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Íbamos a comenzar con la invasión de la Tierra. Había escuchado, gracias a Suzuno, que el primer equipo que mandarían sería el de Midorikawa. Hubo un tiempo en el que éramos inseparables y lo seguiríamos siendo si no hubiese tenido cualidades de liderazgo.

Antes del examen que tuvo que pasar, él formaba parte del equipo Génesis, el mío pero, cuando el examen dio positivo en aptitudes, tuvo que dejar su puesto y liderar el Tormenta de Géminis, equipo de nivel mucho más bajo que el que él realmente tenía.

Unas risas invadieron el campo de entrenamiento. Miré hacia la puerta y allí estaba Nagumo con uno de sus compañeros. Si tuviera que elegir entre Nagumo y Suzuno, capitanes de equipos de mismo rango que el mío propio, elegiría mil veces a Suzuno. Nagumo sacaba de quicio a quien fuera, aunque parecía encajar perfectamente en su propio equipo.

- ¿De qué te ríes, Nagumo?

- Lo patético que es el Tormenta de Géminis - seguía riéndose, cosa que me molestó -. Sólo han tardado tres semanas en ser derrotados. Ni un mes pero ya los han traído. Va a ser divertido ver cómo los destierran.

Cerré mis puños y me fui de allí. No podía ser verdad. No podían desterrar a Midorikawa... Si lo hacían no lo volvería a ver más y, si no lo vuelvo a ver más, ¿para qué estoy luchando? Sé que suena egoísta. Tengo un país entero por el que luchar pero a mí sólo me importa compartir lo conquistado con ese joven de pelo verde que siempre había sido el dueño de mi corazón.

Escuché como unos pasos me seguían. Me esperaba la burla de Nagumo ante mi reacción, sin embargo, cuando giré la cabeza, tras de mí se encontraba un albino de aspecto serio, Suzuno.

- Te has enterado, ¿no? - dije ya que sabía que el albino no comenzaría la conversación.

- Sí. Dentro de veinte minutos es la repesca, si quieres salvar a alguien, deberías ir.

Suzuno sabía de mis sentimientos. Él y yo siempre hemos sido como hermanos pero, al dar ambos, desde un inicio, aptitud de líderes, nunca hemos sido parte del mismo equipo.

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Veinte minutos más tarde me encontraba en una sala poco iluminada. Tras un cristal veíamos a todo un equipo, estaban aterrados, todos menos uno. Miré a mi peloverde a través de cristal, mantenía una expresión seria, como si aún no se creyera lo que estaba viviendo.

- ¿Alguno quiere adoptar alguien en su equipo? - preguntó el director.

Sólo estábamos Nagumo, Suzuno y yo ya que, sólo los de nuestro rango tenían permitido salvar.

- Ni de coña añado a un perdedor a mi equipo - dijo ferozmente Nagumo.

Suzuno negó con elegancia. Entonces el hombre regordete me miró a mí con impaciencia. Posiblemente mis compañeros del Génesis no me perdonasen esto, aunque muchos de ellos también había crecido junto a él. No podía apartar la mirada de él. No quería dejarlo ir.

No sabía si estaba haciendo lo correcto o no pero, mi corazón me gritaba que lo salvase, que merecería la pena. No pude hacer otra cosa que creerlo.

- Yo quiero a Midorikawa para el Génesis.

Una luz blanca iluminó a Midorikawa mientras que sus compañeros fueron absorbidos por una materia negra que se creó repentinamente.

Tras eso la puerta de la sala se abrió y por ella pasó el peliverde, seguía sin ninguna expresión en su rostro y, no levantó la mirada hasta que me puse delante de él.

- ¿Por qué lo has hecho? Yo... Les he fallado - dijo apretando los puntos, sabía que estaba aguantando el llanto -. No te voy a fallar. Hiroto, entrename para ser mejor.