Se acabó

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Eran las 8:15 a.m. y dentro de la residencia Park, se encontraban dos chicos sentados de frente en la mesa del comedor. Uno de ellos se mantenía concentrado en su desayuno. Park Jimin, 26 años, jefe de una organización criminal encargada del tráfico de drogas. Del otro lado de la mesa, un chico lo miraba fijamente. Jeon Jungkook, 24 años, esposo del anterior mencionado.

-Jimin, podemos hablar?- Preguntó irritado el menor. El pelirrojo frente a el, ni se inmutó. Jungkook suspiró exasperado y se levanto de la mesa para marcharse.

-A donde mierda crees que vas? Aun no termino- Musitó el mayor hablando por primera vez esa mañana. La regla era simple, Jungkook debía permanecer en la mesa hasta que Jimin terminara de comer pues odiaba hacerlo solo. El pelinegro detuvo sus pasos y sonrió mientras expulsaba el aire de su boca muy rápido, giró levemente para que su esposo pudiera escucharlo.

-Claramente no existo para ti, así que mi presencia aquí no es necesaria- Giró nuevamente y se marchó de lugar.

Esa mañana Jimin salio de casa temprano como acostumbraba y no discutió con el menor. Así pasaban los días de Jungkook, La relación con el pelirrojo se había enfriado bastante desde que se mudaron a esa ciudad. Jimin comenzó a estar mas pendiente de los negocios y dejaba solo a su esposo durante todo el día. Había comenzado a ignorarlo y ya casi no hablaban de absolutamente nada. Jungkook muchas veces trató de recobrar la chispa que había entre ambos pero había sido en vano, Jimin parecía seguir en su mundo y dejar de lado al pelinegro.

Jungkook se sentía solo, vivía en una casa enorme que era propiedad de su chico pero vivía solo. Jimin nunca estaba y los matones que se encargaban de cuidar la casa actuaban como zombies, sin dirigirle siquiera una mirada. Jimin le restringía las salidas debido a lo peligroso de eso, el era muy buscado y sus enemigos no dudarían en cobrarle las deudas, matando a Jungkook. Solo tenia a su hermano Taehyung pero el trabajaba de forma normal en una empresa de diseño, por lo que sus visitas eran contadas.

La frustración lo invadía con el pasar de los minutos y cada vez sentía que no aguantaría mas. Aun amaba a Jimin y mucho pero no podía seguir viviendo de esta forma. Varias veces pensó que así se sentía estar muerto, nadie lo veía, nadie le hablaba. Si seguía así, estaba seguro que se volvería completamente loco. Después de analizar mucho y ordenar sus ideas, llegó a la que seria la decisión mas difícil de su vida.

Como todas las mañanas, se sentaba en la mesa con Jimin mientras este desayunaba sin siquiera dirigirle un buenos días. Parecía un deja vu, era repetir la escena una y mil veces. Jungkook lo observaba fijamente y el otro se mantenía concentrado en su plato.

-Jimin...- Llamó al mayor quien no reaccionó ante el llamado.

-Jimin, tengo algo importante que decirte- Una vez mas, el pelirrojo lo ignoró.

-Por que haces esto? Te das cuenta del daño que me causas comportandote como si no existiese- Musitó con la voz baja.

-No empieces Jungkook, no tengo tiempo para tus boberías- Habló por fin durante la mañana. Jungkook se sintió herido al escucharlo.

-No puedo creer lo imbécil que te has vuelto- Estaba lleno de ira y sus ojos comenzaron a escocer de la rabia que tenia acumulada. Al final el terminaba siendo un estorbo. Se levanto de la silla y comenzó a caminar hacia su habitación pero un estruendo lo hizo encogerse y cerrar los ojos. Una bala atravesó el lugar e impactó contra uno de los enormes espejos que adornaban el comedor, haciéndolo explotar en mil pedazos. Un pequeño trozo de vidrio, se dirigió hasta Jungkook y se incrustó en su mejilla derecha. Inmediatamente escuchó otros disparos y sintió unos brazos rodear su cuerpo, obligándolo a agacharse por si entraba otra bala perdida a la casa.

Cenizas - Jikook O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora