Capítulo 2

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Manejé hasta el hospital de niños, me estacione y entre.

-- ¡Oye!-- Le dije de mala gana a una enfermera que se encontraba ahí.

-- ¿Si?, ¿en que puedo ayudarte?-- Me dijo sin despegar la vista de unos papeles.

-- ¿Puedo entrar a ver a todos los niños?--

-- ¿Y eso como para que joven?-- Me pregunto con una falsa sonrisa.

-- Porque quiero verlos-- Dije seca.

-- ¿Y para que quiere ver a todos los niños?-- Pregunto con la misma sonrisa falsa.

-- ¿Me dejarás pasar si o no?-- Apreté los dientes y di un golpe en el mostrador, si seguía preguntado estupideces me va a tener que sacar toda una estación de policía.

-- A-ah, si claro Joven-- Estúpida ahora es tartamuda.

-- Necesito dos enfermeros y dos carros de esos donde llevan las sábanas--

-- Vaya a la segunda estación, ahí están los enfermeros, ellos se lo conseguirán-- Dijo un tanto nerviosa.

Me marché a la segunda estación y ahí estaban dos tipos altos y fornidos riendo y mirándole el trasero a las otras enfermeras que pasaban.

-- Hey!, necesito que me ayuden con algo-- Dije con desinterés.

-- Claro bonita, te puedo ayudar en lo que quieras-- ¿Este imbécil enserio esta conqueteandome?

-- Querido te informo que no me gustan las bolas caídas y mucho menos la leche cortada, así que ayudame a bajar unas cosas de mi vehículo, o le digo a tu jefe que te vi molestando a las enfermeras en lugar de hacer tu trabajo,¿si?-- Dije con una sonrisa falsa y el solo asintió.

-- Tu! ojos de lagarto bisco, busca los carritos -- Salí hacia el estacionamiento con el otro chico y bajamos todo, a los minutos llegó el otro tipo con los carritos.

-- ¿Y ahora que haremos con todos estos dulces y juguetes?-- Pregunto el tipo de los carros.

-- Pues venderselos a los niños, ¿no es obvio? -- Dije con una sonrisa cínica.

Subimos al segundo piso que es donde están las habitaciones de los niños, la mayoría de ellos tiene cáncer, o algún otro problema de gravedad, por eso crearon este hospital, para que sólo sean cuidados por especialistas y estén en un lugar donde puedan tratar cualquier complicación que llegue a suceder.

Antes de subir entre al Jeep y me puse una peluca de colores y me pinte un poco la cara, ahora parezco una payasa. Entre en la primera habitación, donde estaba una niña cerca de 5 o 6 años sentada viendo televisión, y en un pequeño sofá había una señora con grandes ojeras que se notaba cansada, ya que cerraba los ojos por varios segundos y luego los abría de golpe. La niña al verme sonrió y comenzó a aplaudir, a mi me fue imposible no sonreír también.

-- ¡Mami mira!, ¡una payasa!-- Dijo la niña y la mamá de despertó de golpe.

-- Hola pequeña, ¿como estas? -- Me senté a un lado de la cama y ella me abrazó.

-- ¡Bien!, ¿como es tu nombre?-- Me dijo la niña muy entusiasmada.

-- Mi nombre es Nicté ¿y el tuyo?-- Los enfermeros entraron con los carritos y saludaron a la niña.

Subversivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora