Capítulo 11

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Silbey es particularmente aterradora cuando no hay nadie cerca; sin embargo, y quizá sólo por hoy, necesito estar sola para acomodar mis pensamientos. Además, no quiero tener que cruzar palabra con Vada, sobre todo después de lo sucedido entre Harry y yo hace casi dos noches. Me recuesto sobre las mullidas colchas de mi cama y cierro los ojos; son casi las ocho de la noche, y no he hecho nada productivo a lo largo del domingo (que es cuando regularmente lavo mi ropa). Así estoy cuando Ciara irrumpe a la habitación que ambas compartimos; lleva el canasto de su ropa recién lavada por un costado.

—    ¿Qué tienes Ann? Has estado todo el fin de semana como zombi. — dice en tanto vacía su ropa sobre su cama. — Tienes unas ojeras terribles.

—Sólo no he dormido bien, es todo. — respondo insistente. — ¿Ha dicho algo lady Blunt? ¿Se habrá dado cuenta de que no llegué a dormir?

—No lo creo. Si no te ha llamado es porque no se ha enterado.

El agradable olor del suavizante de telas se introduce por mis fosas nasales, haciéndoles cosquillas. Ciara continúa ordenando su ropa en el armario cuando alguien toca la puerta. Preocupada de que se trata de lady Blunt, y con la mirada fruncida de Ciara observándome, me dirijo sin más a la puerta para abrirla. Sólo se trata de Cesc, quien viene a decirnos que la cena está lista. Los tres bajamos en silencio, por lo menos hasta que Ciara habla.

—Ni tú ni Will llegaron el viernes a dormir, ¿verdad Cesc? — pregunta Ciara en voz baja. El susodicho responde con un simple No. — ¿Les dijo algo lady Blunt? ¿Los descubrió?

—Sí, se dio cuenta. Pero le explicamos lo del derrumbe y el cierre del camino, así que decidió dejarnos en paz. — dice él, relajado. — después de todo no fue culpa nuestra.

Ciara me mira tranquila, después de todo son buenas noticias. Quizá lady Blunt notó que yo tampoco estaba, pero al interrogar a Will y a Cesc se dio cuenta de que no había llegado tampoco a causa del derrumbe. De todas formas, si me llama sabré qué decir.

La cena transcurre muy rápido, y además resulta un poco incómoda. Desde la última plática con Vada la he notado algo distante conmigo; cosa obvia porque me he fijado en el mismo tipo del que ella una vez estuvo enamorada. Harry, Harry Styles. Debí haber hecho caso al consejo de Ciara la noche en que lo conocí, y sin embargo hay algo que no me deja alejarme del todo. Los golpes, los cortes, la actitud altanera y hosca…no es posible que se trate de la misma persona que me salvó una vez, sin pedirme nada más que un beso a cambio. Suspiro. Cuando todos terminamos de cenar, lavamos nuestros platos (como es usual) y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones sin más qué decirnos.

Ciara va a un lado mío, y sé que ha notado lo decaída que estoy. No sé si de deba a lo poco que he comido últimamente, al hecho de que extraño mucho a mis padres o a la situación con Harry. Tal vez son las tres cosas juntas. En cuanto entramos a la habitación Ciara me sugiere que me vaya a dormir de inmediato, para recuperarme, mientras ella se dirige al pequeño baño de junto a ponerse la pijama. Antes me desenredo y cepillo el pelo, cosa que hago normalmente. En eso estamos cuando alguien llama a la puerta. Tanto Ciara como yo nos miramos extrañadas, y es ella quien deja sus cosas sobre su cama para poder ir a abrir, ya que está más cerca.

—    ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? — escucho a Ciara decir, aunque no alcanzo a ver de quien se trata.

—    ¿Ciara? ¿Quién…?

Dejo el cepillo sobre el buró y volteo hacia la puerta para verlo. Está parado del otro lado del umbral; cabello enmarañado y ojos felinos color verde, lleva el mismo abrigo que llevaba dos días antes y ya casi no se le notan los golpes.

            —Harry.

—La puerta trasera estaba abierta. Salte la barda y entré por el callejón, no fue difícil. — mientras da la explicación, sólo me mira a mí. — Tuve que dejar mi auto en el sendero.

Ahora Ciara me mira. No sé si se ha dado cuenta del brillo que ahora emanan mis ojos, o de la media sonrisa que han formado mis labios, o de la forma en que lo miro a él parado tan cerca pero a la vez tan lejos de mí, pero su expresión cambia.

            —Iré a cambiarme al baño de abajo. — dice ella, no sin antes mirarnos a los dos una vez más.

Harry le abre paso a Ciara y esta se va, sin embargo él permanece debajo del umbral, esperando. Lo observo una vez más con detenimiento y me sonríe, cosa que hace que mi ritmo cardiaco se acelere en un cien por ciento.

          —Puedes pasar, no hay problema.

Inseguro, lo hace. Se echa el cabello hacia atrás y luego pone mete sus manos en los bolsillos de su abrigo; tiene un aspecto tan relajado como siempre. Se acerca al tocador y toma una foto mía en donde estoy junto a mis padres.

—    ¿Cuántos años tenías aquí?

—Dieciséis, me parece. — respondo. — Habíamos ido a visitar a una tía a Dublín, en el verano.

Y devuelve la foto a su lugar. En un principio se puede percibir la atmósfera de incomodidad dentro de las cuatro paredes de la habitación, puesto que ninguno de los dos sabe qué diablos decir.

            —Lamento lo de la otra noche. —dice él luego de un rato. — Reconozco que me porté como un imbécil. Pero es que cuando estás con Zayn, yo…no sé qué me sucede.

            —Si yo fuera tú no me preocuparía por Zayn. — sonrío ligeramente.

            —Es que…me hace sentir inseguro.

Me acerco a paso lento hacia Harry, quien ha tomado asiento en la cama de Ciara, y me acomodo junto a él.

            —No seas tonto. — le digo, tomando su mano. Siento como mis mejillas se calientan. — Ya te dije que me gustas tú, precisamente por ser sólo Harry.

Sonríe todavía dudoso, pero me acaricia la mano también, para después tomarla. Me besa nuevamente, como el día anterior, y la manera en que lo hace me hace creer genuinamente que finalmente he encontrado a la persona que buscaba. Nos separamos.

            —Creo que me he enamorado de ti, Anabella Harrow.

Muerdo mi labio inferior, sintiendo todavía el sabor de su beso. De inmediato su larga mano blanca me acaricia el cuello y hasta juguetea con un mechón de mi cabello antes de acariciar mi rostro; me recargo en ella y cierro los ojos, dejándome llevar por su tacto. Entonces él me besa el cuello, la mejilla contraria y al final la comisura de mis labios; abro los ojos lentamente y me acerco a su oído para susurrarle.

            —Yo también me he enamorado de ti, Harry Styles.

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⏰ Última actualización: Oct 24, 2013 ⏰

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