De vez en cuando, una niña un poco más mayor que yo, se unia al grupo al que yo pertenecía.
Se llamaba Marta, era alta, de pelo rizo de color marrón tirando a rubio. Parecía tímida, pero en ella se encerraba una cantidad inmensa de celos y rabietas.Parecía que simplemente montaba por que le mandaban, o por que sus amigas también lo hacían. Cada vez que no daba hecho algo de ponia a llorar, algo que yo no soportaba.
Al paso de un tiempo, Marta siguió montando, pero su madre, que la mimaba muchísimo, cometió un gran error, que fue comprarle un caballo, delgado por su raza, y de color gris.
Al caballo le pusieron el nombre de Pinto, era muy bueno y cariñoso con el que también lo era con el, cosa que Marta no.
Días antes de que comenzaran las fiestas del caballo en el club hípico, todos estábamos preparando el carrusel, y por tener caballo Marta tenía preferencia de participar.
Estábamos haciendo el ensallo en el picadero exterior, donde sería la celebración, y Pinto el caballo de Marta, no quería caminar, y cada poco se paraba mientras los demás caballos caminaban.
Marta se puso a llorar ya que en su único intento de hacer que el caballo andara no había funcionado. Ana le dijo que si no lograba domarlo no participaría en el festival, cosa que hizo que Marta llorara aún más y se bajará del caballo dejandolo sólo en la pista, Ana se enfadó, pero prefirio seguir con el ensallo y decirle a Marta con amabilidad que recogiera a su caballo.Al final Marta acabo participando, ya que su madre le pidió a Ana que la añadiera de nuevo al grupo del carrusel, Ana tuvo que aceptar, ya que no había más jinetes con caballo propio, y los que no tenían no podían participar, ya que no quedaba libre para montar ningún caballo en la hípica.
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Mi vida, La hípica.
AbenteuerCon este libro pretendo contaros grandes azañas que me fueron aconteciendo a lo largo de mi vida en la hípica.