I.III

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    Al lunes siguiente, Cile y yo estábamos en clase continuando un trabajo cuando alguien interrumpió llamando a la puerta. No sabía quién era. Ni siquiera me sonaba.

-Cile, ¿sabes quién es él?

-No, no tengo ni idea. Espera.

    Cile fue a la mesa de una compañera, con la que últimamente estaba muy unido, y preguntó.

-No, nada. Ella tampoco sabe quién es.

-¿Sabes si se quedará aquí , en este instituto?

-Creo que no. Nos habríamos enterado. Sobre todo Yas.

   La profesora estaba hablando con él y, cómo no, Yas se acercó a escuchar disimulando ir a la papelera y sacar punta a su lápiz. Poco tiempo después, el chico salió y Yas se dirigió hacia nuestra mesa.

-No he descubierto quién es, pero se quedará con nosotros hoy.

-¿Por qué?

-Ya lo sabré, no te preocupes – terminó de decir esto y se fue a su mesa mirando atrás, hacia la puerta - .

-Bueno, pues… ya nos enteraremos.

-¿No sería más fácil preguntarle a él?

-Sí, claro, pero ¿tú te ves capaz de hablar con él?

-No…

-Entonces, esperaremos.

-Vale – dije entre dientes - .

    Mientras yo estaba buscando información en el ordenador y Cile se disponía a terminar la maqueta, el chico ese entró y se sentó al lado de la profesora. No podía evitar mirarlo cada dos por tres. Me encantaban sus ojos verdes intensos y muy claritos; su pelo castaño claro y un poco largo, que, según le daba la luz, podían verse reflejos rubios en las puntas y por la raíz se volvía oscuro; tenía los labios carnosos y de un color rosa pálido. Era alto, muy alto. Iba vestido de deporte. Algo que le dijo el profesor le sacó una sonrisa. Era increíble. Tan blanca, tan radiante, tan sincera… de repente sentí el sonido de un chasquido sonando cerca de mí. Salí de mi mente y miré hacia adelante.

-Uuderj, ¡despierta! – dijo Cile riendo.

-Estoy despierta.

-Hace un momento no lo parecía, ¿eh?

-Es que… yo estaba… estaba… pensando. Sí , eso. Estaba pensando.

-Sí , seguro… te gusta, ¿verdad? – me miró con picardía.

-¿Quién?

-Él – lo señaló - .

-¿Él? ¿Estás loco? ¡No! ¡¿Pero qué tonterías dices?!

-Sólo digo lo que veo. No me suelo equivocar en esto.

-Pues lo de Garu y Tali no lo captaste demasiado bien.

-Ellos son un caso excepcional. Son buenos actores. Tú no lo eres.

-¡¿Qué os ha dado por ofenderme?!

-¿Qué?

-Nada, da igual.

-¿Estás segura de que no te gusta?

-Sí.

-Entonces, te dejo sola con él.

-Vale – dije sin pensar y cuando me di cuenta, añadí confusa – . Espera, ¿qué?

-Viene hacia aquí. Aprovecha y habla con quien “no te gusta” – me dijo guiñando un ojo - .

-¡No, espera! ¡Vuelve aquí! – dije casi susurrando.

Lluvia De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora