Capítulo 1 - Amanecer

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La luna estaba en su punto más alto de la noche, su luz blanca resplandecía en las copas de los árboles. Les daba un aspecto siniestro, del cual no podía sacarle los ojos de encima. No se escuchaba ningún ruido, salvo sus botas de cuero contra la tierra seca. Había estado caminando durante horas, pero no estaba cansado. Tenía su mochila a cuestas con lo imprescindible para viajar, tenía comida, agua, una carta y un mapa. Pero ya no se fijaba en el mapa, se lo había aprendido de memoria. Una de las cosas que le había enseñado su maestro era a memorizar todo en corto tiempo, si no lo lograba llegaba el castigo. Le dio un escalofrío simplemente el imaginarlo.

Miraba al horizonte, hasta dónde podía ver seguía el camino con más árboles alrededor. Su maestro le había encomendado ir a la capital del reino de Alba, según su memoria todavía le debían faltar cerca de cien estadios.

Siguió caminando bajo el manto de la noche. Empezó a escuchar el batir de las alas, miró a su espalda. Vio un búho que volaba bajo entre las copas de los árboles. Era negro con unas plumas blancas en la cola, le parecía curioso verlo ya que nunca había visto uno igual. Pasó volando encima de él rápidamente, se metió entre los árboles y lo perdió de vista.

Sin darse cuenta escuchó el ruido de unos cascos, a su lado apareció un caballo tirando de una carreta. Vio a una persona sentada tomando las riendas, pero no podía verle la cara bien por la luz del farol que tenía a un costado. Tiró de las riendas y el caballo relincho parando.

El Hombre de la carreta se aproximó, tapó el farol con su propio cuerpo. Ahora lo podía ver con claridad.

Era un hombre mayor, tenía arrugas cerca de los ojos y unas cejas muy pobladas de canas. Se había quedado calvo y le faltaban algunos dientes. Sus ropas estaban muy sucias, debía ser un granjero pensó. Este lo miró un tiempo y dijo rápidamente.

Es peligroso andar por la noche sólo muchacho - Lo dijo con una voz seca.

Estaba en dirección a la capital - dijo rápidamente con un ademán.

Voy para el mismo lugar - carraspeo su cabeza y siguió - ¿Quieres que te lleve?

Lo miró de arriba abajo, también lo hizo con la carreta. Pensó que sería más rápido si iba con él. Asintió con la cabeza. El hombre sonrió y le dijo que subiera detrás. Se dirigió hacia la parte posterior de la carreta, subió de un saltó y le indico que podrían partir.

Se sentó entre varios costales de harina, miró a la luna. Ya faltaba poco para que amaneciera, podría llegar ese mismo día. La carreta iba más rápida que su caminar, debes en cuando pegaba un pequeño saltito. El hombre se quejaba del mal mantenimiento de los caminos, también lo hacía de los impuestos.

Pasó un rato sin decir nada, ya habían recorrido un largo camino. Los pájaros empezaron a cantar, se veían varios ya volando. El hombre de la carreta pronunció.

¿Qué piensas hacer en la capital?

Tengo que entregar una carta - Había más pájaros volando de los árboles.

¿Qué clase de mensajero eres si no tienes caballo?

Uno de último momento.

Recordó cómo le había entregado la carta su maestro, era su última prueba. Tenía que descubrir a quién dársela, la carta estaba protegida con magia así que no podría leerla aunque quisiera. Muchos pájaros salieron del bosque a su derecha. Lo observó y lo dejó pensando.

¿Cómo te llamas chico? - miró hacia él.

Me llamo Daniel.

Miró hacia el suelo, las piedras se movían un poco. El ruido de los pájaros se incrementó, salieron volando de la copa de los árboles. Se empezó a escuchar los temblores de la tierra como si fuera un tambor. Miró al hombre de la carreta y le dijo.

Edad Oscura - El Imperio del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora