Capítulo 5

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¡Ojala les guste!

No se cuanto a pasado desde la ultima vez que estuve a su lado, tomando su pequeña mano y acariciando su mejilla. Todo paso tan rápido o eso creo. Después de hablar con el doctor Hector sobre las complicaciones y riesgos del trasplante. Hice todo en mis manos para conseguir el corazón y transferirla a un hospital mejor equipado.

Todos los documentos que el orfanato tenían sobre Laila fueron llevados a mi escritorio, además de ser borradas las memorias de las encargadas del lugar. Mis planes es verla crecer y cuidar de ella, después de sus 23 la haré completamente mía. No soy un desquiciado como para reclamarla en su adolescente, se que ella querrá conocer y aprender, la dejare vivir como alguien normal, con la excepción de tener novio, YO seré su primero en todo. Además de que la mantendré vigilada sin que se de cuenta.

Río por lo baja, aun no conozco del todo a mi pequeña y ya estoy decidiendo por ella.

Observó por la ventana, me encuentro en una pequeña cafetería cerca del hospital, mis hombres están dispersados por toda la zona, no me arriesgare a un tal vez posible ataque.
Jack se a echo cargo de la manada todo este tiempo, la noticia sobre mi desconocida destinada tiene un poco intrigada a la manada.

Sonrió, mi mente solo esta concentrada en la cara angelical de mi pequeña, aunque tener por fin a mi amada a mi lado asta la eternidad es una idea tentadora, pero, el miedo que siento en el fondo no me deja estar tranquilo, tengo miedo de que pueda pasarle algo bajo mi cuidado, tengo miedo de no ser una buena influencia para ella, tengo miedo... De perderla.

No soy muy bueno con los niños, no se que hacer cuando lloran o quieren ir al baño, ¡no tengo ni la menor idea de como tratar con niños!, tomo mi rostro entre mis manos en señal de frustración.

-¿Problemas en el paraíso?- me sobresalto al escuchar la burlona voz de mi madre. Mi aspecto debe ser horrible como para que la mirada de mi madre se suavice .- ¿estas preocupado por la niña?- me sonríe - no deberías pensar demasiado, ella estará bien, pronto la tendrás en casa, donde pertenece,- toma mi mano entre las suyas - ¿que te molesta? Todo salio bien, gracias a Drusilla y Duvessa, Laila esta a salvo.

-Creo que tendré que darles las gracias a las hermanas Lightwood por ayudar en el trasplante ¿no?- susurro por lo bajo.

Las hermanas Lightwood, son las brujas de la manada, siempre son muy espontáneas. En cuanto escucharon que había encontrado a mi destinada, aparecieron en el pasillo del hospital, exigiendo explicaciones. Mi madre me las quito de encima antes de que las tomara del cuello y las degollara, no estaba de humor para soportar sus reclamaciones, a pesar de ser unas ancianas de miles de años se comportan como dos adolescentes en plena pubertad.

Son exageradamente irritantes, después de que mi madre les explicara, se ofrecieron a ayudar a mi pequeña y antes de responder ya se encontraban en la sala de operaciones.

Suspiro con frustración. Mi madre me da un apretón, para llamar mi atención. La miro a los ojos, su mirada esta llena de amor y cariño.

- Se que tienes miedo, pero todo saldrá bien. Se que al ser humana sera un poco mas difícil para ella comprender nuestro mundo, pero te tendrá para enseñarle todo lo que tiene que saber, le dirás lo que hay entre ustedes, para que en un futuro no se sienta rara, enamorarse del hombre que la vio crecer, pero todo en su momento,... estaré a tu lado para ayudarte y enseñarte como cuidarla,- una gran sonrisa aparece en su rostro - además, siempre quise una niña.

-Auch, no se si sentirme ofendido con lo ultimo que dijiste en tu maravilloso discurso o sentirme agradecido .- su carcajada resuena en el pequeño local. Aun con una gran sonrisa en su rostro dice:

-Deberías ir a verla, pronto la anestesia dejara de ser efecto y despertara... ¿ no te gustaría verla despertar?

Sonrió y me levantó, seguido de mí madre, ahora estoy ansioso. Pronto regresaremos a casa con la nueva dueña de todo lo que tengo, asta de mi espíritu, tanto como humano y bestia están rebosando de alegría.

(...)

Raymond sujeta la delicada mano de su pequeña esperando ansioso el despertar de esta. Han pasado un par de horas desde que salio de peligro. No puede reprimir la sonrisa de sus labios, las hermanas Lightwood habían echo un magnífico trabajo, sanaron la piel de su pequeña, en su pecho ya no había ninguna horrible cicatriz.

Observaba en silencio el rostro angelical de su destinada, no podía dejar de imaginar una vida juntos, ella a su lado...para siempre. Pero primero tenían que recorrer un largo camino a su felicidad, la vida no siempre era fácil.

Laila sentía una presión en su mano, no era molesto, al contrario era cálida y reconfortante, se había sumergido a la oscuridad por mucho tiempo, que le era imposible habría los ojos. Pero su curiosidad por saber de donde provenía esa calidez era muy grande, siempre fue una niña muy curiosa por esa misma razón se perdía muy seguido en el bosque, anhelaba saber que había mas aya de las grandes montañas, que se sentiría ver el mundo desde lo alto.

Odiaba la compañía de los otros niños del orfanato, le gustaba estar sola, por que en su corta vida siempre estuvo sola, sus madre biológicos la habían abandonado en un pequeño parque prometiendo que regresarían por ella, solo era una niña de 4 años, al no saber que mas hacer espero sentada en la sombra de un gran árbol, espero y espero hasta que la noche cayo.

Hacia mucho frío, las personas pasaban frente a ella, pero solo la miraban de reojo sin prestarle mucha atención. Se abrazó a ella misma tratando de alejar el frío. Las lágrimas resbalaban en silencio. Después de eso solo recuerda estar con un hombre uniformado haciendo mucha preguntas, al final termino en el orfanato.

No pudieron encontrar a su madre y mucho menos a su padre, un hombre que se no se merecía ser llamado "padre", siempre estaba consumiendo drogas y alcohol, nunca tenia dinero y se desquitaba con su madre, la golpeada una y otra vez, ella hacia lo mismo que el, se la pasaban drogándose todo el tiempo, hombres desconocidos entraban a la casa todas las noches, mientras ella se encontraba encerrada en el sucio y pequeño armario.

Aun recuerda su primer día en el orfanato, cuando se vio en un pequeño espejo, se asombro al ver aquella niña que le devolvía una mirada vacía, tenia manchas al rededor de sus ojos, su piel era blanca y fría, y su cuerpo estaba extremadamente delgado, sufrió de problemas de salud desde entonces.

Sintió como otra confortante calidez invadió su mejilla alegando sus recuerdos, quería saber de donde provenía, quería que esa calidez la invadiera por completo. Así que luchó contra las tinieblas para poder abrir sus párpados.

Raymond miraba como se esforzaba su pequeña en habría los ojos.

-Laila..-no pudo evitar pronunciar su hermoso nombre.

Poco a poco un par de párpados adornamos con largas pestañas, dieron lugar a unas ojos color miel.

- Hola..- susurro Raymond sin poder ocultar su alegría

-H-Hola....(..)

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