Broken
Kyungsoo se refugió en los protectores brazos de su madre al escuchar el alboroto que su propio padre estaba provocando en el living. Tenía tan sólo cinco años cuando su padre le dio el primer golpe.
No era consciente de lo que había estado pasando desde antes de que naciera. Había comenzado cuando la aún joven señora Do había anunciado su embarazo de tres meses.
—No, por supuesto que no —gruñó —. Deshazte de ese estorbo.
—Es tu hijo...
—No lo quiero.
—No me desharé del bebé.
Había sido un problema que desde hace mucho tiempo había comenzado. Desde que había nacido Kyungsoo, su padre se había negado a verlo y su madre sólo sentía una gran decepción crecer dentro de ella. Los números fueron en aumento, el tamaño y las facultades mentales de Kyungsoo.
Él no podía recordar el trato que su padre le dio porque, en realidad, los primeros cuatro años de su vida nunca estuvo. Llegaba a casa muy altas horas de la madrugada por lo que nunca había convivido con su padre y continuaba sin hacerlo. Todo en él giraba en torno a su madre. Para él era suficiente tener a su madre a su lado, sin que se apartara en ningún momento.
Es donde él se encuentra, refugiado en brazos de su madre con tan sólo cinco años de edad.
Su padre había llegado a casa ebrio y él sólo se había acercado a observarlo cuando la huraña mirada lo miró. Él sonrió con la inocencia y alegría de ver a su padre, pero tan pronto como llegó, se borró. Le había golpeado con saña y sin razón. Del primero llegaron más, provocando así su imparable llanto.
Su madre llegó a socorrerlo y fue testigo de la protección de su madre al observarla como golpeaba a su padre. Escuchaba gritos tras gritos, objetos caerse y romperse, y luego no sintió sus pies tocar el suelo. Los cálidos brazos de su madre lo abrazaron con fuerza y ambos huyeron a su habitación, dejando a su padre destruir lo que una vez habían llamado hogar.
Lloró en brazos de su madre al escuchar todo el ruido, asustándose más y más.
—Pronto se detendrá —susurró —. Estoy contigo, no pasa nada, bebé.
Las tranquilizadoras palabras de su madre tuvieron un efecto inmediato, arrullándolo a los minutos. Sus párpados se habían comenzado a sentir pesados y a lo lejos podía escuchar aún a su padre destruyendo todo, pero al mismo tiempo escuchaba la voz de su madre cantándole una canción de cuna.
**
Tres años habían pasado y con ello malas cosas surgieron. Con ocho años de edad comprendió que su padre lo odiaba más de lo que una vez se había podido imaginar. Los golpes, gritos e insultos se lo demostraban. Él dejó escapar el poco cariño que guardaba con esperanzas para su padre cuando había mirado a su madre con el labio roto y con resto de sangre.
En ese instante, un sentimiento que jamás antes había sentido nació, se formó dentro de él y dirigido únicamente a su padre. No sabía que era todo lo que estaba experimentando y por eso había corrido en busca de ayuda. Necesitaba respuestas.
—Mami —comenzó —, hay algo que no entiendo.
—¿Qué es eso, Kyungie?
—Algo dentro de mí hierve, se agita y estremece cada vez que papá te golpea. Estoy asustado, ¿qué pasa conmigo, mami?
Los triste ojos de su madre lo miraban con atención, envolviéndolos en una extraña calma.
—Eso es un sentimiento muy malo, Kyungie y tú no debes sentir esas clases de sentimiento por no padre ni por nadie.
—¿Qué sentimiento? ¿Es muy malo?
—Se llama odio, Kyungie y, definitivamente, es malo. Por eso, pequeño angelito, no puedes sentirlo hacia nadie, ¿entendido?
—Entendido.
Él tenía claro que, muy a pesar de que su padre lo odiase, contaría con el amor incondicional de su madre en esa oscuridad donde había nacido, con una familia rota, con heridas físicas y psicológicas. Para él estaba todo bien mientras su madre estuviese con él toda la vida.
Lo que nunca previó fue el repentino accidente que le arrancó la vida a su madre. Continuaba llorando por la muerte de su madre y el dolor infligido por su padre.
Su madre se había ido y lo había dejado en el abismo, en el jodido infierno porque exactamente era eso. Vivir con su padre se sentía como estar en el mismísimo infierno. Todo dentro de esa casa olía a pútrido y soledad. Odio, odio, odio, eso era todo lo que él comenzaba a sentir después de quedar sumergido en la oscuridad.
**
Con trece años de edad él logró sentir otro sentimiento. Era casi parecido al sentimiento que había sentido por su madre, pero de una manera diferente.
En la escuela secundaria lo conoció. Se llamaba Jongin y se había acercado a hablarle a él. Era un alumno nuevo y no conocía a nadie. Eso le había dicho a Jongin la primera vez que hablaron y él se vio sonriendo ante la ternura que reflejaba Jongin.
Jongin se había vuelto en su todo. Había sido su liberación, era quien lo había hecho reír, sonreír y le llenaba el corazón de esa sensación burbujeante en su pecho. Volví a sonreír cada vez que Jongin estaba a su lado. Su padre no existía cuando sólo eran Jongin y él contra el mundo. Era así, fue así y siguió así. Incluso con las palizas que él recibía de su padre era feliz con el sólo hecho de pensar en Jongin. Su soporte, su amigo, su amor. Su todo.
—Bastardo —gritó su padre —. Siempre, desde que ella no está, deseé con todas mis fuerzas que hubieses sido tú el que estuviese muerto. Tú nunca fuiste importante para nadie, ¿por qué te aferraste a la vida, inútil?
Recordó las hirientes palabras de su padre esa mañana a la edad de quince años, cuando su Jongin lo había visto con tanta repulsión, asco y odio. No, él no, por favor, imploró. Podía soportar todo de su padre, de las personas que lo juzgaban cada día, pero no de Jongin.
—No me odies, por favor —lloró —. Todos menos tú, Jongin.
¿Qué había hecho mal?
—Me arrepiento tanto de haberte conocido, de haber vivido momentos a tu lado, de conocerte, de quererte, de haberme en... ¡Te odio! —gritó —. ¿Por qué no nos haces un favor a todos desapareciendo? Tu sola presencia me enferma.
Escuchó algo romperse dentro de él. Sabía que era lo que estaba haciéndose trizas. ¿Por qué? Todo dentro de él gritaba eso. ¿Qué había hecho para merecer esto? Tal vez sí el jamás hubiese nacido, su madre aún estuviese con vida, su padre no fuese un alcohólico agresivo y Jongin nunca lo hubiese mirado con esa mirada plagada de odio puro.
Muérete, muérete, muérete. Debiste haber muerto. Sus monstruos gritaban e iluminaban el camino que siempre debió tomar. Sí, tenía que morir. Por eso miró por última vez a Jongin y echó a correr lejos de ahí. Corrió y corrió hasta llegar a algún lugar donde deseaba pasar sus últimos minutos. No quería ni podía continuar. Ya no, no ahora. Todo se había vuelto tan banal e insignificante. Ya no había alguien por la cual vivir. Estaba solo y ya no quería vivir de esa manera.
Se subió al barandal del puente, sintiendo el aire frío golpear su rostro. Inhaló y exhaló. Miro todo y nada a la vez. Una amarga sonrisa apareció y suspiró una última vez. Todo se convirtió en nada.
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Pequeño oneshot escrito a principios del 2015. Espero que lo disfruten :33
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Broken
Fanfiction¿Felicidad? ¿Qué es la felicidad para Do Kyungsoo? No, en realidad Kyungsoo no sabe lo que es la felicidad. A él no le dieron la oportunidad de vivir una vida llena de risas, cariño, comprensión, felicidad, de amor. No, todo lo contrario. La única p...