27: Un lunes muuuuuuuuuuuuy largo

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El fin de semana transcurre en total tranquilidad y me permite dormir hasta las dos de la tarde y recuperar las energías gastadas en... un día de clase. Mmmm. Realmente tengo que cambiar si quiero sobrevivir a esta semana.

Ya es domingo y estoy completamente recuperada, la mano no me duele más y casi no hay rastros del sarpullido. Quizás sea todo un efecto secundario de la felicidad de despertarse a la hora del almuerzo y de no ver por dos días completos a Draco, que sigue en la Enfermería. Por ende, tampoco vi a Pansy Parkinson. La única cosa que anda zumbando molestamente por mi cabeza es la tarea para Runas Antiguas. Hermione se empeña en ayudarme, pero aun así siento que me ahogo en los palitos y los circulitos de las runas más básicas.

Ambas nos quedamos hasta tarde revisando las notas que ella tomó en la clase para estar listas mañana a las 10, en la segunda clase de la materia más maldita que haya visto. El calor y la luz tenue de la chimenea me adormecen y, luego de que Hermione me despierte por tercera vez y me repita lo que acaba de leer, es obvio que es hora de irse a la cama.

—Mañana podemos repasar en el desayuno —le digo para que no se preocupe. La preocupada aquí debería ser yo.

—Muy bien, pero baja puntual —me dice mientras se pone el pijama—. La primera clase es Herbología y hay que salir temprano del Gran Salón para llegar hasta los invernaderos.

Parvati y Lavender llegan poco después a la habitación y luego de cambiarse apagan la luz. Aunque estoy muerta de sueño, puedo oír algunas palabras de su cuchicheo. Quizás hablan de un chico. ¿Lavender no tenía algo con Dean? ¿Hablan de él? ¿O quizás hablan de Cedric? ¿De Oliver Wood? Eso sería ya muy raro. Estoy casi segura de que Karen sigue saliendo con él, no creo que nadie tenga esperanzas con el fanático de nuestro capitán de Quidditch.

Pero mi concentración y mi gran esfuerzo mental para distinguir sus palabras son en vano, ya que hablan en realidad de Trelawney y su gran sabiduría. Esa mujer sabe algo, de eso no hay duda, se nota al hablar. Sus predicciones aún no se me olvidan, y eso que soy Leyla y tengo la capacidad de atención de un...

Barbas aparece bajando el dosel de mi cama y se queda en mi almohada a pocos centímetros de mi nariz. Me evalúa antes de decidir si soy yo o no, y luego pasa por mi cabeza y se queda al otro lado. Parece que dormirá aquí esta noche.

¿Estaba pensando en Lavender y Parvati? No, no era eso. Creo que era Trelawney. Sí, debí haber estado pensando en Trelawney y sus tazas de té. Tengo sed. ¿La jarra está cerca de la ventana?

—¿Quién es? ¿Leyla? —Lavender parece asustada.

—No, soy Filch.

Me sirvo un vaso de agua ayudándome con los rayos de luna que entran por la ventana. No quiero una ducha a esta hora. Cuando termino de beber, vuelvo a mi cama, pero Lavender se levanta y viene hasta mí.

—Permiso —dice, sentándose en la punta de mi cama. Parvati viene detrás de ella y creo que lo menos peligroso es que estén contentas, así que las dejo a ambas que se sienten.

—Pero sean silenciosas —les advierto—, no quiero que despierten a Hermione.

—No te preocupes, no nos interesa que se despierte —dice Lavender—. Pero tienes que con-tar-nos.

Silencio.

—¿De verdad sales con Cedric Diggory?

—Ay, por favor... ¡Chicas!

—¿Sí o no?

—Es mentira, Lavender —dice Parvati—, es mentira.

—Si ya lo saben, entonces no sé por qué me preguntan —digo.

Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora