Capítulo 1: 7 minutos en el infierno.

72 5 8
                                    

Mentiría si dijera que no estaba contando los días para mi décimo sexto cumpleaños, estaba tan entusiasmada por la gran fiesta que habíamos planeado que ni siquiera tuve tiempo de pensar en nada más, según mi madre y la señora Woodgate sería la fiesta del año, profundamente creía que era cierto y es que no habíamos escatimado en gastos pero siendo sinceros ¿Cuándo lo hacíamos?, en esta ocasión la amable familia de mi mejor amigo insistió hasta que papá dejo que pagaran la mitad del evento, en ocasiones los Woodgate eran más que amables conmigo, cosa que agradecía, el cariño que me brindaban no lo recibía ni en mi casa, las tres hermanas y el único varón me tenían el mismo aprecio que yo a ellos, los quería como a una familia, mi verdadera familia.

Aquella mañana mamá insistió en llevar a Melissa conmigo a la fiesta y a la organización posterior, ya sabía porqué, mi madre llevaba más de diez años intentando que entre Darren y Melissa surgiera un amorío que asegurara la buena relación de ambas familias, sus esfuerzos parecían no dar frutos muy abundantes; cuando Darren y Melissa estaban cerca no hablaban mucho ni mencionar cuando Darren estaba junto a mi y mi hermana a nuestro lado, él la ignoraba y yo no me percataba hasta que mi madre me llamaba la atención, pedía que dejara a Darren y Melissa coquetear o hablar, no había duda que lo hacían, mi amigo era muy coqueto, coqueteaba con cada mujer que veía, era naturalmente así, siempre lo había sido, era parte de él, y a pesar de ello nunca se molestó en coquetearme y aquello era bueno, si lo hacia probablemente pronto su miembro estaría en peligro; en cambio mi hermana era muy hermosa y reservada, la veía mas hermosa que yo, sus facciones y curvas son espectaculares, o al menos a esa conclusión llegue camino a la mansión mientras la miraba.

Cuando llegamos a la mansión Woodgate dejé que Melissa entrara primero mientras yo bajaba todo lo que faltaba para adornar la fiesta, cosas que yo había encontrado o hecho, los trabajadores me ayudaron y agradecí, en el momento que entré mis tres mejores amigas corrieron a abrazarme, abrazo que correspondí, Kya, Evangeline y Mía eran las hermanas de Darren. Kya era muy parecida a él, su cabello largo y castaño adornaba sus marcados pómulos y mentón afilado, sus ojos azules hacían brillante su mirada, era delgada, demasiado, a lo lejos podías notar algunos huesos, desde niña la recuerdo así, sus labios eran un poco gruesos y sus dientes perfectos, cuando sonreía me recordaba a su hermano. Evangeline, ella era más parecida a su madre, un poco más bajita, casi tanto como yo, igual que su familia tenía el cabello castaño, el de ella era natural y bastante oscuro, su rostro tenía una forma un poco redonda y sus ojos eran avellana, bastante lindos, sus mejillas eran mi parte favorita, se sonrojaba por todo provocándome varias risas escandalosas al hablar de hombres. Por ultimo Mía, era por mucho la más reservada, sus ojos lo reflejaban, su escudo personal para alejar patanes e interesados igual a los que encontró en su adolescencia, su cabello era ondulado, sus ojos grandes y cafés oscuros, demasiado como para confundirlos con negros, no se parecía mucho a su familia pero igual era hermosa.

Cuando al fin me soltaron fuimos a la habitación que ya estaba asignada como mía, saqué la ropa que iba a ponerme y sonreí, las chicas empezaron a arreglarse mientras yo bajaba a ayudar terminando algunos detalles, adoraba ayudar a los empleados, eran por mucho las personas más agradables en casa.

Las servilletas de tela color guinda adornaban las mesas, mi temática tenía colores muy elegantes a elección de mamá, suspiré y coloqué la última servilleta en forma de cisne, era horrible, demasiado para mi, bufé y me giré, vi a lo lejos a Darren y a mi hermana hablando, me senté en una mesa en el jardín, la más cercana a los rosales que ya habían florecido de una manera hermosa, adornaban el lugar de rojo; jugué con unos pétalos evitando mirar a las dos personas que parecían coquetear, sin embargo fue imposible cuando escuché la carcajada de mi amigo y como negaba haciendo a mi hermana reír, fruncí el ceño y me levanté para mirar mejor, tal vez después de tantos años esto daba frutos al fin, no entendía por que aquello no me gustaba del todo, pero no tomé importancia y me levanté, cambié la forma de las servilletas colocándolas de una manera más simple, suspiré aliviada cuando todo se vio mejor. Me recargué en la mesa echando mis caderas para atrás, miré mi obra maestra y reí imaginando la cara de mamá, mi mirada se perdió poco después y dejé de pensar cerrando los ojos sintiendo la brisa, todo era tranquilo hasta que unos brazos fuertes me rodearon de la cintura provocando un sonrojo de sorpresa.

Trying not to love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora