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Regina se pasó por última vez el cepillo por su cabello rubio hasta los hombros, lo dejó en su mesa de madera pintada de gris y dió los cinco pasos que suele dar a la puerta de su habitación, salió de ella y caminó los tres pasos que le faltan para la habitación de su hermano, tocó cinco veces la puerta con el ritmo de una canción que ella y su hermano Elliot habían inventado para saber que eran ellos tocando la puerta, la puerta se abrió y su hermano Elliot apareció tras esta, siguió caminando hacía su baño dejando que Regina pasara, ella miro su habitación como si fuera la primera vez que la hubiera visto.
Era igual que la suya, solo que en espejo y tenía adornos muy elegantes, cosas de hombre y todo demasiado ordenado, propio de un príncipe, completamente lo contrario a la de ella. A él le gustaba ordenar, a ella contar todo.
—¿Nerviosa por tu primer año en Agravar?— preguntó su hermano desde su baño viendo a su hermana mayor acostada en su cama desde el reflejo del espejo, mientras él se arreglaba su cabello rubio con un peine hacía un lado.
—La verdad un poco. Dudé en que llegara mi invitación.— dice tomando una bola de cristal con un muñeco de jengibre al lado de una casa de galleta dentro, del mueble de Elliot y agitandola.
—Todos lo dudamos Gigi.— dice y se ríe, saliendo del baño. —Deja eso.— señala a su bola de cristal, inmediatamente Regina la deja en su lugar. —¿Qué haces aquí?—
—Necesito que me ayudes a escoger que ponerme, no sé que ponerme para mañana.— dice estirándose en la cama y pateando la pierna de su hermano.
—Pues aquí está mi armario, si quieres tomar algo hermanita.— los dos están acostados boca arriba viendo al techo en el que Elliot pintó detalladamente un hermoso cielo que parece real con los óleos de su abuelo en las vacaciones, Regina pasa sus manos atrás de su cabeza.
—Claro, Loti me voy a poner un saco, una corbata y unos pantalones elegantes.— dice con sarcasmo, Elliot se levanta y jala del brazo a su hermana, esta se levanta perezosamente y se sienta en la cama, entonces Elliot la jala más fuerte y al fin se levanta, los dos caminan a la puerta de madera con detalles pintados de dorado que está en frente de ellos, también son cinco pasos, dan los tres típicos de Regina a su habitación, entran a ella y a Elliot casi le da un ataque.
—¿Cómo puedes vivir en un lugar tan desordenado?— dice, por su voz parece que le va a dar un ataque de nervios, o ya le está dando uno, él corre a la cama de su hermana que está al centro de la habitación, jala sus sábanas moradas y su colcha y la tiende, luego corre al escritorio que da a la ventana, acomoda los cinco libros que están descuidados y los pone con los demás, acomoda la alfombra en forma de estrella, pone en orden la mesita de noche de su hermana, cierra la puerta del baño y después vuelve a la puerta de la habitación. Regina solamente se ríe de la situación.
—Lo único que tenías arreglado son tus libros, se notan tus prioridades.— dice al fin, Regina levanta los hombros y aprieta la boca, aceptándolo.
Elliot camina los dos pasos que son de la puerta de la habitación a la gran puerta del armario de su hermana y la abre, casi se desmaya cuando ve un póster de Zac Efron en la puerta. Elliot la mira con el ceño fruncido, muy enojado Regina se sigue riendo de su hermano.
—No, sabes que no permito chicos.— empieza a regañarla, Regina rueda los ojos y le pide al cielo que no empiece con una escena de celos como la que hace siempre que ven películas y los actores están guapos o cuando mira ella a chicos. —¡Todavía estás muy pequeña, además eres mi hermanita!— Sus plegarias no fueron escuchadas.
—Elliot, tengo 18 casi 19, además eres unos meses más pequeño. Ya pareces papá con estas escenas que haces.— ella lo reta, él acepta su derrota, abre la otra puerta y esta vez encuentra un póster de un chico que ella encontró en una revista, todavía estaba averiguando quien era.
Elliot salta como si hubiera un monstruo ahí dentro y Regina estalla en carcajadas, su hermano la fulmina con la mirada.
Unos minutos después, Elliot sale con un vestido largo, rosa con flores en la mano y sólo hace falta que Regina haga una mueca para que él vuelva a zambullirse en esa enorme selva de ropa. Sale y entra unas veinte veces, o con ese número se queda Regina, porque hasta la misma princesa-cuenta-todo había perdido la cuenta, tampoco sabía el tiempo que llevaban ahí, pero se desespera después de lo que parece mucho tiempo, se sienta en el piso y hace berrinche, una de las muchas cosas que la princesa Regina detesta es escoger y buscar ropa.
Siempre se ha quejado con sus papás de porque no pueden contratar a alguien que le escoja su ropa, pero ellos dicen que ya es suficiente con alguien que la diseñe y la cosa.
—Ya callate chillona.— se queja Elliot saliendo detrás de las puertas de madera con dos ganchos con ropa en la mano izquierda. Se va a la otra puerta, donde están los pares de zapatos de Regina y toma unos tacones azul rey no muy altos, le entrega todo. —Pruébate esto.—
Ella rueda los ojos y camina perezosamente al baño quejándose por todo, como solo ella bien sabe hacer. Es una falda negra con flores de diferentes tonos de morado, unos tres dedos arriba de la rodilla contó Regina y se adapta increíblemente bien a su cuerpo, la playera es azul marino y muy delgada, tiene un resorte en el cuello para poder ajustarla a los hombros. Se sube a sus tacones y sale del baño.
Elliot que estaba ordenando el armario, asoma la cabeza y se queda impresionado cuando la ve salir, Regina se siente muy incómoda al respecto.
—Estás muy guapa.— dice él, Regina sonríe y camina hacía su cama, se da una vuelta para que su hermano pueda verla bien, él se da cuenta de la forma que le da la falda a su cuerpo. —No.— dice, Regina lo mira confundida. —Va a haber muchos chicos viéndote, esa falda no.—
—Que la aprueben mis papás.— contesta Regina levantando los hombros, se acerca al teléfono que tiene en su mesa nada elegante que compró, obviamente nadie de su familia la aprobó pero a ella en cuanto la vió le gustó. Marca el número que memorizo de pequeña para hablar a la habitación de sus padres, les pide que vayan y en unos minutos están ahí.
—Wow. Te ves preciosa.— dice su padre en cuanto abre la puerta de la habitación, trae su cabello castaño muy despeinado y mojado y seguro estaría saliendose de bañar, su madre trae su cabello en un chongo húmedo porque seguro se había bañado antes y asiente en aprobación.
—¡Papá, yo no pienso que es adecuado para ella!— exclama Elliot. Regina y Cecilia, su madre, se rien de como Elliot protege a su hermana mayor.
—Elliot, por favor ya no es una niña.— dice su madre volteando a ver a su hijo, después voltea a su hija.— Es perfecto.— Regina voltea a ver a su hermano y le da su sonrisa victoriosa. —Bajen a la cena en cinco minutos, después suben a ducharse.— sus padres cierran la puerta.
—¿Ves? Ya no soy una niña.— agrega con voz retadora Regina antes de guiñarle el ojo y entrar a su baño meneando sus caderas más de lo normal para molestar.
—¡Si haces eso mañana en la escuela...!— Regina azota la puerta interrumpiendo a su hermano. —Esto si que es amor de familia.— dice sarcásticamente Elliot antes de salir, Regina se ríe desde el baño.
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Los secretos de la realeza.
FantasyCuando en Bradene, Erand, Syltois o Casatovia cumples diecinueve años, puedes cruzar legalmente la frontera y, si eres una persona particular puedes entrar a Agravar, la escuela de la realeza. Regina y Alaska son especiales, entraron a Agravar y ah...