Parte única: Arrastrado.

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I. Lindo y estúpido.

La noche de mi décimo sexto cumpleaños, él se atravesó en mi camino.

Desde la más tierna infancia, fui un chico callado; los grandes tumultos de gente no lograban levantar mi mirada de los libros, y la música me era más atrayente que cualquier payasada juvenil que mis hormonados amigos quisiesen hacer para impresionar a las chicas. Aún así, Yutaka, el mayor de mis primos, logró convencerme de visitar uno de los tantos antros que poblaban las afueras de la ciudad.

El ambiente desconocido se mostró ante mí como una fantasía futurista; estruendosa música electrónica, coloridas luces viajando a gran velocidad por las gruesas murallas de concreto, y bizarros videos reproduciéndose una y otra vez en gigantes pantallas a las que nadie parecía poner un ápice de atención. El pestilente aroma a alcohol contaminando el poco oxigeno existente en la subterránea discoteca turbo mi sentidos que nunca habían conocido vicio alguno. Los cuerpos sudorosos danzando al ritmo de la morbosa melodía que los parlantes escupían era una imagen difícil de ignorar.

Con aprehensión sujeté el brazo de mi experimentado primo, quién me condujo con soltura hasta la barra, donde rápidamente el alcohol me fue ofrecido. El primer trago de cerveza pasó como ácido por mi garganta acostumbrada a recibir solo gaseosas y comida casera.

Poco tiempo transcurrió hasta que el aburrimiento llegó a mí. Yutaka me había abandonado hace ya varios minutos, y ahora la castaña de baja estatura con la que bailaba parecía ser su único centro de atención.

Con un suspiro inaudible y un vaso de wiski, él me ofreció compañía. Uruha, un apodo cuyo significado desconocía había sido su única presentación. Su anatomía alta y escuálida era perfectamente escondida bajo un conjunto de vistosas ropas oscuras. Anillos, cuyos diseños nunca había llegado siquiera a pensar existiesen, adornaban cada uno de sus dedos largos y huesudos; nudillos lastimados se escondían bajo vendas cuya finalidad aparentaba ser únicamente ornamentaria.

Como la luz a una polilla, Uruha me había deslumbrado.

Mi primo había parecido olvidar la responsabilidad de mi presencia cuando me vio en compañía del pelirrojo muchacho, mas no me importó en lo más mínimo; yo solo quería conocer más de aquel misterioso ente lleno de emocionantes relatos y chistes de mal gusto.

Una sonrisa torcida, una seña, y ya le seguía hasta la hacinada pista de baile. Le tenía cerca, muy cerca. Su colonia se impregnaba más y más en mis sencillas ropas cada vez que él se acercaba a mi rostro para soltar una que otra de sus frases cargadas de doble sentido.

Mi corazón bombeaba acelerado en un vano intento por acompasarse con el frenético ritmo de la música electrónica. Una mano juguetona paseó con libertad por mi cintura. Una lengua calurosa buscó mi cuello. Ebrio por las sensaciones que Uruha despertaba en mí, dejé que me condujera hasta los sucios baños del concurrido antro.

Un espacio grande y descuidado, tal como tantas otras veces los había imaginado. Restos de la música distorsionada taladraban las paredes rebosantes de garabatos y humedad. Allí, en medio de grifos goteantes e inodoros en mal estado, Uruha buscó con desespero mis labios. Mi primer beso, un contacto húmedo y con sabor a tabaco barato. En su paladar remanencias de lo que meses más tarde conocería como cocaína, y sus manos frías jalando de la tela floja de mis pantalones auguraban lo que sería el punto culmine de mi noche. Mi cuerpo acostumbrado solo a la propia estimulación vibró bajo su lengua viscosa, mientras la niñez escapaba como vaho desde mis labios.

Una noche especial, una noche de nuevas experiencias.

El tiempo pasó; las estaciones cambiaban su elegante escenario una y otra vez, pero Uruha seguía a mi lado. Él, cuatro años mayor que yo, fue la llave que me abrió a un nuevo mundo, algo más allá de la tierra húmeda bajo nuestros pies. El placer de la carne corrupta, el suave beso de la gloria enfrascado en una simple píldora, la ira y rebelión tras el acorde violento de un vieja guitarra.

"No tengo miedo"[The gazettE|UruhaxReita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora