CODENAME/HOME.SWEET.HOME

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Starting System.

OS Damaged... Error...

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OS Rebooting... Starting System... Error 2gh5ty653 in the read memory...

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Starting System...

System Over...

Clean All Command

[Enter the password] [...] [...] [...]

[Welcome] [Professor Gate]

[Select your operation]

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[Last Memory Selected] [...] [...] [...]

[Rebooting System in...]



Recuerdo con cierta nostalgia los años que nos la pasábamos viajando por allí, explorando y descubriendo cosas, como si estuviéramos en medio de una mágica aventura a lo largo y ancho del universo.

Hace tan solo dos décadas que desperté de mi sueño criogénico. Cuando lo hice, estaba muy asustado y nervioso, pensando en que llegaría al punto de experimentar alguna de esas extrañas enfermedades y trastornos psicológicos que, según dicen, abundan en el espacio.

Pero asombrosamente me mantuve cuerdo, ocupando mi mente y mi cuerpo en trabajar y navegar esta nave que ha sido, estos últimos veinte años terrestres, mi preciado hogar.

Pero a diferencia de las personas, mejor dicho, los humanos que experimentan un sentimiento de pertenencia y de añoranza por el lugar al que llaman hogar, mi mente y corazón han llegado a la conclusión de que esta nave, kilómetros de acero y tecnología de vanguardia―quizás lo fuera hace dos siglos, pero ya no―, no era más que una prisión para que tuviéramos como recordatorio lo frágiles que somos allí fuera. Pero dejemos esto de lado, o realmente considerare el suicidarme.

El día de la fecha―ya no recuerdo―, se cumplen veintiún años dentro de esta chatarra, navegando y dirigiendo a sus tripulantes en la búsqueda implacable de un planeta capaz de albergar a nuestra especie. Recordar que ya son doscientos setenta y dos años terrestres desde que la nave fue lanzada, me hace sentir algo de felicidad, ¿o sería lo contrario?

Bueno, que me distraigo de lo que realmente tengo que hacer. Ya son veintiún años. Desde entonces, hemos hecho varios descubrimientos asombrosos, otros no tanto―¿para qué mentir?―, y nos hemos metido en varios líos gordos que casi nos cuestan la vida.

Por un lado, hacia ya más de medio siglo que no sabíamos nada de la Tierra. Lo siguiente, fue un extraño contacto con, lo que muchos creyeron, era vida extraterrestre. ¿Se lo imaginan? ¡No estamos solos! Desafortunadamente, perdimos contacto y no volvimos a tener pistas de "ellos". Supongo que solo fue una onda residual terrestre. Había registros de ellas en las bitácoras.

Nuestro viaje por el espacio transcurrió sin mayores perturbaciones, registrando y catalogando cientos de planetas y estrellas que, para nuestra suerte, no eran habitables. Los mismos chistes durante tanto tiempo ya no causaban el mismo efecto que cuando niño, y es que eran malísimos ciertamente.

Luego de dieciocho años de viaje, fuimos testigos de una de las más extrañas maravillas del universo. Si el viaje antes me había parecido desagradablemente largo y aburrido, ahora finalmente teníamos una razón para continuar contando esos chistes que a nadie hacían gracia.

La Cosa, como la nombramos de forma apresurada, era la mayor nebulosa que jamás nadie, en esta vida o en la otra, pudiera encontrar de la misma forma que lo hicimos nosotros: accidental y sin interés.

Pero allí estaba, y nuestro aproximamiento llevara otros cien años. Pero desde ya estamos investigándola, especialmente porque pudimos averiguar que se trata de un sistema joven que todavía está en su ciclo madurativo. Ya existen una buena cantidad de planetas y un número modesto de estrellas del tipo Gigantes Rojos que calientan la nebulosa y los planetas. Uno de estos es especialmente prometedor.

Pero el pensar que todavía hay que alcanzarla y probar a ciencia cierta si es nuestro destino final―lo diré de una forma amigable―, es una porquería de la más grande. Incluso ahora, con cincuenta años, no creo que viva lo suficiente como para siquiera alcanzar el brazo más externo de la Vía Láctea, donde se supone que se encuentra esta nebulosa.

Esta es mi última bitácora, y en ella plasmo mis últimos deseos y esperanzas para la futura generación. Espero que, sea quien sea que lo lea, lo haga dentro de muchos años en el futuro―dentro de mil años no estaría nada mal―.

Gate, fuera.



[End of the log]

[Restart the system] [...] [...] [...]

[All operating system]

[Restoring vital functions of the ship]

[Clean All Levels]

[Initialization operation RfE-356]

[Code name] [:] [Home.Sweet.Home]



No pasó demasiado tiempo, papá. Es una lástima que el cáncer te pasara factura tan solo un año después, porque jamás hubieras creído en realidad lo cerca que estábamos de nuestro hogar. Ya no se llama La Cosa. Hoy la rebautizamos. Su nombre, poco bonito a tu parecer, es la "Nebulosa Gate". Y nuestro nuevo hogar, RFG/744, es mucho más que prometedor. Es nuestro nuevo hogar.

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CODENAME: SWEET HOME (Nombre Código: Dulce Hogar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora