Sorridere

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Cantares de un alma atropellada, cantares que son gritos de un suplicio enmarcado de heridas y sangre destilada por un cuerpo que ya no siente tan suyo; ni tan de aquel que lo lleva en aquel delirio.
Delirio que lo vuelve masoquista, que lo vuelve repulsivo y poca cosa; no ante los demás, sino, ante si mismo; ante ese reflejo que le otorga el espejo en las mañanas.

-que tanto piensas- mientras esas manos indeseables son incesantes en provocarle dolor y placer.

-eso que importa- ve hacia un lado, ve sin ver, porque en realidad ya nada importa, porque a pesar del dolor, el odio y el asco...lo disfruta, le gusta y se siente malditamente sucio.

-tus pensamientos no te pertenecen Zero- y ahí estaba! Otra razón para odiarle, aquel lazo que le mantenía literalmente atado a ese chupasangre hipócrita y odioso.

Y cerrar los ojos; cerrarlos por saber que era lo que venia al sentir como aquellas manos bajaban a su cadera y se apoderaban de ellas como garras.
Un grito, es todo, no hay mas sonido que aquel grito desgarrador de su garganta al sentirse invadido por el otro; por sentir como toma un lugar en su cuerpo que nunca fue para él, pero que reclama como suyo

-siempre fue mio Zero; aunque te lo niegues, siempre has sido mio- y aquella lengua pasándose por cada palmo de piel en el cuello, y luego.... Una mordida y otro grito y mas sangre.

Y volvía aquella pregunta insensata de siempre. Para que vivir?

-porque a mi me place- aquella sonrisa!! Odiaba esa sonrisa incluso mas que a su dueño y no faltaba la lengua que, cadenciosa se regodea en aquellos labios cubiertos de aquel liquido que su cuerpo dejaba caer a cada toque de aquel ser.

-te gusta y lo sabes; para que negarte el placer de sentirte bajo mio?- y los movimientos que impulsaban a su cuerpo comenzaban.

Aquel movimiento que le hacia querer desaparecer por disfrutarlo e ir a cada uno de sus encuentros.

Y luego se veía así mismo través de esos ojos; tan sumiso a lo que el otro quería, tan entregado a aquel dolor y lo único en respuesta a cada toque era su voz en un lamento placentero que le ahogaba a cada instante.

-eres mio Zero, mio no por obligación ni por el lazo que te ata a mi; eres mio por voluntad propia, aunque te mate el hecho de saberte hecho para mi-

Y eso era todo! Las ultimas palabras que le marcaban hasta lo mas profundo de si mismo; no era el dolor placentero el que le mataba; no era el hecho de saberse unido a él.

La muerte no se comparaba a la caída de un orgullo, a la de un orgullo lanzado por si mismo; por que lo sabia, él también lo sabia; y aunque le doliera admitirlo.

-eres un maldito-
-lo se; yo también te odio- cuanto odio esa sonrisa!!!

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2016 ⏰

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