20 julio 1915
Querido Norbert:
El tiempo parece haberse detenido desde que te fuiste, pero no es así... pasa, minuto a minuto, angustioso e incierto, y solo puedo preguntarme si aún respiras. ¡Oh, querido! Nos encontramos ahora en polos tan opuestos de la existencia humana, cariño; tú estás al lado de la muerte y yo al lado de la vida.
La pequeña Siglinda ha nacido, ha llegado al mundo sin que tú lo supieras; sin que te enteraras que tu sangre corre por sus venas, que sus ojos son del mismo tono que los tuyos, que mirándola cada día, solo puedo verte a ti. Espero que te guste el nombre, lo he elegido por la fuerza de su significado: «protección de la victoria». Quiero creer, cariño; que un día el amor vencerá a la guerra, la vida vencerá a la muerte... y tú te unirás a nosotras para construir juntos la familia que soñamos.
Cada noche me siento con ella en brazos a contemplar las estrellas y la luna, como lo hacíamos juntos, ¿lo recuerdas? Me gusta pensar que tú estás haciendo lo mismo en ese momento, que en la calma de la noche puedes abstraerte de ese mundo lleno de olor a pólvora y sangre, y sumergirte en el silencio de las estrellas pensando en mí, como yo pienso en ti. Este cielo inmenso nos une, nos envuelve a ambos al mismo tiempo, y esa luna blanca que me mira desde arriba, es testigo de la vida a la vez que es testigo de la muerte.
¡Hay veces me siento tan egoísta! Me duele el alma mientras la soledad con sus frías garras me va tomando presa, partícula a partícula de mi ser, milímetro a milímetro de mi alma. Siento que no seré capaz de seguir si no regresas, temo no hallar jamás las fuerzas para sacar adelante a Siglinda yo sola. Luego pienso en ti, y en las horribles cosas que estarás viendo y viviendo; conozco tu corazón noble y tan ajeno a ese mundo en el que estás inmerso. Te imagino sufriendo con cada partida de algún camarada, incluso puedo ver el dolor en tus ojos al tener que enfrentar a un enemigo sabiendo que solo es un hombre como tú, desafortunado... luchando por lo mismo, pero del bando contrario. Entonces me siento horrible, Norbert... por estar pensando en mi soledad, cuando tú vas de la mano de la muerte.
Ansío que vuelvas, amor... pero me preocupan las grietas que ésta experiencia estará dejando en tu alma. Temo que cuando regreses ya no seas el mismo, y que lo que se haya roto dentro tuyo ya no pueda repararse. Aun así mis brazos están abiertos y esperando por ti, cariño. Anhelo vehementemente que mi amor y la dulzura de nuestra niña sean capaces de reconstruir el mundo para ti, y que en el calor de nuestro hogar recuperes la paz de tu alma.
Cuando recibas esta carta, mira a la luna y encuéntrame allí.
Con amor,
Berta.
ESTÁS LEYENDO
Amor en letras
Short Story"Amar es un desafío grande y hermoso, si sabemos hacerlo de verdad". Historias cortas escritas para participar de los concursos y desafíos de @RomanceES.