Capítulo 7

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Quedé sentada en la cama, sin darme cuenta estaba recostada en ella con los pies afuera mirando el techo, solo contemplaba el techo color celeste, no había ventaba, no había nada, solo podía oír gemidos, eso si los había notado, varios, demasiados para mi cabeza, tenía miedo pero los oía. Sabía que no era de tardar que un hombre entre de esa puerta y traté de abusar de mi, a decir verdad prefería mil veces ser golpeada pero uno nunca sabe cuán duro puede ser.

Gemidos.

Llantos.

Un par de gritos.

Respiraba profundamente para dejar de pensar en las mujeres que ahora sufrían pero no podía, estaba en un cuarto sola y las oía, las oía y mi corazón se partía. Y dolía. Dolía ver que estas cosas sucedían que yo las vivía, que las personas que me rodean ahora lo están viviendo. Respiré un poco más, pero por más que tomara con profundidad aire no podía y suspiraba de la depresión.

"Clic"

Me levante de un salto y miré hacía la puerta que se habría, mis piernas temblaron de puro impulso. Mi garganta estaba seca y no me dejaba decir nada.
Allí Héctor entra con un plato de comida, algo demasiado pobre, lo dejó en el suelo y se retiro.
Me quedé allí contra la pared un par de segundos mirando la puerta con temor a que se abriera nuevamente pero dos minutos pasaron y nada sucedió. Corrí hasta la puerta y tomé el plato volviendo al rincón allí parada mirando la puerta, un poco de arroz con caldo saborizado a pollo quizá. No recuerdo cuando fue la última vez que comí, creo que ¿Hace dos días? Tengo recuerdos vagos de una barra de cereales que nos habían arrojado una vez pero es que mi memoria fallaba como nunca antes lo había hecho. Deguste el plato, con cinco cucharadas ya estaba vacío. Deje el plato en el suelo y me quede seria viendo la puerta. Otra vez solo silencio. Ya no sabía lo mejor para mí en estas circunstancias. El tiempo pasó y nadie venía me senté otra vez en la cama pero caí presa del sueño y el cansancio emocional.

De pronto sin darme cuenta estaba Héctor sacudiéndome.

-¡Despierta! ¡Vamos que no tengo tiempo! –Me gritaba y empujaba, yo apenas y abría los ojos mientras entre medio de caídas por mis piernas que no ayudaban era literalmente arrastrada por Héctor.

-Ah... ¿D-dónde vamos? –Dije semi soñolienta tratado se reaccionar a mi pasos y ver a mi alrededor, era todo oscuro así que fue fácil abrir y percibir que estaba saliendo y entrado a un auto– Pero...

-¡Entra carajo! –Me tiró con fuerza al auto no pude ver nada y otra vez un paño tocó mi rostro haciendo que pierda conciencia. Ahora no tenía el privilegio de ni estar consciente frente a ellos.

Desperté.

Apenas abrí ligeramente los ojos no logré hacer que mi cuerpo reaccione al latir de mi corazón, mi panza gruñó sin esperar, me senté, cuando me di cuenta estaba en una cama. Mis manos jugaron por todo mi cuerpo, busque una marca algo, luego toque entre medio de mis piernas, mis muslos, mi parte femenina para ver si me dolía o algo parecido. Me dio algo de alivio saber que no sentía nada anormal en mi cuerpo. Si me hicieron algo sé que no lo sentí o por lo menos mi cuerpo no me daba notificación de ello.

Me paré pero mis piernas me fallaron así que caí otra vez sentada en la cama, mi cabeza dolió de pronto por haberme parada abruptamente por ese segundo. Mi panza otra vez sonó, me mordí el labio con fuerza para no hacer caso a mi estómago. Miré para la puerta que estaba cerrada, moví mis pies y los ponía firmes, con decisión me paré con más cuidado, llegué y tomé de la perilla y empuje. No abrió. ¿Qué pensaba? Obviamente no lo dejarían abierto, pero valía la pena intentarlo, cuando me fijé llevaba los jeans y la remera de la última vez.

Tu cenicienta (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora