Capítulo 22: ''Regresa a tu hogar''.

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Mi vista se tornó oscura, pero aún así podía sentir el dolor en todo mi cuerpo. En mi espalda, sobretodo. Justo en el medio. Mi cuerpo yacía en un suelo riguroso. Abrí mis ojos con dolor, y noté que seguía en la carretera, y alguien estaba inclinado justo al frente de mi. Desde aquí podía ver el auto con la puerta del piloto abierta, por lo que supuse que era el conductor quien me estaba viendo.

—Señorita, disculpe ¿Está bien? —Preguntó.

—N-no —Murmuré con dificultad —. ¿Ella.., s-sigue allí? —Pregunté intentando voltearme.

—¿De qué habla?

—Ella... estaba allí —Dije rindiéndome, ese tipo no me dejaba voltearme.

—Señorita, necesito llevarla a un hospital —Habló y empezó a moverme para poder cargarme.

—N-no... Déjeme —Murmuré nuevamente.

—No puedo dejarla aquí en ese estado, y menos a esta hora.

—¿Q-qué hora es? —Pregunté cuando me introdujo en su auto.

—Las 2:40am.

Oh.

Esa persona desconocida rodeó su auto y finalmente entró, cerrando la puerta. Observé una última vez hacia el otro lado de la calle y no había nadie, ella no estaba.

—No me lleves al hospital, por favor —Pedí, pues yo me había escapado de la cárcel y de seguro me estarían buscando.

—Estás herida —Dijo empezando a conducir —. No te puedo dejar así, yo fui el que te atropelló.

—Entiendo, pero por favor no me lleves hasta allá.

—Bueno, ¿Donde vives?

—¡NO! P-por favor n-no.

—Entonces —Dijo extrañado —, te llevaré hasta mi departamento, te curaré los raspones y al mediodía te llevaré hasta tu casa, quieras o no.

—Gracias —Fue lo único que dije.

El camino fue rápido. Aparcamos en el estacionamiento de un edificio muy grande. Me ayudó a bajarme del auto y caminar hasta la entrada, una pierna dolía como el infierno, lo que hacía que mis pasos fueran cortos y vacilantes. Tomamos en silencio el ascensor y subimos hasta el piso número 6.

Llegamos hasta la puerta de su departamento, él sacó un par de llaves y abrió las dos puertas.

—Adelante —Rompió el silencio.

—Gracias otra vez —Dije frunciendo mi ceño por el dolor que causaba ahora mi rodilla.

—Siéntate por allá —Indicó hacia unos muebles —. Buscaré algunas cosas.

No contesté y me fui hasta un sofá de cuero blanco que reposaba en una esquina de la pequeña sala, la cual daba una vista perfecta con la puerta. Luego de unos minutos llegó con algodones, alcohol y una venda. En silencio empezó a limpiar unos raspones de mi rostro con alcohol. Ardió horriblemente, pero no me quejé.

El reloj marcó las 3:00am. Mi corazón dio un vuelco cuando escuché que tocaron el timbre.

El chico rió levemente, al parecer notó que me asusté. Se levantó y caminó lentamente hacia la puerta, colocando los algodones en la mesa. Observé un espejo que estaba justo al frente de mi, en él noté mi rostro desesperado, el cual formó una sonrisa. Pero nuevamente, no estaba sonriendo. Viví una especie de déjà vu.

Giró el pomo de la puerta con la misma lentitud, parecía dudar, pero finalmente la abrió. En seguida observó hacia arriba. Mi mirada siguió la de ese chico. Dí un brinco. Era él.

Él estaba aquí.

—Regresa a tu hogar —Susurró con una voz siniestra.

Un Rostro en el Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora