Prólogo

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-Dame otra. -decía un chico con la frente apoyada en la barra de un bar y haciendo señas al bartender.

El ambiente era tranquilo, música jazz salía de los altavoces, luces tenues iluminaban el lugar, sin embargo, nada podía tranquilizar el corazón del muchacho de facciones marcadas y nariz bonita que trataba de ahogar sus penas en alcohol.

-No, Woohyun, ya no puedes beber más, sólo mira cómo estás, no puedes ni pararte derecho y no quiero cargar contigo hasta tu casa.

-Vamos Yeollie, eres mi mejor amigo, deberías apoyarme -decía el pelinegro alargando las palabras por su evidente borrachera y poniendo mirada de cachorro, tratando de convencer a su amigo.

-¡No! Y no pongas esas caras, que conmigo no funcionan. Ya vamos, se hace tarde y mañana tenemos que trabajar. – el alto lo empezaba a halar del brazo, en un esfuerzo para que se moviera.

-No quiero. Sólo quiero olvidar. Ya estoy cansado de todo. Mi destino es estar solo. Todos me dejan. – decía entre hipidos, enredando sus palabras por el alcohol. El whisky ya estaba haciendo de las suyas. – primero Hoya, después Key, y ahora que pensaba que la tercera era la vencida, encuentro a Myungsoo follando con un cara de niña en nuestra cama, ¡NUESTRA CAMA!. Creí que me amaba, que era el amor de mi vida. – ya empezaba a sollozar. – esa maldita bruja tenía razón, nunca debí haber ido. ¡Todo es tu culpa, estúpido poste con piernas!

Sungyeol ya se estaba cansando de todos los desvaríos del más bajo, lo único que podía hacer era asentir, darle palmaditas en la espalda y aguantar los golpes sin fuerza que recibía de su alcoholizado amigo. – ya, ya... sé que es mi culpa. – decía rodando los ojos. - Pero ya terminaste con Myungsoo hace un mes, ya deberías superarlo. Ahora lo mejor que puedes hacer es ir a casa y dormir. Vamos.

-Nooooo, déjame. - el alto pasó uno de los brazos ajenos por sobre sus hombros tratando de acomodar a su amigo para que pudiera caminar, mientras este luchaba para no ser levantado, sin mucho éxito. El pelinegro al ver que sus esfuerzos eran en vano finalmente se dejó arrastrar hasta salir del bar y poder llegar al auto de Sungyeol, donde cayó dormido al instante en que su cuerpo se acomodó en el asiento del copiloto – estúpido poste. -murmuró entre sueños.

Hace 9 años

El aroma de incienso inundaba una pequeña y oscura habitación, las paredes estaban cubierta de tapices con distintos colores y figuras, muchos libros que parecían antiguos y llenos de polvo, como si nadie los hubiera mirado en un largo tiempo, se ubicaban repartidos por el piso del lugar. En medio de la lúgubre sala, una bola de cristal que parecía brillar por cuenta propia, descansaba sobre una mesa redonda cubierta con una tela que lucía tan gruesa como los tapices de las paredes y tan polvorienta como los libros en el suelo. La ventana principal apenas dejaba entrar la luz del sol de media tarde gracias a la gruesa cortina de un color vino descolorido que con dificultad colgaba de sus argollas. En el vidrio, escrito en letras grandes, en purpura y dorado se leía "Madam Stela, Adivinación, Tarot y Numerología"

Woohyun estaba dentro, observando todo, y no podía dejar de pensar que el lugar estaba extrañamente tranquilo, no le sorprendería si al dar un paso hiciera rechinar todo el local.

Ya estaba ahí y no quería haber perdido el viaje, los contactos que le conseguía Sungyeol, a veces eran un poco raros, pero esta vez fue culpa de su propia curiosidad, de querer saber sobre su futuro y el habérselo dicho al alto en un momento de confianza, lo que hizo que estuviera en esta situación.

-Hey... ¿Hay alguien? -preguntó el muchacho, mirando hacia todos lados esperando que apareciera una anciana cubierta de túnicas, pañuelos y joyas de cuentas desde algún rincón.

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⏰ Última actualización: Apr 20, 2017 ⏰

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En las cartas (Woogyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora