Capítulo 17 La otra habitación.

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Lorenzo cerro la puerta de su habitación se sentó sobre la cama todavía pensando en el cuerpo de Mariel semidesnudo junto al suyo gracias a la tormenta. Para sus adentros quería gritar ¡que llueva! Cuando se abrió la puerta era Mariel con una bata de él encima.

-No quiero dormir sola.
- Le diré a mi nana que te acompañe.
- Lorenzo no quiero que duermas aquí.
- Es lo más prudente.
- Estas tan enojado, abajo...
- No quería tirarte.
- Vuelve conmigo.
-Si voy, desearé quitarte el camisón, hacerte el amor...
- Enzo, por favor.
Tiro de la bata para mirar que llevaba su bata blanco con lila debajo y le hizo gracia- esa también la jalare -lo dijo de un modo relajado.
-Vete Mariel.
-Enzo. Lo miro rogándole que fuera con ella.
-No debería estar aquí pero yo te quiero.
- Mariel ¿me quieres?
Lorenzo jugo con su suerte y deslizo ambas batas al piso. Mariel miro las batas y logro contestar sollozando
- Te quiero.
La tomó de la barbilla para mirarla a los ojos y con la otra mano se deslizó por la tela transparente que envolvía su hombro y le preguntó:
- Miel, ¿me amas? - Ella tendría que irse con ambas batas y dejarlo llorar la amargura de su dolor esa y las noches que le siguieran si no lo amaba, como un idiota dejarla ir hasta que... ella lo amará, por que no podría jamás obligarla,ni tomarla sin que ella lo deseará.
- Te amo - dijo en un susurro, temblando.
Lorenzo la beso suavemente y después se acercó a los botones abriendo el camino que le había negado. Había escuchado las palabras por las que había esperado. El pecho y vientre de Mariel estaban agitados.

- Déjame -pidió débilmente.
- Mariel ¿no me amas? -pregunto aturdido, no tenía derecho a seguir si sus palabras no eran sinceras, pero si eran sinceras y aún así no estaba lista podría dormir tranquilo sabiendo que ya le pertenecía su corazón.
- Si te amo. Dijo con los ojos envueltos en llanto, temblando; lo había confundido y no quería lastimarlo y se pegó a él y lo miro a los ojos para que viera que no lo estaba engañando, Miel sintió su erección, y se hizo aún lado y bajo la mirada totalmente ruborizada. Aprovechando la poca luz Enzo busco debajo del camisón y bajo su bragas así como la tenia de lado besando su brazo con delicadeza, no podía detener sus instintos de hombre desesperado que lo impulsaron a hacerlo en un segundo mientras Mariel lloraba.
-No lo hagas... Tengo miedo. Sintiéndose perdida por sus propias palabras, al confesarle que lo amaba y en verdad lo amaba.
- ¿De que tienes miedo?
- De ti.
- No tengas miedo. Deslizo suavemente el último listón.
-Enzo.- No quería que retira lo único que le impedía ver su desnudes aún en la penumbra.
-Miel, te amo. -deseaba tanto besarla profundamente y lo hizo, Mariel respondió a su beso al principio pero era demasiada la pasión de Lorenzo y la sobrepasaba, Lorenzo jalo la sábana de la cama y cubrió a Mariel antes de tenderla sobre ella.
- Enzo... - Mariel lo miraba aún con lágrimas en sus ojos. Por fin iba a suceder... Mariel supo que deseaba que él siguiera aunque no tuviera valor para aceptarlo, aunque tuviera miedo
- Confía en mi. -Moría por mirarla desnuda, por unir sus cuerpos, por hundirse en ella, no sería fácil para ella pero lo amaba y si lo amaba lo deseaba aunque no pudiera demostrárselo por pudor, por temor, era su primera vez, claro que estaba asustada, sabía que perder la virginidad duele. Lorenzo sabía que las primeras noches de Mariel serían difíciles si incluso a veces lo era para las más experimentadas. No tenía prisa por mirarla, dormida y exhausta podría mirarla sin hacerla sentir apenada.
-Miel, te amo.- le dijo con voz suave, se retiró lo único que retrasaba el momento jalo otra sábana para conservar el calor en una noche tan fresca. Se posó sobre su cuerpo empezando el camino a la gloria para él, y de una noche dolorosa para ella e inolvidable para ambos.
Mariel estaba temblando, sentía las caricias de Lorenzo sobre su rostro y sus besos que la mantenían nerviosa y ansiosa a la vez manteniendola ruborizada, seguía con miedo, pero no quería que él se alejara.
- mm - la primera impresión ante la sorpresa de sentirlo intentando.
La noche sería bastante larga para ambos. Lorenzo estaba muy ansiado y con toda pasión a flor de piel pero sabía que ella sufriría si no tenía cuidado. Los gestos de Mariel le anunciaban dolor. Deslizo su mano sobre su pecho por que deseaba besarlo, bajo un poco, dejo un rastro de besos y suavemente se embriago de sus pechos con mucha tibieza con sumo cuidado le hacia olvidar su miedo y después aumentando su pasión.

-Miel, no deseo lastimarte mi amor, va doler, por que es la primera vez. La beso con ternura bajando la intensidad de sus besos. Ella parecía más tranquila, su temor cedía a la intensidad de su deseo.
No lograba penetrarla aunque insistía con delicadeza descansaba la besaba retomaba y el dolor se intensificaba hasta que los sonidos se escucharon más allá de las paredes de la habitación. Mariel estaba demasiado estrecha para recibirlo. Aunque lo deseaba más y más y su cuerpo se curvaba esperando por más. En momentos de ansiedad lo miraba suplicante para que continuará, otros se quejaba, gemía y lloraba. Hasta que realmente gritó desesperada clavo las uñas sobre los brazos de Enzo para que parará sus gritos subieron un poco más, los ojos de su esposo le dijeron que no quería lastimarla pero que no podía evitarlo, bien sabia el que sería así con su pronunciado sexo. Lorenzo dejaba su cuerpo cautelosamente y aún así provocaba dolor. No descansaría toda su pasión en esa ni en muchas noches. Fue una noche donde ambos se amaron, Mariel estaba terriblemente adolorida pero a la vez había estado muy excitada, Lorenzo la miraba con tan profundo amor que se sentía feliz. Y el calor que su cuerpo le daba la reconfortaba.

Lulú escucho y se preocupó. Sintió angustia, quería salir de su habitación, pero ahí se quedó realmente había escuchado mujeres gemir fuertemente muchas veces y salir de ahí sonrientes. Esperaría a la mañana. Por la mañana amaneció Lorenzo en la cama con Mariel apretujada a su cuerpo. Desperto con cuidado quería echar un vistazo aunque no se atrevió, rápido se dio un baño y bajo las escaleras corriendo. Sonriendo celebrando justo al mismo tiempo que Lulú de dirigía a la cocina la levanto por la cintura la beso en la mejilla y busco a su nana, a la cocinera y hasta el cochero el mayordomo se salvó por que no estaba ahí. Miro a Lulú y dijo:
-perdón Lulú.
Luego miró a la nana Jacinta y dijo.
- Nana me ama, me ama Nana.
- A media noche me enteré.
- ¿A media noche?
-Bueno fue una laaaarga noche. Dijo con cómico sarcasmo.
- Amaneciste ojeroso semental. Dijo pellizcando su mejilla, que se había sonrojado.
A Lulú le regresó el color y la alegría, por que encontraría Mariel sonriente.- Mari y yo la vamos a consentir. Dijo Jacinta señalando a la cocinera.
- Yo también señor. El cochero saco la guitarra cantando una canción de enamorados.
Enzo cogió fruta comió traviesamente y corrió con Mariel.
- Quiero estar con ella cuando se despierte.
Una ducha la esperaba y la cubrió de besos en cuanto la miro abrir los ojos.
-Enzo.
-¿Me tienes miedo?.
-Enzo. - no era capaz de decir nada y sabía que sus mejillas estaban totalmente ruborizadas.
-¿Todavía me amas? -Se ruborizó aún más al mirarlo a los ojos.
-Enzo no dejare de amarte.
-Anda ve a bañarte. Quiero.. con la bata de Enzo intento levantarse.
- Me duelen
- Ya se te pasará y no es lo único que te dolerá.
Dijo Jacinta entrando sonriente.
-nana
-nana - dijeron al mismo tiempo sonriendo.
-Anda llévala con Lulú. La cargo hasta la bañera y ahí la beso y también beso a Lulú y se fue.
- ¿siempre te besa?
-No, amaneció tan feliz.
-Confié en él. Lo amo. -dijo escondiéndose en su brazo apena pero tenía que contárselo.
- pero en la noche... Lulú de arrepintió de sus palabras.
- tú nunca... -Mariel se detuvo pero Lulú entendió sus palabras.
- Sí.
- A ti no te dolió. Preguntó Un poco confundida.
- A mi ... -le tembló la voz
- Está bien. Mariel sintió como su reacción cambio.
- Me... forzaron.
Mariel tomo su mano y la palmeo.
Si quieres podemos platicar.
- No hay mucho que decir. Me pasó, alguien que me vio sola que quiso aprovecharse; el sr. Lorenzo me ayudó y me trajo hasta acá y me ha cuidado.
- y nunca te haz enamorado.
- no,
-Nunca lo hiciste por amor.
-no
Mariel la compadeció.
- Algún día te enamorarás y te amaran y serás feliz.
- A mi me dolió mucho pero fue con amor, tu haz confiado en mi y yo confiaré en ti.
- para mi no creo que llegue el amor, los hombres quieren...- no todos hay viudas que se casan nuevamente.
Cuando era joven mi papá se enamoró de una viuda yo tengo una hermana...
Lulú agradeció sus palabras pero ella ya tenía 30 años y el amor no era para ella.


La Trampa Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora