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En algunas ocasiones me compare a mí misma con él poniendo como ejemplos el aire y el fuego, porque así somos, yo como el aire: tranquilo, sereno, siempre a tu lado, para mí él era el fuego: destructivo, poderoso, activo. A pesar de todas esas diferencias, logre encontrar pequeñas similitudes: el aire no siempre es tranquilo, tiene mucho poder, y sabe cómo aprovecharlo cuando es necesario, el fuego en ocasiones puede ser controlado, y es algo que nos beneficia demasiado; pero la mayor similitud que logre encontrar fue que estos dos elementos de la naturaleza buscan ser libres. Y en eso nos parecemos él y yo, aunque sea de distintas maneras, termina siendo lo mismo; puede que no sean las mismas razones de nuestra búsqueda por libertad, pero si se obtienen los mismos resultados.

Un Amor Perdido En Mi OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora