Capítulo 20

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-¿Mejor?- me preguntó la suave voz de Ryan.

-Si, gracias.- sonreí tímidamente acomodando mi mochila sobre mi hombro.

-De nada.

Nos miramos incómodos por la presencia de Diego, quien parecía examinar cada movimiento de Ray.

Ahora que nos encontrábamos en el estacionamiento, rodeados de los demás estudiantes, podía estar segura de que no volverían a discutir.

Ryan, algo cohibido, se giró para marcharse, pero lo tomé del brazo levemente.

No podía irse así, no cuando yo aun no tenía las respuestas.

-Ray, yo... necesito hablar contigo.- aseguré seriamente.

-Claro.- aceptó en el mismo tono que yo.

-¿Donde nos podemos ver, para hablar?- pregunté cautelosa.

-¿Quieres salir a cenar?- preguntó, encogiéndose de hombros.

-Okey.- acepté.

-¿Donde te recojo?- preguntó cauteloso.

Saqué de mi mochila un pedazo de papel y le escribí la dirección de la casa del tio Jaxon.

-¿Estas segura de esto?- intervino Diego molesto.- Hace unas horas lo odiabas.

-Estoy segura.- regañé al chico de los ojos grises.

Ray sonrió de lado y asintió para después girarse y caminar.

-Te veo a las ocho.

Desapareció en la esquina y miré furiosa a Diego.

-¿Qué te sucede?- pregunté molesta.

-Hace unos días, lo odiabas, tu y yo estábamos bien.- comenzó acercando su rostro al mio.- ¿Ahora le dejas acercarse a ti y vas a salir con él?

-Quiero respuestas.- me quejé.

-Tu siempre haces preguntas con respuestas que no quieres escuchar.- se quejó molesto.

Su aliento chocaba con el mio y sus ojos se fijaron en los mios con posesión.

-No vayas, Jous.- pidió seriamente

-No me digas que hacer.- regañé.

-¿Sabes que? Haz lo que quieras.- replicó Diego

Caminamos al auto y manejó a los laboratorios, el trabajo aún no acababa y cada vez estábamos más cerca de la solución.

...

Papá estaba por desmayarse del sueño, Diego, aún molesto conmigo, permanecía en silencio en el rincón de aquel laboratorio.

Eran las siete y debía prepararme.

-¿Papá?- lo llamé.

Se giró unos segundos, me sonrió forzadamente y volvió su vista a sus ecuaciones.

-Voy a salir.- anuncié tomando mi mochila.

En ese momento Diego me prestó atención y levantó la vista para observarme caminar a la puerta.

-Diviertanse.- dijo mi padre con la mirada en sus apuntes.

-Yo no iré.- aseguró Diego a papá, con voz ronca.

-¿Porque no?

-Pues parece que a tu hija ya se le pasó el coraje.- se quejó Diego, mirándome fijamente.

-Callate.- me quejé molesta.

-¿De que hablan?- preguntó papá desinteresado.

-Nada.- le dije seriamente.

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