Haruka no le había hablado con rudeza ni había buscado atemorizarlo con su seria mirada; el tono de su voz tan sólo había demostrado la repentina confusión y a la vez preocupación por lo que acababa de oír. Se había acercado aún más a Sakura y le había observado atentamente mientras esperaba una respuesta de su parte, mas lo único que logró conseguir fue advertir en aquellos infantiles ojos azules ése brillo que no demostraba sino el desconcierto de haber sido descubierto; la pequeña boca se había abierto ligeramente, dando la impresión de que estaba pronto a hablar, aunque finalmente el niño había optado por guardar silencio.
Enterarse de que Sakura no había seguido alguna instrucción era algo bastante común para Haruka. Ya tenía experiencia yendo a recoger los juguetes confiscados que su hijo llevaba a la escuela; ya se había acostumbrado a recibir llamadas telefónicas que le comunicaban que el pelirrojo había lanzado agua a sus compañeros durante el verano, o que había salido a correr bajo la lluvia durante el invierno; ya era parte de la rutina el recibir quejas de los maestros, quienes decían que el pequeño había estado todo el día hablando sin parar y sin hacer sus tareas... La conducta de Sakura en la escuela distaba bastante de ser una ejemplar, pero no era como si a Haruka le importara completamente. Él sabía que, aunque por cuestiones de actitud su hijo no era un buen estudiante en clases formales de matemáticas, japonés o historia, Sakura tenía una concentración superior y habilidades excepcionales cuando se trataba de las artes manuales y las actividades físicas, con un énfasis extraordinario en lo referido a la natación.
Y era justamente respecto a esto último que Haruka estaba confundido, porque, desde que le había enseñado a nadar a Sakura cuando éste era tan sólo un bebé, se había dado cuenta que la natación sería parte fundamental de su naciente vida. Y el tiempo le había dado la razón: desde los primeros berrinches del pelirrojo cuando le impedían sumergirse a las piletas de agua de los parques, pasando por sus primeras competencias de natación en los clubes infantiles, hasta esa profunda determinación cuando se ponía de pie frente a Haruka y le decía con firmeza "seré un nadador profesional igual que tú". Entonces, ¿su hijo saltándose las clases de natación? No, eso definitivamente no era algo que Haruka iba a aceptar tan fácilmente.
—Sakura, explícame qué es lo que está pasando —Le observó con detención. Los labios del pelirrojo se separaron un par de veces nuevamente; estaba pronto a hablar, pero era fácil darse cuenta que había algo que le impedía hacerlo—. Oye, responde.
—...¿Para qué quieres saber? —preguntó el niño de pronto, incómodo y con cierta inseguridad, desviando su mirada hacia un lado como si así pudiera escapar de la situación. Probablemente, se habría retirado del lugar de no ser porque las manos de Haruka se hallaban sujetándolo por los hombros.
—Así que realmente te estás saltando las clases. Dime por qué —insistió el mayor, haciendo caso omiso a la pregunta de su hijo.
El pelirrojo regresó la mirada hacia su padre y le observó dubitativo. Guardó silencio un momento y en seguida frunció el ceño levemente, armándose de valor.
—Pero, antes, dime para qué quieres saber —dijo Sakura, viéndose más confiado y con un deje de desafío en su aguda voz infantil.
—No evadas mi pregunta.
—Respóndeme tú primero.
—Sakura, responde.
—No, hazlo tú.
Desde un costado, el entrenador Sasabe los observaba impaciente. Veía cómo Haruka seguía sujetando al pequeño mientras le insistía para que hablara; por otra parte, Sakura tomaba cada vez más seguridad para seguir cuestionando a su padre. Goro soltó un bufido y se llevó su palma a su rostro. Conocía la terquedad de Haruka y también la de Rin desde que ambos eran niños, y saber que Sakura había heredado esos mismos rasgos no era nada alentador, más aún cuando la notoria falta de disciplina se mezclaba con la personalidad imprudente de un arrebatado pelirrojo de ojos azules.
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Cuando Llueven Estrellas
FanficSe suponía que la llegada de un bebé no afectaría sus destinos, que estarían juntos hasta la eternidad. Pero ya van ocho años desde que Haruka ha estado solo junto al pequeño Sakura. El tiempo pasa, pero el recuerdo de Rin sigue presente. Las herida...