Welcome to L.A.

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-Última llamada a los pasajeros en camino a Los Ángeles, Estados Unidos.

Despedí por último a Mateo, mi novio, con un beso un poco apasionado.

-Te extrañaré bonita, no me olvides.

Ya había pasado por todos mis amigos con sus abrazos y sus besos de despedida. Hasta mis más cercanas amigas habían soltado unas cuantas lágrimas. Mi madre me había dado un fuerte abrazo y me advirtió que me portara bien.

-Sí, claro mamá- le respondí.

Y aquí me encuentro, caminando por los amplios pasillos del aeropuerto hacia la puerta del avión luego de pasar por control de equipaje.

Recuerdo que le pedí a mamá con todas mis fuerzas para no ir a mitad del año, dejándolo todo, pero ella dice que se cansó de verme tirada en mi habitación  con mi celular en vez de salir a respirar aire fresco. ¿Qué parte de "tengo tarea y no puedo salir" no entendió? Bueno, en verdad salía poco porque me da pereza, vivo de la pereza.

Mientras yo solo me paraba a coger algo de la nevera con plan de regresar y ver películas, mi queridísima madre me llamó a su oficina para dar la gran idea que se le ocurrió de mandarme con mi padre.

-Yo tengo amigos aquí mamá, además no me mandarás cuando falta medio año para terminar la secundaria- le dije.

-No Sofía, te pasas el día encerrada. Está dicho y hecho, te irás con tu papá, a ver si así dejas de ser tan ociosa.

Mamá ya había hablado con él y había comprado los boletos ¡todo estaba organizado! ¿Cómo no me dí cuenta de su plan malévolo?

Entro al avión y mi asiento es en la ventana. Uff, algo es algo. El señor de mi costado se quedó dormido ¡en mi hombro! Ya, esto tiene un mal inicio.


Recojo mi equipaje y salgo del lugar. Papá estaba allí, bien vestido y radiante apoyado en su auto rojo. Me acerco y le doy un gran abrazo. No lo veo hace tres meses.

-Corazón ¿cómo estuvo el viaje?- me pregunta con aquella ternura que quedó grabado en mi memoria.

-Un asco, un señor babeó mi hombro- digo quejándome. No pude dormir bien, hasta creo que se me adormeció.

Mi padre suelta una sonora carcajada.

-Te extrañé Sofi. Vamos, que la casa nos espera- Es relajante saber que no es la primera vez que estoy aquí.

Yo nací aquí, pero a los 10 años me fui. Viví 6 años en Perú. Ahora tengo 16, y sí, sé hablar tanto inglés como español.

En el trayecto le contaba que mi madre fue injusta al mandarme de la nada.

-Imagina que ella te hubiese avisado, posiblemente hubieras organizado una gran fiesta con la excusa de que no verás más a tus amigos- Cierto. Suelto una pequeña risa.

Llegamos a casa; a las justas recordaba el césped del patio delantero donde jugaba con Savanah, una amiga de la infancia que vivía al frente. Quizás no mucho haya cambiado por aquí.

La fachada es azul, las paredes color crema y  las ventanas son blancas. Wow, esto es nuevo.

La casa es de dos pisos. Ciertos detalles sí recordaba.

Papá se adelanta con las maletas para abrirme la puerta. 

La escalera está a la derecha y a la izquierda hay un alto espejo, a su costado hay un mueble donde pone sus llaves y hay un jarrón plateado que llama mi atención. La sala y la cocina pueden verse de largo, y todo está combinado en los colores verde 'pantano' y blanco. Las paredes son grises y el largo sillón es blanco también.

Nuevos vecinos L.A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora