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—Blake...— Lila me miró de forma amenazadora, Kate aún no salía de una de sus tantas clases extras, y yo estaba a punto de ir a buscarla.
—No hice nada— protesté. Ni siquiera me había levantado de la mesa.
   Desde que Kate había descubierto el asunto de Henry, había dejado de sonreír tan seguido, seguía siendo sarcástica y todo pero el chico le había roto el corazón frente a sus ojos.
—Ha estado dibujando, ¿cierto?— preguntó Lila mordiendo su manzana.
—Bastante— respondí mirando el sándwich a medio comer —Se ha acabado dos plumas esta semana.
—Nuevo récord.
—Me preocupa.
—A mí también.
—¿No podemos hacer nada?
—No lo sé, nunca la había visto tan destrozada. ¿Te ha enseñado sus dibujos?
   Asentí.
—La mayoría son solo sombras proyectadas, ya no son figuras, solo... la sombra de las cosas, ¿comprendes?
—Me hago una idea— admitió.
   Por lo que yo llegaba a entender, que Kate dejara de dibujar los objetos iluminados, reemplazados únicamente por las siluetas sombrías, era algo deprimente.
   Minutos después, Kate se acercó a nuestra mesa en una de las esquinas de la cafetería con su bloc bajo el brazo sujetando la bandeja con ambas manos.
—Hola— saludó esbozando una pequeña sonrisa.
Por alguna razón, llevaba puesto un suéter gris unas dos tallas más grandes que ella.
—No es tuya, ¿cierto?— dijo Lila señalando la sudadera.
—Técnicamente no— respondió sentándose junto a mí.
—¿Técnicamente?— pregunté arqueando las cejas.
—¿De quién es?— preguntó Lila.
—Del chico que va conmigo en química, es mi compañero de laboratorio— respondió dándole un sorbo a su soda.
—Ohhh— Lila le dirigió una mirada en plan, «¿Y cuándo es la boda?».
—Se le cayó el café encima de mí y me dio su suéter— dijo sin mucha importancia.
—Y... ¿es guapo?
—¡Lila!
—Curiosidad— dijo ella encogiéndose de hombros.
—¿Cómo se llama?— pregunté dándole un ligero codazo a Kate.
—Sam.
Cambió de tema rápidamente preguntando por mí y por David. Aquel chico me traía en las nubes de vez en cuando.
Lila estuvo a punto de cuestionar más sobre el misterioso Sam-dueño-de-la-sudadera, pude notarlo en sus ojos.
El timbre salvó a Kate.
—Ups, me tengo que ir— se encogió de hombros y se levantó de la mesa con la mirada de Lila taladrándola.
—Me pregunto quién será el tal Sam...
—Tal vez él haga que olvide a Henry— opiné mirando como Kate se alejaba al gimnasio, le tocaba práctica de voleibol al parecer.
—Me quedé con la duda— Lila se pudo de pie, negando con la cabeza.
—Ya somos dos.

   Los pasillos estaban atestados de gente igual que siempre. Kate no se presentó a la clase de música, y por lo que Lila me dijo tampoco en geometría.
   Saliendo de la escuela, decidimos llamarla, ella nunca desaparecía así como así.
—¿Blake?— oí su voz desde la otra línea, Lila lo puso en altavoz.
—¿Qué pasó, Kate? ¿Dónde rayos te metiste?— exclamé.
—Me lastimé el tobillo— explicó —Megan Roberts, se tropezó y cayó encima de mí. Tengo el tobillo izquierdo entablillado.
—¿Tan así?— empezaba a sospechar de Megan Roberts.
—Sip— suspiró, agotada —Dijeron que en unas semanas estaría mejor, no fue tan grave.
—Que bueno— Lila me quitó el teléfono de repente —Lo malo es que no podrás estar mejor para el baile.
—Aún faltan dos semanas para el baile... la única que tiene pareja asegurada es Blake— dijo exaltada.
—Pero aún así vamos a ir las tres así que tendrás que comprarte un vestido, McAfee.
—Ya que— estuvo a punto de quejarse pero mejor se detuvo.
—Te vemos mañana, supongo.
—Sip, ahí voy a estar. Bye.
—Bye— dijimos Lila y yo al unísono.
—No creo que Megan lo haya hecho por accidente— concluyó Lila.
—Lo dudo.
—Debe haber una razón...
—Pero no somos detectives así que déjalo por la paz...
—Shhhh— me cayó a mitad de la oración —Estoy pensando.
—Ok...
En estos últimos años, he aprendido por las malas a no interrumpir a Lila cuando tiene uno de esos momentos en los que le da por pensar.
Me despedí de ella y caminé de vuelta a casa.

Al día siguiente, mientras esperábamos a Kate en la cafetería, Henry se acercó a nosotras.
—Hey— dijo a modo de saludo.
Y yo lo fulminé con la mirada a modo de saludo.
—¿Qué?— Lila le dirigió una sonrisa de pocos amigos, que claramente decía "¿qué quieres, imbécil?"
—Eh... Kate... ella...
—Te odia con el alma— respondí indiferente.
—Pero...
—Pero nada— lo cortó Lila, a ella se le daba muy bien interrumpir a las personas en los momentos indicados.
—¿Por qué hablas con nosotras?— pregunté sin mirarlo.
—Kate no quiere escucharme— replicó.
—Con mucha razón— intenté no reírme.
—Ni nosotras— dijo Lila fulminándolo con la mirada.
Henry se largó sin decir alguna otra estupidez. Gracias al cielo.
Un par de minutos después, Kate se acercó hacia nosotras en muletas, detrás de ella un chico de cabello rizado y ojos azules le ayudaba con su bandeja. Y debo admitir, que el chico era guapo.
—Gracias— le dijo Kate al chico, quien le respondió con un "No hay de qué" y se fue hacia otra de las mesas.
—¿Quién es?— pregunté con curiosidad.
—Sam— dijo ella sin mirarme.
—¿Tu compañero de química?— preguntó Lila.
—Sip.
—¿El dueño del suéter?
—Sip.
—Está guapo— comentó mirándolo "discretamente".
Kate no dijo nada, pude entender su silencio como una respuesta.
—¿Te invitó al baile?— pregunté.
—Nop— respondió dándole pequeños mordiscos a su comida.
—¿Crees que lo haga?
—Nop.
—¿Vas a ir cierto?
—No lo sé— admitió encogiéndose de hombros.
Ninguna le dijo lo de Henry, no era necesario que tuviera algo más con lo que lidiar.
Al menos por el momento.

   Kate no dejó de dibujar. Siempre había algo en su mente que daba vueltas sin parar, no iba a detenerla pero a veces me preguntaba en lo que pensaba.
—¿Puedo ver?— me pasó su bloc, las páginas estaban cubiertas con tinta negra, que formaban las imágenes y bocetos que narraban de cierto modo una historia.
   Miré cada página, cada centímetro de tinta, cada pensamiento que pasaba por su mente. Y sus demonios, aquellos que la habían herido, que la habían derrumbado...
Todos esos dibujos en tinta negra, eran su vida.

Time to let goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora