—¿Estás segura de que esto es lo que realmente quieres, Angela? —Habló cerca de ella, con su cálido aliento acariciando su piel y haciéndole cosquillas en la oreja.
—Estoy segura.
¿Qué tenía en mente, iba a follarla delante de todos? Su estómago se tensó.No había nadie en ninguna parte en quien confiara más que en Ethan. Él nunca la lastimaría físicamente, a pesar de que las probabilidades de un corazón roto por su parte eran bastante
altas.Ethan la guio hasta una habitación abierta en la esquina, murmurando algo acerca de consecuencias que ella escogió ignorar. Había una puerta que podía cerrarse por privacidad, pero él la dejó abierta. La pared que daba a la sala de baile habría sido casi en su totalidad una ventana si hubiera habido una ventana en ella. En cambio, era un gran agujero cuadrado donde la multitud podría reunirse y observar. En el interior, la habitación estaba pintada de azul oscuro con una suave iluminación que ofrecía a los visitantes y jugadores bastante luz para ver sin ser molesto. Unos muebles negros situados en cada esquina, llenos de cualquier tipo de juguete o instrumento en los que uno pudiera pensar.
En el centro de la habitación había un potro hecho a medida cubierto de piel. Se dirigieron en esa dirección y se imaginó a sí misma atada en la parte superior de la misma con el trasero desnudo en dirección a la ventana. Sin embargo, Ethan la empujo más allá y, en cambio, la guió hacia la cruz clavada en la pared que tenía un banco bajo en forma de una amplia V.
—¿Estás familiarizada con una de estas? -le preguntó.
Ella sacudió la cabeza en negación.
Había ganchos en los extremos de la cruz y en la parte inferior de los extremos del estrecho asiento.
—Se llama silla de Saint George. Quítate la ropa y siéntate.
Ella vaciló.
-Angel, ¿vas a ser capaz de obedecer?— Él le lanzó una mirada seria
Tragó el nudo en su garganta y situó sus manos sobre su estómago asentando los nervios.
—Sí, Señor—Desabrochó su halter en el cuello y la espalda y lo dejó caer en el suelo a sus pies. Luego, meneó la falda y la alejó de sus piernas. De pie, desnuda frente a él por primera vez, era tan excitante como angustioso. Él se detuvo un instante para mirarla de arriba a abajo, de la cabeza a los pies, luego se dirigió a los armarios por suministros.
—Ve y siéntate.
Sintiéndose un poco cohibida, hizo lo que le dijo, se giró y se sentó en el pequeño asiento con la espalda contra la cruz acolchada en la pared. Cuando alzó la vista, miró hacia la ventana abierta y la gran multitud que se había formado a mirar. Había oído sus susurros a su espalda, pero verlos delante de ella, sin saber hasta dónde quería llegar.
Ethan regresó con varios paquetes, que depositó en la mesa junto a ella.
—Dame la muñeca—Ella extendió la mano y le observó envolver la muñeca con una esposa de cuero negro con adornos en piel de color rojo. Lo repitió atándola en el otro lado. Cada esposa tenía una anilla en forma de 'D' que se unía al cierre al extremo de cada lado de la cruz, así sus brazos estarían de frente y, básicamente, pegados a la pared.
—Los tobillos, ahora—Se puso de pie frente a ella, protegiéndola temporalmente de la multitud.
Sus grandes manos le acariciaron las rodillas mientras su boca le robó un lento y adictivo beso. Angel se abrió a él, hambrienta por lo que le daba. Su pasión le quitó el aliento. Podía perder en atenciones como ésta. Con su atención centrada únicamente en la posesión de su boca, apenas se percató de que sus manos se deslizaron entre sus muslos y empujaron las piernas abiertas hasta que el aire frío se precipitó a través de sus ahora expuestos labios. Gimió dentro de su boca y él se tragó el necesitado sonido. Ethan rompió el beso y fue a atar sus piernas a la parte inferior de la silla. Cuando terminó, se puso en pie y se dirigió a la mesa situada junto a ella. Ahora estaba sentada, sujeta con los brazos y las piernas ampliamente abiertas, con el coño en completa exhibición a todos los que observaban. Hubo muchas sonrisas y gestos de aprecio hacia ella y, a pesar de su amor por la atención, su cuerpo se calentó.
—Angela, mírame—Ella se giró y se encontró con su mirada—¿Estás asustada?
—No.
Ethan sonrió con esa maliciosa sonrisa, la que decía, voy a devorarte.
—Has estado escondiéndote de todos nosotros durante meses, creo que es justo que nosotros nos escondamos de ti esta vez.—Cogió un pañuelo negro de la mesa y lo colgó en sus manos. Envolvió la venda alrededor de los ojos, atándolo en la parte posterior.
—¿Estás segura de que confías en mí, cariño?
Por supuesto que confiaba en él. Le había conocido desde que era una pre-adolescente con un enamoramiento tonto.
—Sí, por supuesto.
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TÓMAME (+18)
RomansaDurante demasiado tiempo, Angela intentó captar la atención de un hombre, sin poder conseguirlo. Luego de descubrir el secreto de este hombre, que incluye mucho sexo sucio, traza un plan que no podía fallar. Angela siempre obtiene lo que quiere...