de por ahí, pescando cangrejos o invocando al diablo o yo qué sé.
–Mírate, siendo responsable y preocupándote por los chicos.
Saturno arrugó la nariz.
–Ugh, no. Pero ya que me has arrastrado a esto voy a hacerlo bien.
–Lo que tú digas, bombón derretido. Voy a ver qué tal van, en un rato vengo. No salgas mucho al sol o estallarás en llamas cual vampiro.
Se alejó riéndose de su propio chiste y Saturno murmujeó:
–No es como si se fuesen a ahogar.
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Mercurio se estaba ahogando.
Bueno, no, a ver, en realidad tocaba suelo. Pero se estaba ahogando igualmente. Mayormente porque algo le había rozado la pierna y del susto había saltado y una cosa lleva a la otra y la coordinación de Mermer no es lo que se diga buena y ha acabado ahogándose en una zona donde el agua le llega por la cintura.
Afortunadamente (o no), Tierra aparece delante de él, con gafas de bucear y tubo y toda la parafernalia.
–¿Qué haces, Mermer, es eso un baile del mar?
–No, me a-... no... pue-o, ayud-
–No te entiendo. Espera. –Cogió a Mercurio de los hombros y lo levantó por encima del agua–. Ahora, ¿qué decías?
–Nada –respondió Mer, sonrojándose.
–Vale. –Y volvió a soltar a Mercurio, quien chapoteó un poco pero milagrosamente recuperó el equilibrio. Cuando miró Tierra había vuelto a desaparecer bajo el agua. Solo se veía el extremo de su tubo de buceo.
Mer miró a su alrededor, buscando a Nep y Ur o al menos alguien que pudiese evitar su probable muerte a manos de las francamente inofensivas y casi inexistentes olas. Tierra estaba demasiado a su bola, para variar, así que no era una buena opción para sobrevivir. Vio a Urano a unos metros, mirando al cielo y con la boca semi abierta. Mercurio iba a acercarse a él cuando Neptuno emergió del agua justo delante de Ur, quien tenía las manos enredadas en su pelo. Nep se limpió la boca con el dorso de la mano y besó a Ur.
Mercurio se paró. A ver, no es como si no supiera que eran pareja ni nada, pero normalmente no mostraban afecto en público más allá de algún susurro en el oído o unas rodillas que se tocan al sentarse el uno al lado del otro. Y claro verlos así de repente besándose y a saber lo que estaba haciendo Nep bajo el agua, pues era chocante.
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Abocado al desastre.
HumorLos planetas aprovechan el buen tiempo para ir de excursión a la playa. Cada uno lo disfruta como lo ve oportuno.