Toda historia tiene un comienzo y un final, pero.
¿como sabemos cuando realmente es el final?
Comenzó un dia nublado, las calles vacias, la espesa neblina que cubria el lugar.
Yo tenia como obligacion acudir a clases de regularización, como todos, mi primer dia.
He de admitir que la idea de socializar nunca me llamó la atencion hasta que esa misma tarde, al estar en el lugar indicado y en la hora adecuada pude ver a la persona que sería culpable de mis risas, de mis sueños, de mis esperanzas, de mis noches sin poder dormir, de mis tardes sin poder pensar, de mis trsitesas, de mis llantos. La persona la cual sería dedicada esta historia.
Al entrar al salon y percibir la tristesa del lugar y el aburrimiento que yacía en ese lugar me hizo llegar a la conclución de que serían unas vacaciones muy pesadas.
Habian quizas veinte personas, pero solo una llamó mi atencion. Una piel blancuzca, unos cabellos quebrados y negros como el carbon, unos ojos penetrantes y oscuros, una sonrisa linda y una figura cubierta por una sudadera larga de color negro, unos jeans negros y unos vans gastados.
Quizas tambien porque fue la unica que pregunto mi nombre luego de entrar.
En ese presiso momento entré en pánico.
-¡Oye! ¿como te llamas?
-¿Ah...?
-Si, tu. ¿Cual es tu nombre?
En ese momento el profesor entró, salvandome de la amenza que aquella chica demostraba.
Las clases pasaron, al final dicho profesor nos haría un examen para evaluarnos.
Al terminar, nos pidió que nosotros calificaramos el examen, me toco el examen de ¿Andrea? ¿Carolina? ¿Diego? Realmente no lo recuerdo.
Solo puedo recordar a quien le fue conferida la tarea de contestar mi examen.
A esa chica que hace unas horas preguntaba mi nombre sin tener exito.
Un silencio invadió el aula, cuando a los pocos segundos de ser recibido mi examen escuché con precision.
-Así que te llamas Luis ¿eh?
-Si, mucho gusto.
-Mucho gusto. Mi nombre es Daniela.
Esa conversacion fue suficiente para conocer a la chica de mis sueños.