Kagehina: Saved.

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Un óscuro y profundo bosque.

Donde Kageyama se encontraba sin ayuda, sin nadie a su alrededor, solo.

Solo, como siempre lo había estado.

Sin apoyo, sin ayuda, sin consuelo, sin gente a su lado.

Kageyama se consideraba a si mismo como "la soledad", al punto de que estos pensamientos se volvieran un pequeño problema en la cabeza de Tobio.

Aunque para él ese "pequeño" problema era uno de sus más grandes traumas.

Y lo sigue siendo...

Estaba ahí, en medio de los troncos y plantas de los árboles que debido a su gran tamaño no le dejaban ver el cielo.

Daba vueltas en círculos, corría y saltaba por donde sea, con el único fin de encontrar la salida a ese bosque, a esa oscuridad...

A esa soledad.

Diez... Quince... Veinte...

Por más que repitiera sus acciones no podía encontrar la salida.

Y antes de volver a correr en una dirección cualquiera, sus piernas comenzaron a fallar, a sentirse mas débiles, a empezar a temblar y en un intento desesperado por seguir caminando, Kageyama cayó de rodillas sobre el pasto en el que apenas se notaban al menos unos rayos del Sol que pasaban entre las hojas de los árboles.

Él bien lo sabía. La desesperación de salir de el problema y no poder arreglarlo lo dejaba sin fuerza, y Kageyama realmente odiaba ser así de débil.

Su cuerpo empezó a temblar de una manera más fuerte, logrando que Kageyama casi cambiara de estar en rodillas sobre el pasto a estar acostado sobre este.

Pero lo único que hizo por reflejo fué abrazarse a si mismo.

Con sus propios brazos hizo la fuerza suficiente como para no caer de espaldas, pero aún así no podía controlar el temblor exagerado de su cuerpo.

Estaba perdido, solo, desorientado. Tenía miedo, angustia y se sentía débil.

Era como si todos sus temores se hubieran puesto de acuerdo para hacerlo sentir de la peor manera posible.

Una... Dos... Tres...

La humedad se empezó asentir sobre su rostro, las lágrimas que estaban guardadas empezaron a salir por sus ojos color azul oscuro.

Kageyama se dió por vencido, el ya no podía contenerse más.

Entre el llanto empezaron pequeños sollozos, que después se convirtieron en gritos de desesperación.

Por más que gritaba, su corazón no lograba desahogarse por completo.

Su voz se estaba apagando, los gritos ya no se escuchaban, solo se podía ver a un Kageyama abrazado por si mismo, con miles de lágrimas recorriendo su rostro...

Tranquilo, yo estoy aquí...

Una voz un poco aguda se escuchaba a la lejanía, pero Kageyama no hizo el mas mínimo caso de ella.

Él seguía llorando, solo que ahora sus manos se encontraban cubriendo su cara mojada por las lágrimas.

Se escucharon pisadas sobre el pasto, lentas y suaves.

Kageyama, mírame...

Volvió a decir aquella voz aguda que gobernaba entre aquel bosque.

[■ Haikyuu Oneshots ■]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora