Premonición Especial

1.1K 95 6
                                    

Aquella noche dormí poco y mal. Tuve varias pesadillas con lo que yo suponía era mi pasado:

«Estaba en la esquina de mi casa, hacía calor, aunque viendo el atuendo de la genta, no debía ser verano. Me resguardé del sol, a la sombra estaba fresco, una fría brisa costera corría que enfriaba el ambiente.

Mi yo estaba parada esperando a alguien, se la notaba nerviosa. Era tan extraño verme como si estuviera fuera de mi cuerpo, pero a la vez me parecía no ser ella.

Me sorprendí al ver a Guillermo caminar con decisión hacia ella, hacia mi otra yo. Se saludaron cordialmente, no como grandes amigos, sino más bien, como antagonistas en tregua de paz. Me estremecí, en mi vida real yo no quería saber nada de él y no lo había vuelto a ver, pero ahora, al verlo allí, me sentí incómoda y asustada, sobre todo después de lo que me había dicho Felipe, que debía cuidarme, que corría peligro. Aunque, pensándolo mejor, no debía temer, seguramente, en su vida pasada no tenía nada que ver conmigo. Me deslicé suavemente hacia donde estaban ellos, buscando no llamar su atención, cosa bastante tonta, sabiendo que yo estaba en un sueño y no podrían verme.

―Entonces ―dijo el Guillermo de mi sueño―, ¿ha pensado en lo que le conté? ¿Ya sabe que le estoy diciendo la verdad?

―Mire, Amador, yo no sé si será verdad lo que usted me cuenta, lo único que sé es que este pretendiente mío tiene demasiados secretos, todo lo que oculta y tantas cosas que no quiere que yo sepa…

―Yo se lo dije, él no es bueno, él pretende a mí hermana también, eso no lo hace un caballero, yo sé que usted lo ama, pero no puede ser que esté jugando con ambas y menos querer controlar su vida de lo que tiene o no tiene que hacer o adonde ir, ¿qué clase de vida le espera con él?

―Lo probaré, yo quiero saber la verdad, si él está jugando con mis sentimientos y mi inocencia, entonces terminaré con él y no le permitiré acercarse más a mí. Él no quiere que me acerque a la playa, no me quiere dar motivos ni razones, pero yo lo haré de todas formas. Esta tarde iré con mi amiga. Si no sucede nada, entonces, me daré por satisfecha y le dejaré.

―La felicito, Leonor, usted no puede permitir que un hombre al que apenas conoce y que según él está de “viaje” ―, recalcó la última palabra―, juegue con su reputación como lo hace con mi hermana, porque mientras a usted le dice que está fuera de la ciudad, él está con ella.

La cara de decepción no se hizo esperar en “Leonor”, pero inmediatamente un brillo de rebeldía se instaló en sus ojos. También pude ver la odiosidad en Guillermo y una sonrisita de triunfo que esbozó apenas. ¿Acaso ella no sabía quién era él?

Mi yo del pasado dio la vuelta y caminó hasta su casa. Subió a su habitación y se sentó en el escritorio, sí, era el mismo que tenía yo, el que me regaló mi Poseidón, aunque al ver su actitud me molestaba tener algo de “ella”.

Escribió en su Diario de Vida la conversación con Amador y lo que planeaba hacer: ir a buscar a su amiga Edelmira e ir al mar, como Poseidón le había prohibido. Según pude leer en el Diario, ella no quería seguir con él, aunque aún faltaban dos meses para que volviera, ella no estaba dispuesta a esperarlo.

¡Tonta, tonta y más que tonta! Yo lo esperaría toda la vida si era necesario, en cambio ella…

Salió apresuradamente de su casa y aunque quise seguirla, cuando me di cuenta estaba en la calle y la vi salir, me recordó un sueño anterior, caminó calle arriba hasta Condell y siguió camino a Orella, donde se detuvo y salió la mujer, que supuse era la mamá de su amiga y cuando salió Edelmira, me acerqué para escuchar lo que la vez anterior no pude oír.

―Voy a ir a la playa, ¿me acompaña? ―dijo mi yo.

―Sabe que él le dijo que no se acercara al mar, no creo que sea buena idea desobedecer, Leonor ―Edelmira se puso nerviosa.

Una Tarde EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora