IX

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– Así pues – dijo el Doctor – han transcurrido cerca de cuatro semanas desde nuestra marcha...

– Hoy es el vigésimo cuarto día – contestó LaVey, ya más calmado después de la impresión sufrida al encontrarse con el Doctor y Yenna otra vez –. Ahora no llevo mi diario encima, pero estoy seguro que han pasado veinticuatro días.

– ¿Y ya no trabajan aquí? – preguntó Yenna.

– Ya no; yo sólo vengo una vez al día para un ligero examen de los equipos, pero nada más. No después de todo lo que ha ocurrido...

Según el relato del doctor LaVey, todo había comenzado al tercer día después de que el Doctor y Yenna se fueran. Estaban trabajando cuando se produjo un terremoto que hizo temblar toda la sala y levantó una profunda polvareda proveniente de las rocas.

Cuando aquello sucedió, la doctora Crowley se encontraba examinando la losa del altar. Pasado el temblor y disipado el polvo, la encontraron arrodillada, con una mano apoyada en el suelo y la otra en su cuello, tosiendo fuertemente y con síntomas de ahogamiento. Todos fueron hacia ella para retirarla del lugar, momento en que al doctor LaVey le pareció ver una ligera neblina desapareciendo por las rendijas de la losa y los agujeros de la pared.

– ¿Una neblina? – preguntó el Doctor.

– Quizás fuera sólo un efecto óptico producido por el polvo y la iluminación de los focos – contestó LaVey –. Todos estábamos muy alterados en aquél momento.

– ¿Y qué sucedió después?

– La doctora Crowley perdió la consciencia, así que le practicamos unos primeros auxilios de emergencia aquí mismo, y una vez estabilizada, la llevamos a una cueva que tenemos establecida como campamento base. Lleva allí desde entonces, en un estado de semiinconsciencia y con las constantes bajo mínimos.

– El procedimiento estándar suele especificar la solicitud de evacuación para casos así – comentó el Doctor.

– No hemos podido establecer contacto todavía. Cada día estamos enviando señales de alerta, pero por ahora no hemos recibido ninguna respuesta.

– ¿Qué más sucedió? – preguntó Yenna.

– Proseguimos con nuestro trabajo, aunque a un ritmo menor ya que siempre procurábamos que alguien se quedara de guardia. West continuó recopilando datos sobre este sistema, Carter buscando vetas de mineral, y yo me encargué de las investigaciones de la doctora...

– ¿Qué sucedió con Carter y West? ¿Cuál de los dos cayó primero? – preguntó el Doctor.

– ¡Doctor! – dijo Yenna.

– ¿Cómo lo ha averiguado? – contestó un asustado LaVey.

– Si siempre dejaban a una persona de guardia junto a la doctora Crowley, usted tendría que haber venido acompañado de alguien más. En cambio, sólo viene una vez al día para examinar los equipos y marcharse de nuevo, por lo que es evidente que sólo quedan ustedes dos... Por tanto, ¿qué sucedió, doctor LaVey?

– Carter fue el primero... – comenzó a narrar LaVey después de una pausa – Habían pasado dos días desde el terremoto; cuando West y yo regresamos de nuestras investigaciones, sólo nos encontramos con la doctora Crowley. En primera instancia supusimos que, dado el estado de la doctora, habría querido examinar alguna veta cercana, pero pasaron las horas y no apareció, así que salí a buscarlo.

– ¿Lo encontró? – preguntó el Doctor.

– A unos quinientos metros del campamento base. En esa zona, el camino pasa por un pequeño barranco de unos veinte o treinta metros de altura; se había despeñado...

La Estratagema Del Silifante (Doctor Who)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora