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   «Porque tú eres todo mi mundo»
   Me dieron ganas de besarlo.
Después eso, cerca de media noche él se tuvo que ir. Prácticamente se había escapado de casa y seguramente le esperaba un castigo para toda la eternidad.
—Espera— entrelacé mis dedos con los suyos evitando que se fuera. Me acerqué y parándome de puntitas le di un beso en la mejilla, se despidió de mí y bajó por las escaleras de dos en dos.
Me quedé otro rato ahí afuera temblando de frío hasta que decidí volver a escabullirme en el apartamento. Entré por la ventana intentando hacer el menor ruido posible. La cerré con cuidado y al darme la vuelta tropecé con uno de mis lápices y caí de bruces contra el suelo haciendo bastante ruido.
—Lo que me faltaba— mascullé. La puerta se abrió de golpe y mi abuela buscó en la habitación. Opté por fingir que estaba buscando algo debajo de la cama cuando no había nada debajo de la cama.
—Kate, ¿Qué haces en el suelo? ¿Y qué fue ese ruido...?
—¡Nada!— la corté a mitad de la pregunta —Solo buscaba mis lápices, creí que estaban debajo de la cama... ¡oh!— levanté el lápiz con el que me había tropezado fingiendo sorpresa —¡Aquí está! Ay pero que barbaridad, los vecinos siempre con sus escándalos, ja, ja.
   Mi madre no hubiera tardado ni un segundo en saber que estaba mintiendo, sonaba tan falsa que incluso mentalmente estaba maldiciendo por lo pésima que era mintiendo, ni siquiera un extraño se tragaría todo aquel teatro. Pero estábamos hablando de mi abuela y eso significaba que le traía sin cuidado si me aventaba por el segundo piso y fingía haberme tropezado. Sonreí ampliamente para completar mi horrenda actuación.
—Ya está lista la cena si quieres comer.
—No tengo hambre— mentira, me moría de hambre pero el asunto era que ni loca comería algo que esa mujer me ofreciera sabiendo como cocina. En pocas palabras, lo que ella cocinaba no merecía el término de comida.
   Agradecí en silencio cuando se fue, suspiré y me encorvé cansada. Me tiré sobre la cama y sentí mi corazón palpitar.
   Boom-boom, boom-boom.
   Quería sentirme con vida antes de que una línea horizontal marcara mi final.

   Me senté en las gradas, viendo como los del equipo de fútbol entrenaban. Hacía frío, Sam me rodeaba de los hombros mientras yo apoyaba mi cabeza sobre su hombro. El campo de fútbol estaba tan verde como siempre, en el invierno, se teñía de un verde blanquecino debido a la nieve del día anterior, el invierno se acabaría pronto, la idea de la primavera me agradaba.
—Voy a buscar a Lila— dije mirando a Sam.
—Tú quédate aquí, yo voy ¿ok?— dijo con su media sonrisa.
—Ok.
   Lo hacía porque sabía que yo estaba bastante débil, me cansaba más rápido que antes y me odiaba en ese sentido. Lo miré bajar por las gradas y pasar entre lo otros alumnos diciendo con permiso con cierta cortesía que no pude evitar sonreír.
   Me miré las manos, estaban heladas como un témpano, llevaba aquel tipo de guantes que no te cubren los dedos; el vaho salía de mi boca formando una nube blanca alrededor de mi nariz, estaba tan distraída absorta en mis pensamientos que no me di cuenta cuando el chico rubio de ojos avellana se sentó junto a mí.
—Qué frío ¿no crees?
   Ni siquiera lo volteé a ver, dos años de lo sucedido y ni siquiera me atrevía a volver a verlo a los ojos. No respondí, mantuve mi vista al frente, viendo como Sam hablaba con Liam mientras él y Lila seguían tomados de la mano.
   Henry volteó a verme y yo me mantuve inexpresiva.
—Oye, ¿recuerdas cuando te reté a jugar unas canastas y ganaste y tuve que pagarte diez dólares?
   Un débil asentimiento de mi parte, tal vez era lo único que recibiría de mí.
—Pues... te estoy retando a que me mires— declaró.
—¿Y cuál es tu punto?— dije fríamente, la clase de frialdad llena de dolor —¿Me darás diez dólares por hacerlo?
   Volteé mi cabeza, lo miré aún inexpresiva. Había cambiado, ya tenía los dieciocho, los había cumplido la semana pasada si mal no recordaba mientras yo no los cumpliría hasta dentro de cinco meses, su expresión era triste y decaída, aunque no encontraba razón alguna para eso.
   Sonrió.
—Ya era hora— dijo, no le devolví la sonrisa, era un idiota si pensaba que lo haría.
   Aparté la mirada, Sam y Lila subían por las gradas mientras Liam los acompañaba de la mano de Lila quien no dejaba de sonreír. El chico de los ojos azules me dirigió una mirada que claramente decía, ¿estás bien?
—Megan me terminó— dijo Henry rompiendo el silencio.
   «Creo que Megan comienza a caerme bien...» pensé pero no dije nada. Pude decir desde "¡Ya era hora!" hasta  "¡Cuánto lo siento!" o "¡Ja ja, lo sabía!"
—Y bueno yo...— «¿Está intentando hacer lo que creo que está intentando hacer?» —Creí que tal vez...
   «¡Maldición!»
—Tengo novio, Henry— lo interrumpí.
   Arqueó las cejas. Una de dos, o no me la creía o estaba sorprendido.
—Oh.
   Jeje, lo dejé sin palabras.
—¿Puedo interrumpir?— dijo Sam salvándome de una situación incómoda. Bastante incómoda.
—En realidad ya nos vamos— dije, no mentía afortunadamente porque sino no me la creerían y tendría que hacer otra de mis falsedades.
—Hasta luego, supongo— ignoré a Henry, entrelacé mis dedos con los de Sam quien me miró extrañado y se ruborizó débilmente.
   Lila me miró satisfecha y ella y Liam nos acompañaron hasta llegar abajo.
   No hubo un hasta luego.

   Debes dormir decía el mensaje de Sam en la pantalla del móvil.
No tengo sueño respondí envuelta en las cobijas como un burrito.
Ok, ¿tu abuela no se da cuenta?
   Lo dudo, aunque se diera cuenta no le importaría.
   El reloj marcaba las 12:06 am, aunque no era algo que en realidad me importara.
   Feliz San Valentín ;) dijo Sam.
   Feliz San Valentín respondí automáticamente.
   ¿Qué tal si en la noche vienes a mi casa para cenar? Mis padres quieren saber con quién me escapo en las tardes jaja
   Ok, ahora yo soy la que se va a escapar no mentía, comenzaba a idearme como me iba a "fugar".
   Hablando de padres, quieren que me vaya a dormir.
   Noooo :(
   Tardó un momento en responder, supongo que tuvo que evitar que sus padres supieran que seguía hablando conmigo.
   Oye
   ¿Sí?
   Te amo de aquí a la luna y de vuelta
   Y... y yo de aquí a Plutón
   Se desconectó y yo hice lo mismo. Y me quedé dormida, pensando en el chico de ojos azules.

Time to let goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora