Capitulo 2

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Narra Nick:

Seguí besándolo mientras él correspondía de una manera un tanto torpe, supongo que ni siquiera lo han besado de una manera tan brusca como lo estoy haciendo en estos momentos. Sabia que no debía dejarme llevar por mis impulsos, al saber que aún el chico era un poco inexperto en esto, pero era tarde, demasiado diría yo, su hermosa sonrisa ya había echo efecto en mí a penas entrar por esa jodida puerta. Lo tomé por la cintura, recostándolo un poco en el escritorio, corriendo las cosas de lugar, aún sin separarme de sus labios. Él solo correspondía de forma tímida a todas mis acciones de vez en cuando bajando su mano hacia su falda y bajándola un poco para que no se notara sus lindos y redondeados muslos. Me separé de él, respirando entrecortadamente y dejando un hilo de saliva entre nuestros labios.

-Yo seré el único culpable en dejarte así y en cualquier otro estado, ¿entendido? Nadie más podrá tocarte como yo, ni besarte como lo hago- gruñí levemente, mirándolo a los ojos, sintiendo como varios suspiros salían de sus pequeños labios. Saqué mi billetera tomando bastante dinero de ella mientras lo doblaba y se lo entregué.

-¿P-para que e-es esto?- dijo mirándome fijamente y bajando otra vez su mirada.

-Tienes dieciséis años, ¿No?. Dudo que no necesites para materiales escolares y demás. Esto es solo por este día, aumentaré los billetes a medida que aprendas como van las cosas conmigo.- reí levemente.

-N-no puedo a-aceptarlo- dijo cabizbajo- e-es mucho

-Me vale si no quieres aceptarlo, si tanto me han dicho que tengo que cuidarte como un "padre"- hice las comillas con mis dedos- pues tengo que mantenerte de algún modo. Y también tómalo como pago de todo lo que te haré aprender de todo esto.-

Me miró unos minutos más y al fin decidió guardarlo, para luego jugar con sus manos, nervioso, a mi vista. Decidí que por hoy seria suficiente, por lo menos en la oficina. Miré mi reloj observando que la hora de salida había llegado y tomé mis cosas.

-Vamos, te llevaré a mi casa, ya te aprenderás el lugar a medida en que vallamos- Sonreí y tome sus mano, entrelazando sus dedos con los mios.

Bajamos por el ascensor, el chico se limitaba a jugar con sus pies y a mirarme levemente de reojo, yo solamente le sonreía y trataba de no hacer más movimientos bruscos dentro del establecimiento, aunque sea mio, quería mantener el orden.

Salimos de ahí y comenzamos a caminar, mi casa no quedaba tan lejos de ahí, eso era una ventaja para casi todo lo que necesitaba. Llegamos a la casa, sin mediar palabras abrí las grandes rejas que medoreaban toda la construcción y Sonreí, invitándolo a entrar en ella. Levantó su vista y caminó hacia adentro, observando con detalle todo el entorno.

-E-es gigante- susurró procurando que lo escuchase.

-Y vacío, principalmente vacío- reí- vivo solo, hay una mucama, pero siempre viene por las tardes, la mayoría del tiempo estoy en mi despacho- me encogí de hombros.

Asintió lentamente mientras me miraba, me sonrió dulcemente y volvió a caminar por el gran pastizal que había allí, interrumpido por algunas piedras que señalaban el camino hasta la entrada. Yo caminaba detrás suyo quitándome la molesta corbata. Termine de sacarmela mientras entrábamos en la casa, dejé a un lado mis cosas y me estiré, tronando un poco mis huesos.

-¿Quieres tomar algo?- logre decirle mientras caminaba hacia la cocina.

-L-lo que quieras esta bien

sonrió y tomo el extremo de su falda, jugando con ella mientras se volteaba y observaba algunas cosas del alrededor, cómo fotos y cosas por el estilo. Tomé dos latas de refresco estirando mi mano hacia él y abriendo la mía luego de que la agarrase. Tome un sorbo del mio, observando al chico frente a mis ojos, no podía creer que una simple pagina de internet me haga conocer a tan buen chico como él.

Acerqué mi mano hacia la falda, acercándolo hacia mi, pasé mi dedo índice por todo el contorno de sus muslos y subí hasta llegar encima de su suéter. Él dió un pequeño jadeo y sonrojado volteó a mirarme. Yo sonriente dejé mi refresco a un lado, tomando también el de él y colocándolo fuera de nuestro alcance. Lo senté en la gran mesada mientras me acomodaba entre sus piernas, dejando mis manos posadas en sus piernas.

-¿Qu-que harás?- susurró mientras hacia todo lo posible por bajar un poco su falda. Cosa que no permitía, claramente.

-Enseñarte un poco de lo que es el placer... O mejor dicho como lo hacen los adultos- susurré cerca de sus labios, comenzando a contornearlos con la yema de mi dedo. Dejé de lado sus labios y bajé un poco hasta encontrarme con su cuello, en el cual dejé varios besos, chupetones y lamidas a mi antojo.

-Mgh... N-nick- dijo en un pequeño susurro de placer.- S-se siente bien, pe-pero e-es raro...

Sonreí para mis adentros y me arrodillé, quedándome justo a la altura de su cintura, un poco más arriba de sus rodillas, subí un poco más su falda, viendo sus boxérs blancos. Subí mi mirada hacia él y le Sonreí. Cubrió su rostro con ambas manos, sonrojado. Mordí mi labio inferior conteniendo una pequeña risa y volví a colocarme entre sus piernas, subiendo y quitándole las manos de su rostro.

-No te avergüences, pequeño- lo besé durante algunos minutos, un beso suave y relajante- de ahora en más puedes llamarme Daddy- mordí su labio inferior suavemente, estirándolo un poco y luego soltarlo.

-¿D-Daddy?...






¿D-Daddy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora