Un juego de dos.

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Narrado por Merida.

Miré a aquel chico, había muchas cosas que no había podido notar en aquella oscuridad, anoche.

Me había equivocado, él no parecía para nada un "niño mimado". Entonces no era un campesino cualquiera, sino que era parte de uno de los clanes más misteriosos del lugar, tal vez por esa razón no había llegado a reconocerlo pero eso no me respondía nada. ¿Qué hacía él en medio de la noche?

Nuestros padres comenzaron a entablar una íntima conversación a la que ninguno de los dos prestaba atención. Hiccup me miraba fijamente y yo estaba segura de que no podría quitarle en toda la velada los ojos de encima, tenía ese tipo de mirada que demandaba atención y yo gustosa se la daba. No era mucha la distancia que nos separaba y aun así él me miraba desde el costado de su padre, que parecía tener la fuerza suficiente como para vencer a más de la mitad  de los hombres en aquella gran habitación, con aquella sonrisa burlona que ya había memorizado a la perfección a pesar del poco tiempo que llevábamos de vernos.

Entonces mi mente me llevó a la otra noche, yo...contra su pecho y él susurrando aquellas palabras a mi oído... Aquella sensación desconocida...la presión en mi pecho, todo parecía indicar una cosa pero...aun no sabía de que se trataba...No, seguramente no era nada. Pero...solo había una forma de estar totalmente segura.

Di un paso al frente y mi madre me miró inmediatamente como si creyera que yo fuera a escapar de un momento a otro.

-Tal vez podría mostrarle a Hiccup el palacio-dije mirando los inquisitivos ojos de mi madre que parecía querer ver a través de mí únicamente para saber lo que estaba planeando.

Ella de pronto me miró sorprendida.

-Si...si, claro-dijo ella y un brillo pareció florecer en sus ojos, un brillo que yo nunca había visto antes ¿Qué sería aquello? Entonces miró a Hiccup como si esperara su confirmación-Si no es alguna molestia para ti.

Hiccup miró con suavidad a mi madre, una mirada muy diferente a las que a mí me dirigía pero no podía culparlo, todos miraban de esa manera a mi madre. A veces para mí era muy difícil estar a su altura. Siempre me recriminaban por no parecerme a ella, haber ganado su personalidad suave y encantadora, pero la verdad es que luego de mucho tiempo me di cuenta de que realmente no quería ser como ella, por más que me arrepintiera por no parecérmele, lo que en realidad no quería era convertirme en alguien así...alguien que fuera lo que todos esperaban de ella. Yo sería diferente.

-Es lo único que he estado esperando-dijo Hiccup mirándome-¿Princesa?-dijo señalando hacia su derecha como si esperara que lo guiara.

Alcé una ceja.

-Merida-dije frunciendo el ceño un poco para que mi madre no se diera cuenta-Mi nombre es Merida.

Entonces comencé a subir los escalones.

-Sígueme-dije y antes de volverme por completo me aseguré de que mis padres  volvieran a su antigua conversación-Supongo que podrás seguirme el paso, niño mimado.

Él comenzó a reír seguro ya sabiendo que nuestros padres no llegarían a oír aquello.

-Y me lo dices tú, princesita-dijo Hiccup.

Subí los escalones con rapidez pero tratándome de ver calmada al hacerlo porque sabía que alguien sospecharía si no lo hacía así. Hiccup me siguió el paso  y en cuanto estuvimos lo bastante ocultos por el pasillo me giré con rapidez, saqué la daga que llevaba escondida entre mis ropas y coloqué mi mano en el pecho de aquel chico para poder acorralarlo contra la pared. Mi daga acarició la piel de su garganta de la misma forma en que la espada de él había acariciado la mía la otra noche, me sentí victoriosa en el momento en que vi un destello de sorpresa en su rostro.

-Asi que cuando pierdes tus flechas y tu arco...consigues dagas-dijo él tomando su postura inicial- eso es nuevo en una princesa.

Alcé una ceja.

-Te dije que era una niña mimada-dije encogiéndome de hombros-eso no es una sorpresa pero mírate, tú si que me haz sorprendido, eres tan patético como lo chicos de ahí abajo.

Él rió con fuerza.

-Lo dice la chica que miente fatal-dijo él y entonces sus ojos me miraron fijamente.

-Tuve que hacerlo-dije frunciendo el ceño-si tu bocaza se hubiera quedado cerrada no hubiera sido necesario.

-Así que ayer no te has salido a escondidas de tu casa-dijo él pero más bien aquello parecía una pregunta.

-¿Tú que hacías ayer en el claro?-dije entrecerrando mis ojos-¿Estabas espiándome?

Él puso los ojos en blanco.

-¿Cómo pude haberlo hecho si no te conocía?-dijo.

-Eso no contesta mi pregunta-dije frunciendo el ceño.

-No-dijo él- No te estaba espiando. Llegamos ayer por la noche y hace tiempo que no he podido dormir así que he decidido salir  a pasear.

Lo miré directamente a sus ojos. Me acerqué un poco más como para saber si aquello era cierto o para ver si había algún movimiento que lo delatara, nada.

Pero no me podía dejar engañar tan fácilmente.

-No te creo-dije-¿Cómo sé que no me estas mintiendo?

-¿Por qué te mentiría?-dijo él alzando una ceja desafiante.

-Para quedar bien-dije simplemente- Estoy acostumbrada a las mentiras.

-¿Por qué estabas ahí anoche?-dijo él.

-No tengo por qué contestarte eso-dije.

-Lo harás si quieres que te dé tu arco y tus flechas-dijo él sonriendo.

Entonces lo recordé...más bien apenas me di cuenta de lo que había perdido...ayer había salido tan rápidamente que lo había olvidado, mi arco y mis flechas, simplemente los había olvidado. Había estado pensado todo el día en aquel chico y ahora que lo tenía frente a mi...

Miré, miré sus ojos fijamente. Aquella sensación rara reapareció. Unos rápidos latidos y aquella presión en mi pecho de la cual no me podía librar estando cerca de Hiccup.

-¿Nos conocemos?-preguntó él y por un momento pude sentir contra la palma de mi mano sus rápidos latidos, cerré mis ojos y disfruté aquella pequeña y casi imperceptible caricia.

Suspiré y abrí mis ojos.

-No lo sé-dije sin si quiera haberlo planeado-¿Sientes eso?

Él me miró con los ojos muy abiertos.

-¿Qué?-preguntó.

-Tu corazón-dije acercándome un poco más a él y bajando mi daga poco a poco-esta latiendo...muy rápido. Eso...eso es lo que me pasa a mí. ¿Qué es eso?

Él me miró y sonrió un poco pero aquella sonrisa no llegó hasta sus ojos.

-No lo sé-dijo él- No sé por qué me pasa esto cuando estoy contigo.

Me acerqué un poco más, lo suficiente para sentir su aliento contra mi piel, mi respiración se volvió entrecortada. ¿Qué era eso? ¿Acaso yo estaba también cayendo...?

No.

No.

No.

I just need an answerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora