Capitulo 3 -- Marinette

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Marinette caminaba por un túnel largo y obscuro, no sabía en donde estaba o que hacia allí, siguió caminando, poco a poco se fue aclarando.

–No podemos, es demasiado peligroso, y tú aun no eres reconocido por tu madre divina Adrien. -Escuchó la chica. Un chico moreno y un chico de ojos verdes hablaban en sentados en unas bancas en quién sabe dónde.

–Pero tenemos que hacerlo Nino... Tuve ese sueño... él... Él quiere la maldad... Y no podemos perder el tiempo, ¡los superiores se han dado cuenta y no quieren hacer nada!

–No es que no quieran... No saben que hacer, aun no hay profecía ni nada que lo afirme, ¡fue solo un sueño!

– ¡No! -Dijo el chico sin querer aceptarlo. Marinette quería decir algo, pero su voz falló en cuanto se escuchó un fuerte sonido que desvío la atención de los dos chicos.

–Nueva profecía...-Dijo quién debía ser Nino con sorpresa.

–Te lo dije -Añadió el chico que Marinette supuso era Adrien mientras se paraba de su asiento y emprendía el camino.

Para Marinette todo se volvió negro y borroso. "Un sueño, fue solo un sueño" pensó en cuanto sintió sus ojos abrirse y topándose con el blanco techo de su hogar en el campamento mestizo. Se removió un poco en el pequeño espacio de su saco de dormir, la cabaña 11 usualmente estaba repleta de sacos de dormir debido a que ahí enviaban a todos los nuevos campistas que llegaban hasta que fueran reconocidos.

– ¡Buenos días chicos! - los saludo una voz conocida y Marinette al fin se dignó a prestar atención- prepárense rápido, de nuevo se nos hizo tarde para el desayuno- se escucharon muchos quejidos en respuesta antes de que todos se movilizarán. Marinette se levantó con pereza, intentó entrar al baño, pero como habían sido las últimas 2 semanas, volvió a quedarse fuera.

El día transcurrió normal, actividades y demás, hasta que llegó la Hora de entrenar con Marco, su nuevo amigo y profesor de arquería. En todo el día no se había podido sacar ese sueño de la cabeza, trato de no darle tantas vueltas, pero había sido tan real que aquello era difícil.

Alya había insistido en que tomara también una daga, justificando que en algún punto las flechas se acabarían y no tuvo otra opción más que aceptar. Volvió de sus clases de griego antiguo por su arco y el carcaj.

Llego al campo de tiro con arco justo a tiempo.

–Hola Marco.

–Marinette, justo a tiempo ¿te parece si comenzamos?

–Cuando tú digas.

–Bien, vamos -Dijo con un gesto amigable. Marco era un chico de cabello castaño que a la luz del sol lanzaba leves destellos dorados, con unos ojos azules como los de ella y una sonrisa amable, siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, pero en especial, a aquella chica nueva. En esos días había mejorado de manera considerable.

–Eres muy buena Marinette, tal vez seas una hija de Apolo

–Gracias Marco, pero ustedes son buenos en un montón de cosas: saben cantar, son buenos curanderos, son geniales con el arco, pueden hacer poemas asombrosos, los instrumentos se les dan bien; yo apenas y soy buena apuntando y disparando. No creo que sea una de tus hermanas.

–Mmm... Puede que sea mejor de esa manera -Añadió guiñándole un ojo. Marinette solo supuso que se le había metido algo.

– ¿Qué tal si vamos por algo de comer? Creo que la cena estará lista -Dijo Marinette cambiando de tema. Se acomodó el arco y recogió sus flechas.

Cataclismo en el Olimpo (MLB y PJ) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora