CAPITULO 3

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Me aleje antes de que él dijera algo más. En mi cabeza solo pude sentir desprecio, tal vez algo de envidia, quizás de su felicidad basada en la nada, era un chico común a lo lejos podía notar que apenas cubría sus necesidades mínimas, indispensables y sin embargo tenía una alegría que yo mismo había perdido, reemplazándola por una falsa coraza con la cual me cubría sin que nadie sospeche que en el fondo de mi ser, sufría por sentirme despreciado por todos.

Estaba empezando mi carrera musical, con mi hermano y mis amigos, ellos me querían por cómo era, pero yo estaba sumergido en mi mundo de oscuridad, con el tiempo ganaba más poder, tenía más dinero, podía hacer lo que quería sin importar lo que dijeran los demás, ya con 18 años era reconocido en todo San Diego, admito que Mike, Jaime y Tony me ayudaron a recuperar mi carisma y respeto por las personas, aunque a veces seguía con mis actitudes arrogantes y prepotentes, el solo recordar al joven de la biblioteca me hacia convertirme en ese ser que muchos odiaron.

 ¿Por qué él podía ser feliz, y yo no? 

Yo lo tenía todo, él no tenía nada en comparación a mí, me pregunte en esos momentos si alguna vez se habría sentido como yo. Rechazado. En ese momento después de 3 años me volvieron las ganas de verlo.

Llegué a mi casa; no veía la hora de que abrieran la biblioteca; no veía la hora de ver nuevamente ese rostro que despertaba mi ira. Necesitaba desesperadamente hacerle daño, encontrar un pequeño hueco por el cual meterme, herirlo, lastimarlo, ver como esa estúpida felicidad, tan latente en él se desvanecía, se hacía pedazos.

Jueves. 

Llegue 5:00 pm, justo cuando el día recién terminaba para mí. Subí ansioso hasta el piso 16, como la vez anterior, estaba rodeado de ruidosos niñitos que corrían de un lado a otro. Al verme su expresión cambio totalmente, su cara se torno roja, me miró de una forma extraña, hasta el día de hoy tengo esa mirada como una de las pocas sinceras que recibí. Incluso muchas de mis solitarias noches, al cerrar los ojos es lo único que puedo ver, su mirada, sus ojos sinceros que todo lo pueden expresar.

A veces puedo verlo en mis sueños, le cuento lo mucho que lo extraño, me muestra su amplia sonrisa y dice que está orgulloso de mi, de todo lo que he hecho, que pronto volveremos a estar juntos, pronto, siempre pronto, pero ese día no llega yo sigo solo esperando, despertando cada día con los ojos húmedos al darme cuenta que todo fue solo un sueño, miro su lado y está vacío, tomo su almohada, la huelo, pero hace tiempo que todo aroma familiar a él se fue.

Solo me queda su recuerdo, todos sus besos, sus caricias, las noches que me pase en vela cuidando como un perro guardián que su respiración fuera normal. Todo esto me hiere, me lastima, tanto o más como una vez lo hice con él, y quizás sea un castigo de alguna forma, por esa vez que jugué con él  de manera tan ruin, pensaba que era tan poca cosa, que no era digno de mí, de nada mío, quizás era al revés y yo no merecía su amor.

Quisiera poder olvidar, resignarme a esta la realidad que me toco, entender de una vez que ya no está, y yo sigo con vida aunque no parezca. 

Una vez más me aparte del relato, pido disculpas nuevamente, y es que tengo demasiado guardado y mis palabras al igual que estas letras salen de manera precipitada, sin poder evitarlo, es mucho el tiempo que cargo con todo esto.

Me acerque, apoye mis brazos sobre el mostrador donde el tenia todos sus papeles.

-Vaya, tanto tiempo ¿Puedo ayudarlo? -Lo observe unos instantes, levantó su tasa de café dándole un sorbo.-

-¿Te gusto verdad? -Pregunté sin apartar la vista de él. Él casi escupe su café,  se puso tan rojo que simplemente confirmo mi teoría.-

-Perdón, mira como quedaste. -Pase mi mano por su pecho, sintiendo como se agitaba ante mi contacto.-

Mi Único Amor [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora