Capitulo 10

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No está lejos -le dijo Naruto para animarla.

El corazón de Sakura latía a toda velocidad. Ino diría que estaba loca por acompañarlo a su piso. Demasiado lejos, demasiado deprisa. Pero él la llevaba de la mano, dirigiéndola, y ella no podía resistirse, no importaba lo lejos que fueran. La necesidad de mantenerse agarrada a él era más fuerte que cualquier argumento de sentido común.

Sería imposible mantener su identidad oculta durante mucho más tiempo. Naruto había dicho que Haru Sakurai era una mujer muy especial para él, por lo que era inevitable pasar juntos el mayor tiempo posible para comprobarlo. Solo entonces, Haru y Sakura podrían emerger como una única persona.

Además, la casa que había elegido le descubriría muchas otras cosas sobre él, razonó Sakura; aunque la razón tenía muy poco que ver con el viaje que estaba emprendiendo.

La mano que la asía era poderosa, cálida, fuerte y pertenecía a Naruto... Naruto la deseaba. No importaba ni el propósito ni el tiempo que durara. El sentimiento era tan dulce, que Sakura lo hubiera acompañado al fin del mundo.

-¿Sabes cocinar? -le preguntó intentando sonar natural. Aunque, en realidad, se sentía muy afectada por su cercanía y por la invitación a estar aún más cerca.

-No mucho. El desayuno y poco más.

Cama y desayuno...

Rápidamente, abandonó ese pensamiento traicionero, pero perdió todo interés por los temas triviales. La excitación nerviosa de estar con Naruto la consumía y su silencio parecía transmitirle que él sentía lo mismo... necesitaban estar solos.

No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaban caminando bajo los portales, ni se daba cuenta de lo que los rodeaba. Era como si hubiese entrado en un sueño donde todos sus deseos se cumplían y se negó a tener en cuenta la realidad, la cual podía ser muy diferente.

La condujo a través de una enorme arcada de mármol que daba a un patio interior del que salía una escalera de caracol.

-¿Tenemos que subir por ahí?

-No. Es solo para oficinas.

Sin dar más explicaciones, la llevó a los ascensores. La puerta se abrió nada más pulsar el botón. Al entrar, Naruto sacó una tarjeta de seguridad que introdujo en la ranura del panel de control.

Desde luego, todo el sistema indicaba una exclusividad que solo los ricos podían permitirse.

Naruto apretó el número ocho. ¡Un octavo piso, las vistas debían de ser de ensueño!

¿La trataría Naruto como a una princesa... o se daría de bruces contra la realidad?

De nuevo, dejó de lado un tema escabroso en el que no le apetecía pensar. Además, él se había sentido protector con ella. Aunque, esa había sido Sakura.

De todas formas, instintivamente confiaba en que él no iba a hacer nada que ella no quisiera. Si sucedía algo, probablemente sería por su propio deseo.

Al salir del ascensor, Naruto le soltó la mano para sacar la llave. Por un momento, la separación le hizo dudar sobre lo que estaba haciendo. Entonces, Naruto abrió la puerta y con la mirada la retó a entrar.

Su corazón dio un vuelco. Era como en los viejos tiempos. Ella era valiente, capaz de seguirlo, hacer lo que él hacía... ¿Sería igual ahora?

El orgullo y el deseo de no decepcionarlo le hicieron dar ese paso.

El temor de estar entrando en terreno peligroso se desvaneció al ver lo espacioso que era el salón.

La primera impresión fue cálida. Ella deseó ver su mundo privado, quería compararlo con el hombre.

Una Venganza Muy DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora