Escéptico y actuando únicamente por reflejo, fue como Ritter respondió a aquel beso. Correspondió sin siquiera notarlo, como si subconsciente hubiese guardado aquél deseo refrenado por tanto tiempo y, ahora, no lo dejase actuar de ninguna otra manera más que para satisfacerlo.
-Tenemos que irnos.- Dijo al fin, resistiendo con afán la tentación que aquellos labios le insinuaban, pero conservando como usual, su sobria postura.
No le permitió tiempo para una respuesta. La incorporó en la cama y la vistió con su playera que recién había dejado junto a ella.
-Bry, ¿está todo bien?.- Preguntó con cautela.
-Por supuesto que no, debemos partir ahora.- Se limitó a responder sin mirarla a los ojos.
-Vale...- Expresó ella con la misma seguridad que aparentaba él, pero con un caótico nudo de dudas e inseguridad dentro de su mente.
Antes de que pudiese levantarse por sí misma, Bryan la intercepto de frente y la tomó entre sus brazos. "Otro de sus gestos innecesarios". Rompió la ventana de una patada haciendo añicos el cristal y se dedicó a salir de ahí lo más pronto posible.
Del otro lado de la puerta Abraham escuchó el estruendo, y con violencia derribo la puerta y entró a la habitación, apuntando su arma ya cargada. Lo único que encontró fueron los fragmentos de cristal regados por el suelo y la cama, reflejando con gracia la luz del atardecer que se avecinaba.
"¡Esos idiotas se han burlado de mí!". Se dijo con rabia mientras se asomaba por el marco roto de la ventana y los veía corriendo a lo lejos, adentrándose en el bosque.
De la misma manera saltó por la ventana, sin notar que el filo de varios fragmentos que restaban sobre el marco en él que se apoyaba para salir, se clavaban con repudio sobre su piel dejando escurrir su sangre por las paredes, hasta el suelo. Sin perder tiempo en esa clase de trivialidades, saltó desde la ventana y fue tras ellos.
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-¡¿Qué demonios te sucede Bry?! ¿Haces esto cada vez que puedes o qué?. Ah, puedo andar por mí misma sabes...- Exigió Scarlet soltándose de su regazo a forcejeos.
Cayó al suelo, de cuclillas y se reincorporó no sin un desmesurado esfuerzo de su parte. El cuál por supuesto procuró ocultar. "Maldito orgullo, un día terminarás matándome." Pensó con sarcasmo.
Se encontraban entre los límites del cuartel y el bosque que lo rodeaba. El semblante del sol pronto se ocultaría afable, y dejaría tras de sí una gélida y penumbrosa escena. "El momento perfecto para huir y encontrar un buen escondite."
-¡Hey Ritter!, ¿No vendrás?.
Para cuando reaccionó, vio a Scarlet apartándose a trote ligero, exclamándole sobre su hombro. Una nostálgica sonrisa iluminó su rostro y la siguió.
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El ocaso era más cálido de lo que se esperaba para ser uno los últimos días que concluiría el otoño. El cielo dibujaba con diversión distintos matices hasta lo más alto y profundo del azul. Cada reflejo de luz que se proyectaba en el lago producía una distinta manifestación de nostalgia.
-Sabía que os encontraría aquí.
-¿Dónde más podría estar Hay?.- Se limitó a contestar sin voltear a verla.
-Lo lamento, estábamos preocupados. Ziel me ha mandado a buscaros, tal vez porque soy la única persona además de tu hermana que puede encontraros Brud.
-Lo sé. Y no sé qué es lo que lamentas Goldgeist.- Dijo con sequedad.
-Uhm, lamento lo que sucedió hoy con Scarlet.- Expresó un tanto consternada, a lo que él no respondió palabra alguna.
Quedóse mirando con seriedad aquella ironía que lo había intrigado desde pequeño; cómo el sol parecía sumergirse en los límites del lago difuminándose en formas graciosas, y cómo el agua cristalina lo ahogaba en sí como un llamado de serenidad que reclamaba el cielo nocturno. Y, entonces, sólo desaparecía. Como si nunca hubiese estado ahí.
-Tal parece que lo amáis más que a mí.
-¿A qué te refieres?.- Cuestionó con poca convicción.
-Siempre que estáis triste o molesto por algo, venís aquí a compartir tus penas con este lago y no conmigo.- Respondió ella sin mala intención, sino más bien con una sonrisa dulce en sus labios. Caminó hasta su altura y se agacho junto a él, que estaba sentado pasivamente en el muelle. -¿Estáis bien, Drachen?.
-No. ¡Todo esto es mi culpa Hay!.- Se echó a sus brazos como un niño, e intentado fallidamente contener las lágrimas, continuó con poco aliento; -Voy a terminar perdiéndolo todo si sigo así, todo lo que no merezco... Y, tengo mucho miedo de perder por quienes lucho, que toda batalla pierda sentido y entonces mi miserable vida deje de valer la pena.
Hayley lo abrazó, con todas sus fuerzas como si quisiese con ello borrar cada partícula de su dolor, junto con el de ella. Podía percibir su desesperación y su inminente terror en cada palabra y gesto. Un par de lágrimas descendieron prófugas por sus mejillas.
-¿Qué sucede Goldgeist, cuál es la razón de tu llanto?.- Preguntó Brud más tranquilo, y con ternura limpió aquel par de cristalinas gotas de su piel. Realmente aquel abrazo lo había reconfortado sin notarlo.
-Sucede que puedo sentir todo vuestro dolor, Drachen.- Contestó ella con cordialidad y compresión, regalándole en una mirada todo lo que pudiese necesitar en ese momento. Después colocó sus manos en el pecho de Brud, acallando su corazón y todo sentimiento marchito que hubiese permanecido.
Él se perdió en el océano de sus ojos, sin desear volver a encontrarse. Tomó suavemente su rostro entre sus manos y la besó, con una calidez que quemaba exquisitamente sus almas. Ella correspondió de inmediato, como si lo estuviese esperando y de a poco con la vehemencia de aquel de beso, fueron inclinándose hasta terminar recostados en el muelle. Con mucho tacto, él sobre ella, la besaba con vigor, como una inconsciente necesidad.
Después, la abrazó afanosamente, se recostó en su pecho y con una tristeza irremediable en cada palabra, le susurró:
-Hay sé que no te merezco, pero te amo y te necesito, te necesito más que nunca... por favor no te vayas.
Goldgeist; Corazón de Oro.
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En Memoria de la Seductora Guerra.
AçãoRomance o sólo un lívido deseo. Repudio y amor, cimentados en la crudeza de una Guerra estratégica de la que es irreal salir con el espíritu ileso. "No escoges dónde nacer, ni tampoco tu destino, pero escoges por quién luchar; porque han sido las im...