Recuerdo la primera vez que te vi. Entraste en mis sueños y me seguías. Aunque pensé que llegaría el fin, lograste entrar en mis fantasías. Después casi no dormía, pero quería estar contigo. Jamás pensé que llegaría a conocer a ese niño. Ese que me encontró perdida entre arboles y espinas y con el corazón roto y sangrando. Sanó mis heridas y secó mis llantos. Robó mi corazón para hacerlo suyo. Lo encerró con cuidado en un cofre de oro puro. En ese instaste se acercó y a mi oído me susurró: Eres mi princesa. Mi objetivo es cuidarte y amarte por el resto de mi vida y no me importa si para eso tengo que dar la mía. Tan solo soy feliz con ver su sonrisa. Mi mundo gira alrededor de ti, hago locuras para hacerte sonreír. Desde ese instante, que me diste tu corazón, ese hermoso detalle, te convertiste en el príncipe de mi mundo. Ese momento en el que te sacaste en corazón y me lo regalaste. Ni una vez lo pensaste. Solo nos creció un nuevo corazón, uno que crecería lleno de nuestro amor. Así estuve soñándote, en mis noches desvelándome. No paraba de imaginar en aquel día en que te conociera. Había perdido la esperanza, llegué a pensar que nadie me amaría. Todo cambió en aquel momento en que entraste a mi vida. Cuando te conocí, no creí que te llegaría a amar. Que no te fijarías en mí, que no pasaría de una amistad. Me llevaste a las nubes con solo verte. Aunque creí que no te fijarías en mi, comencé a sentir algo fuerte. Cuando me dijiste por primera vez “Hola” sentí que volé al espacio y más cuando pasábamos buenos ratos. Cuando me susurraste “eres mi mejor amiga” ¿lo recuerdas? Mi corazón lo tomó como una alerta. De broma te dije que no eras mi tipo pero te consideré mi mejor amigo. Pensé que jamás tendría oportunidad contigo pero cada vez que estaba contigo te portabas mas lindo. Con el tiempo nos enamoramos. Eres el amor de mi vida y de eso no tengo ninguna duda. Te amo.