Recuerdo que la noche anterior había tenido que verla en la fiesta de graduación, pero la verdad no pude, solo pensarla y no tenerla me hacia el peor en el mundo, ella, era todo lo que deseaba, no quería más, sólo ella con su humilde mirada y su dulca voz, era la única que perfumaba mi vida, algunos mas amargos que otros, pero al menos con ella sentía, que por primera vez quería quedarme, y es tan utópico pensar que esa persona es la misma que te puede desear irte. Pero así era yo, un sí y un no constante, para mi, nunca había algo malo o bueno, siempre había un íntermedio entre el odio y el amor, y esa era ella.
Me he despertado, atónito por la llamada de mi madre, al parecer mi vecina, Sofia, estuvo en un accidente, la madrugada de ese día, son las 7:35 de la mañana y no puedo cerrar los ojos en la ducha, la presión que ejercen los pensamientos e incógnitas, del "qué hubiera sido si..." me abruma, tengo que vestirme rápido abajo me espera Mauricio, pero no puedo, las gotas bajan lentamente por mi rostro y a la par empiezan a acompañarlas mis lágrimas, todavía no lo creo, todavía no sé, si Sofia está viva.
como puedo bajo las escaleras, y me subo al auto, por la ventana veo a mi madre preocupada y se le ve, que ha estado llorando, de pronto, un nudo se agudiza en medio de mi garganta, parece que si no abro la boca, me voy a ahogar, cada vez se hace mas fuerte, después gimo, y un grito de dolor inunda todo el auto, de verdad no sé puede aguantar más, cuando haz estado tanto tiempo reprimiendo asuntos emocionales, y ese día no pude más, pronto estalle, y Mauro me miro perplejo y abrumado, nunca me había visto así, ni yo tampoco, pero igual no era de esperarse, era ella la que estaba apunto de morir, y los minutos que nos faltaban por llegar al hospital se hacían eternos, y el pensamiento que rondaba era que Sofia ya no existiera.
Mauricio- Oye Sam, todo va a estar bien, ya hable con Junior, me dice que está respira, ella va a estar bien, te lo prometo.
Yo lo miro con rabia y aun con lágrimas en mis ojos, le digo con una voz tenue y entre dientes - No hables de ese bastardo, no entiendo, cómo puede él estar junto a ella, y peor aún, Qué haces tú hablando con él.
Mauricio, con una mirada llena de miedo por mi reacción, mira hacía el frente, agarra el volante con fuerza y dice con voz calmada pero se le notaba la irritación: - Quería tenerte al tanto de lo que pasaba con ella, no tuve otra opción. Será mejor que no hablemos hasta que lleguemos.
Me dispuse a contar las cuadras que faltaban para el hospital, con tanta ansiedad, que mis piernas se movían involuntariamente.
Pensaba en el vacio que sentía desde esa mañana, era el tipo de vacío que no se llenaba, si no volvía a tener algo que era irreemplazable como ella. Lo que más duele es que no era algo tan simple como si se te rompe un jarrón compras otro igual y nadie lo nota, porque que nadie podría reemplazar sus bellos ojos marrón y la forma en que me hacia sentir cuando fruncía el ceño y estiraba sus labios, era algo tan malditamente bello que debería ser arte, ella era arte, admiraba esa obra 5 días y varias horas a la semana, quería tenerla, hubiera querido pintarla, hubiera querido que se sintiera amada y sobre todo hubiera querido ser yo el que en la noches no durmiera por cuidarla.