Tras una media hora más hablando con Valentina, el tiempo acabo.
-Bueno Natalia, la sesión ha terminado, creo que voy a hacer un buen trabajo contigo, aun siendo tu mayor miedo, hablas de ello, y eso es un gran paso como ya te he dicho, nos vemos la próxima semana.
La verdad, es que con Valentina notaba que podía contarle lo que quisiera, no era como las otras psicólogas, ella te escuchaba de verdad, y de verdad intentaba ayudarte, creo que he hecho bien en venir.
Al salir, allí estaba mi padre esperándome, corrí hacia él, él fue el primero que me encontró cuando todo esto ocurrió, era mi padre me sentía protegida con él, pero cuando me venían aquellas imágenes, me apartaba un poco, estuve las primeras noches después de aquello teniendo pesadillas siempre empezaba a chillas y a llorar, y mi madre subía me abrazaba y me tranquilizaba, hace ya un año y medio que no tengo esas pesadillas, y lo agradezco.
Papa, me llevo al instituto, la verdad no quería entrar, todo el mundo seguía mirándome raro después de siete años, parece que aquí nunca olvidan algo así, ni siquiera tus mejores amigas, a las que me encontré nada más entrar.
-Hola chicas, ¿algo nuevo a primera hora?
-Mmm…No.
Las dos apartaban la mirada de mí, era como si les dará asco verme, bueno y así era. Las clases transcurrieron como siempre, todos los días igual, todos los días viendo como los que eran amigas ahora me miran con desprecio, al salir de clase allí estaba mama, seguramente papa estaría en el trabajo .
-Hola mama.
-¿Qué tal las clases, cielo?
-Bien, como siempre.
Al llegar a casa, hice los deberes al darme cuenta de la hora ya era de noche, asique cene algo rápido, le di las buenas noches a mama y a Bella, y me fui a la cama.
-No, Suéltame, por favor, otra vez no.
Estaba en la cocina, y ahí estaba el mi violador, no sé porque pero no podía salir de allí, de esa pequeña habitación llena de cuchillos, y cualquier herramienta capaz de que aquel hombre pudiera matarme.
-NOOOOO! –Chillaba.
Abrí los ojos, las lágrimas caían por mis mejillas ahí estaba mama, abrazándome, habían vuelto otra vez las pesadillas.