Mi pequeña

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Cariño, si me permites llamarte así, perdóname, pero aún no me acostumbro a llamarte por tu nombre, hace muchos días que no hablamos... Y te echo de menos, pero no puedo hacer nada, a pesar de sentir mucha impotencia.
¿Sabes? Ayer te vi, en la calle, se te veía muy feliz, pero no estabas sola, estabas acompañada de alguien, de un chico, y recuerdo como él te cogía de la mano, y le mirabas con esa mirada tan preciosa con la que me solías mirar a mí, si, aquella mirada la cual hacía que me temblaran las pulsaciones, esa que me dijiste que solo me pondrías a mí.
Pero me alegro, realmente me alegro, de que al menos tú puedas ser feliz, desde el principio supe que yo simplemente era inútil para ti, y siempre creí que yo no valía la pena, pese a que tú me hiciste sentir valorado por una vez en toda mi vida.
Tú fuiste capaz de llenarme, como nadie más supo hacerlo, pero hoy día todo lo que llenaste se tornó en un profundo vacío, aunque para que contarte todo esto... Si tú ahora ya eres feliz sin mí.
¿Me debería sentir un estorbo? Realmente me siento así si de nuevo vuelvo a aparecer en tu vida, pero tranquila, no te voy a molestar, una vez te dije, que amaba ver tu sonrisa, y realmente la amo, por eso, gracias por todos los momentos que decidiste compartir conmigo y por todas las sonrisas que me regalaste, pero ahora, prefiero dejarte ser feliz, y dejarte ir.
Hasta siempre mi pequeña.

-J.A.

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