CAPITULO VI

986 113 5
                                    

Disclaimer: Free! Iwatobi Swim Club y Free! Eternal Summer pertenecen a Kyoto Animation, éste trabajo se ha hecho sin ánimos de lucro, sólo con fines de entretenimiento.

N/A: Ha llegado el viernes y con éste un nuevo capítulo, en el que Sousuke por fin va a aclararse sobre sus sentimientos, además de algunas escenas interesantes.

He de admitir que no sé qué rayos fue lo que escribí, si es un lime o un lemon, es la primera vez en mi vida que describo una escena yaoi de contenido explícito y no quería valerme de los típicos clichés, además creo que aun me falta mejorar mi narrativa y no me animé a tomar un riesgo mayor, así que espero no decepcionar.

Advertencias del Capítulo: Yaoi, OOC, Spoilers y Lime.

CAPITULO VI

Haru sentía que ni siquiera podía pensar con claridad, su cuerpo temblaba de ansiedad ante aquéllos besos llenos de brusquedad.

Sintió que sus piernas flaqueaban y se aferró a los fuertes hombros del otro chico, que ya estaba devorando su blanco cuello mientras intentaba quitarle la corbata y desabotonarle la camisa del uniforme, tarea que pudo hacer a medias ya que el chico de Iwatobi le facilitó las cosas terminando dicho trabajo.

Sousuke comenzó a quitarse el elegante saco blanco de su Academia, mientras le preguntaba a Haruka dónde se encontraba su habitación, éste apenas atinó a voltear su cabeza hacia la dirección correcta, el más alto entendió el mensaje y tomándolo de un brazo se lo llevó casi a rastras.

Sólo la silenciosa residencia Nanase fue testigo de lo que sucedió en esa tarde calurosa entre aquellos dos chicos que iniciaron una relación llena de hostilidad y que en ese momento ya ni siquiera sabían lo que sentían el uno por el otro, lo único que imperaba en ambos era saciar la necesidad de tocar la piel ajena.

Tras haberse quitado la camisa, Sousuke empezó a desabrochar el pantalón de Haru, que intentó vanamente detenerlo, el chico más alto soltó una sincera carcajada al darse cuenta de que lo que le había comentado Rin era verdad: Haruka usaba el traje de baño como ropa interior y ciertamente eso le causaba mucha gracia.

Metió hábilmente su mano entre el pantalón y comenzó a tocarlo por sobre el traje de baño, mientras recorría de lado a lado la clavícula del otro chico con sus labios y lengua.

Haruka apenas atinaba a articular palabra, sólo intentaba reprimir los gemidos y jadeos que salían de su boca, ¿Cómo era posible que Yamazaki supiera masturbarlo mucho mejor de lo que él podía?

-No quiero que te contengas, no tienes idea de lo que me excita escucharte gemir- le susurró el de ojos claros al oído y entonces Haru se quedó sin aliento.

Sousuke ya se estaba cansando de la postura que tenían, él estando muy agachado y Nanase se estaba apoyando demasiado en su hombro lastimado, por lo que se separó de él, se desabrochó el pantalón para liberar un poco la tensión de su entrepierna y se llevó al pelinegro a la cama.

Donde recostados de lado retomó la faena, no sin antes tomar una mano más pequeña que la suya y llevarla dentro de su ropa interior, en ese momento Haru se quedó congelado y no supo ni que hacer, entonces el más alto le puso la mano sobre el miembro y comenzó a marcarle el ritmo.

Sousuke estaba fascinado ante la vista que tenía ante sí, ese bello rostro antes pálido estaba completamente sonrojado, esos ojos antes indiferentes brillaban con esa luminosidad sólo vista cuando observaban el agua, esos labios tan finos y callados estaban hinchados por sus besos y jadeaban quedamente.

-Quiero que termines para mí y quiero que me veas a los ojos mientras lo haces- le ordenó al otro chico mientras aumentaba la velocidad con que lo tocaba, y levantándole la barbilla lo volvía a besar con toda la pasión que tenía contenida.

Haru no pudo más y ésta vez gimió sonoramente, mientras sentía su cuerpo convulsionar y hacía un esfuerzo sobrehumano por seguir viendo aquellos ojos azul claro; entonces, su mente quedó en blanco y sintió que se elevaba y luego caía a lo profundo de su adorado océano, estaba teniendo el mejor orgasmo de su joven vida hasta ese momento, y Sousuke no pudo evitar venirse ante semejante imagen.

Cuando Haru despertó ya había anochecido, en realidad no supo en qué momento se había quedado dormido, vestía sólo su traje de baño y estaba cubierto por una delgada sábana, entonces cayó en cuenta de que no había rastro de Yamazaki por ningún lado.

Sousuke suspiraba agotado en su cama, había tenido un largo día y se sentía drenado emocionalmente. Había ido de nuevo al hospital a la revisión de su hombro lesionado y aunque había seguido las instrucciones al pie de la letra, seguía sin sentirse bien al cien por ciento.

Desafortunadamente se había encontrado con Kisumi Shigino, un antiguo compañero de la primaria a la que asistió junto a Rin, que no lo dejó en paz hasta que le contó sobre su lesión, sólo esperaba que ese entrometido no se encontrara con Matsuoka o con algún otro conocido en común.

Luego, sin quererlo, pensó en Haruka.

Decidió ir a buscarlo a su casa, en parte porque se encontraba cerca del hospital y en parte por mero instinto; Rin le había contado que Makoto estaba trabajando de entrenador interino como favor personal al dueño del Club, por lo que asumió que el pelinegro regresaría a su hogar sin compañía y no se equivocó.

Y en cuanto a cómo obtuvo su número de celular, eso fue todavía más sencillo, sólo le bastó una revisión rápida al celular del pelirrojo y lo había conseguido.

Mientras esperaba afuera de la casa de Nanase, se puso a pensar sobre su lesión; empezó a sentir miedo de que todos los esfuerzos que había hecho desde la infancia se fueran a la basura, de que sus sueños se destrozaran. Sintió que llegaría un momento en que no soportaría la presión y explotaría, entonces llegó a su mente la imagen del rostro apacible de Haruka y sintió una inexplicable paz y lo comprendió todo.

Por fin entendió a que se refería el pálido chico cuando hablaba sobre sentirse libre al practicar la natación, sobre aceptar el agua y rendirse a su presencia, por eso cuando entraba a la alberca parecía fusionarse con ella y no existía nada más.

Haru no nadaba por ambición, por complacer a los demás o por cumplir expectativas, él lo hacía para sí mismo, porque la natación era lo que le daba sentido a su existencia y le daba la felicidad.

Y en ese momento, sintió que su curiosidad había fructificado y que por fin había logrado descifrar el enigma que representaba para él Haruka Nanase y más que envidiarlo o siquiera seguir odiándolo, quería aprender a ser como él, deseaba estar a su lado, y no separarse jamás, pero entonces lo invadió el miedo.

Porque Sousuke no estaba acostumbrado a sentirse vulnerable, menos a que alguien lo viera en dicho estado, por eso a nadie le había contado sobre su lesión, ni siquiera a Rin que era su amigo más cercano. Por eso nunca había tenido una relación sentimental duradera, porque se cerraba a sus emociones y usaba sus acostumbrados mecanismos de defensa, que eran el cinismo, la arrogancia y la hostilidad.

Y cuando se acercaba a Nanase se sentía vulnerable como jamás creyó, el sólo hecho de ver sus ojos azules o de percibir su aroma o de tocar su piel, sentía que flaqueaban sus defensas y eso lo aterró.

Mientras pensaba en todas esas cuestiones vio llegar al chico que ocupaba sus pensamientos, caminando pausadamente y abstraído como siempre en su propio mundo, y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

Luego recordó todo lo que había pasado dentro de la casa de Haruka, a pesar de todas las insinuaciones sexuales que llegó a hacerle él sabía que el chico no había tenido nada que ver con ninguno de sus amigos, pero le divertía verlo sonrojado.

Aún así se sorprendió al darse cuenta de que tan inocente era el pelinegro en realidad, el sentir su menudo cuerpo estremecerse ante sus caricias rudas, el ver su rostro lleno de placer lo incitaba a llegar todavía más lejos de lo que habían llegado, pero decidió contenerse. Afortunadamente el ojiazul se había quedado dormido, supuso que tanta "actividad" lo había dejado agotado.

Entonces Sousuke decidió que ya era tiempo de asearse y vestirse, luego se dedicó a observar al otro chico durante unos minutos, y un sentimiento de ternura cubrió su atribulado corazón.

Mi Curiosidad es más grande que tu MiedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora