Capitulo 1En 1959, Holmes Chapel, ubicada dentro de la llanura de Cheshire, en Reino Unido, era el típico pueblecito del noroeste de Inglaterra. Era de esa clase de lugar donde la humedad se disparaba tanto en verano que incluso con el simple acto de intentar salir a buscar el correo en el buzón, a uno le entraban ganas de ducharse, y los niños correteaban descalzos desde abril hasta octubre bajo los robles centenarios recubiertos de musgo y su típico culebrera hecho de goma. La gente saludaba desde el coche cuando se cruzaba con alguien por la calle, tanto si lo conocía como si no, y el aire te acariciaba el rostro junto con el olor a pino, un aroma distintivo de Holmes Chapel.
En aquella época, solo había tres canales de televisión, aunque la televisión nunca fue un pasatiempo fundamental para nosotros, los niños del pueblo. En vez de eso, nuestras vidas giraban en torno a las iglesias. Por entonces, el gran acontecimiento del año estaba auspiciado por la iglesia del centro del pueblo - San Rafael, para ser más precisos- juntamente con el instituto de la localidad.
Todos los años, sin falta, organizaban una función navideña en el teatro. Se trataba de una obra escrita por Scott Tomlinson, un reverendo que era miembro de la iglesia desde que Moisés había separado las aguas del mar Rojo. Scott escribió "El ángel de Navidad" y decidió sustituir definitivamente el Cuento de Navidad de Dickens por su obra. La verdad es que no estaba mal, lo cual no dejó de sorprendernos. En líneas generales, se trata de la historia de un hombre que ha perdido a su esposa unos años antes. Era un hombre muy religioso, pero sufre una crisis de fe cuando su esposa muere en el parto. A partir de ese momento, tendrá que criar a su hijo solo, y no es el mejor de los padres.
Así que, en realidad, no estaba mal. A decir verdad, la gente se hartaba de llorar cada vez que veía la función. Todos los años se agotaban las entradas, y, gracias a su fama, en lugar de representarla en la iglesia, hubo que recurrir al teatro, que tenía mayor aforo. Cuando yo estudiaba en el instituto, cada año había dos representaciones de la obra, y en ambos casos el teatro se llenaba a rebosar, ya era una historia curiosa de por sí.
Tenía cuarenta y tres años cuando se casó; y cincuenta y cinco años cuando nació su hijo, Louis Tomlinson. Su esposa, una mujer enclenque y menuda, veinte años más joven que él, tuvo seis abortos antes de que naciera Louis, y al final murió en el parto, así que Scott se quedó viudo y tuvo que criar a su hijo sin ninguna ayuda. De ahí el argumento de su obra navideña.
Louis Tomlinson estudiaba su último curso en el instituto, como yo, y ya había sido elegido para interpretar el papel de ángel. Estaba claro que ninguna otro alumno iba a optar al papel aquel año, lo que, por supuesto, atrajo aún más la atención respecto a la función. Iba a ser una noche memorable, quizá la más destacada de todas, por lo menos según la señorita Karlette nuestra profesora de teatro.
En el primer día de clase, fui de los últimos en llegar. Entré justo unos segundos antes de que sonara el timbre, y tomé asiento en la última fila. La señorita Karlette nos daba la espalda; estaba ocupada escribiendo su nombre en la pizarra en grandes letras, con una especie de cursiva. ¡Como si no supiéramos quién era! Todos lo sabíamos; era imposible no saberlo.
La señorita Karlette sacó a colación la obra navideña y anunció que aquel año Louis Tomlinson iba a ser el ángel. La profesora aplaudió sola durante un rato, hasta que todos nos unimos en coro, porque era obvio que eso era lo que quería que hiciéramos.; no era algo de no esperarse porque todos sabíamos que ese papel iba a ser de el sin importar que.
-¡Ponte de pie, Louis! -le ordenó.
El chico obedeció y se dio la vuelta hacia nosotros. La señorita Garber se puso a aplaudir más efusivamente, como si estuviera delante de una gran actriz de teatro. La verdad es que Louis Tomlinson era un buen chico. Holmes Chapel era una localidad tan pequeña que solo había una escuela, así que habíamos estudiado juntos desde que éramos pequeños, y mentiría si dijera que nunca había hablado con el. Una vez, en segundo de primaria, se sentó a mi lado durante todo el año, así que conversamos varias veces, pero eso no significaba que pasara mucho rato con el en mis horas libres. Louis nunca había formado parte de mi agenda social.
No es que no fuera atractivo, no me mal interpretes. No era un espantajo ni nada parecido. Por suerte, había salido a su madre, quien, según las fotos que había visto, no estaba nada mal, sobre todo si se tenía en cuenta con quién se había casado. Pero Louis no era exactamente mi tipo. A pesar de ser delgado, con el pelo castaño y ojos azul claro, casi siempre ofrecía un aspecto... insulso, y que conste que lo digo por las pocas veces que me había fijado en el.
A Louis no le importaba demasiado la apariencia, porque siempre buscaba la «belleza interior», y supongo que por eso ofrecía aquel aspecto. Desde que lo conocía -y ya he dicho que habíamos estudiado juntos desde pequeños- siempre lo había visto con el pelo recogido de lado, sin una pizca del sentido de la moda. Si a eso le añadíamos el típico cárdigan marrón y el pantalón de cuadros que solía llevar, Louis siempre parecía estar a punto para una entrevista de trabajo de biblioteca.
Mis amigos y yo pensábamos que solo era una fase pasajera, y que tarde o temprano cambiaría, pero nunca lo hizo. Durante nuestros primeros tres años en el instituto, no había cambiado en absoluto. Lo único diferente era la talla de ropa. Nunca lo vimos con novias en toda su vida o con algún amigo de seguro su padre le daría un patatús.
Louis nunca se separaba de su Biblia en ningún segundo. Yo me interesaba por la Biblia hasta cierto punto, como cualquier chico de mi edad, pero Louis parecía disfrutar con su lectura de un modo que me resultaba completamente incomprensible. No solo iba de vacaciones a un campamento dedicado a los estudios bíblicos todos los meses de agosto, sino que además leía la Biblia durante la hora del almuerzo en la escuela. Para mí eso no era normal, por más que fuera el hijo del reverendo.
Pero Louis no se detenía ahí. Debido a sus constantes lecturas de la Biblia, o quizá por la influencia de Scott, creía que era importante ayudar al prójimo, y eso era exactamente lo que hacía: ayudar al prójimo. Siempre se encargaba de ayudar a sus vecinos hacer algún labor y ayudar a cualquier animal que estaría en problema.
A pesar de todas esas peculiaridades, lo que más me sacaba de las casillas de él era que siempre se mostrara tan abominablemente sonriente y feliz, sin importar lo que pasaba a su alrededor. Lo juro, ese chico nunca hablaba mal de nada ni de nadie, ni tan solo de los que no nos comportábamos cortésmente con él. Se ponía a tararear una canción mientras bajaba por la calle, y saludaba a los desconocidos que pasaban por delante de el en coche. A veces, algunas mujeres salían corriendo de sus casas al verlo pasar para ofrecerle pan de calabaza si se habían pasado el día horneando, o limonada si era un día caluroso. Parecía como si todos los adultos del pueblo lo adoraran.
- ¡Qué muchacho más dulce! -decían todos cuando el nombre de Louis salía a relucir-. El mundo sería mucho mejor si hubiera más personas como él.
Pero mis amigos y yo no lo veíamos igual. Estaba pensando precisamente en todo eso mientras Louis se ponía de pie delante de nosotros en la primera clase de teatro, y he de admitir que no sentía muchas ganas de tenerlo delante. Pero aunque pareciera extraño, cuando el se giró hacia nosotros, me sobre salte, como si estuviera sentado en una cuerda floja o algo así.
Llevaba unos pantalones gris ancho con una camisa blanca con un gorrito de lana que había visto millones de veces. Seguía igual, sin una pizcade sentido de la moda, pero lucía un atractivo bronceado, probablemente de su estancia en el campamento de verano de estudios bíblicos, y por primera vez estaba... bueno, casi guapo. Por supuesto, aparté ese pensamiento de mi cabeza de un plumazo. El echó un vistazo a sus compañeros. Al verme me sonrió, obviamente encantado de que estuviera en la clase de teatro. Solo más tarde comprendí el motivo.
ESTÁS LEYENDO
Deep remembrance || Larry Stylinson
FanficLouis era la última persona de la que se enamoraría Harry. Demasiado serio y conservador para su gusto. Hijo de un pastor de la iglesia católica, Louis no tenía miedo de manifestar que la fe era lo más importante en su vida, aunque ello le costara l...