Había tocado la campana para cuando Sasuke se percató de todo lo que había sucedido, ni siquiera tuvo tiempo para detener a Sai, cuando terminó de pestañear, el otro ya no se encontraba en el baño con el perro.
Entonces hizo lo único que le podía quedar, correr detrás del rubio por ayuda y rogar que no lo matara en el proceso. Este se encontraba hablando con su hermano sobre diversas cosas acerca del japonés, y al parecer se encontraban en una interesante conversación sobre una amistad.
-Dobe –murmuró-, tengo que hablar contigo. En privado.
Itachi se había hecho a un lado, permitiéndoles un espacio de tranquilidad. Lo jaló y lo llevó a rastras hasta el baño donde había estado momentos antes, cerrando la puerta con el pestillo.
-¿Qué te sucede Teme? –objetó, furibundo.
No había visto sudar de esa manera al pelinegro jamás, era como si estuviera en una encrucijada. Movía sus manos, pero al mismo tiempo las mantenía quietas para que él pudiera verlas. Naruto no entendía que era lo que quería decirle, y Sasuke no parecía querer hablarle.
-Si estás haciendo esto solo para robarme el tiempo –objetó, dando media vuelta-, lo mejor será que me vaya. Llámame cuando ordenes tus ideas.
-Está en peligro.
Giró, sin saber a qué se refería hasta que se posó en sus ojos, aquellas ventanas donde se podía encontrar descrito toda la situación. No lloraba, pero si expresaba. Su nerviosismo lo delataba, pero no tanto como aquellas ganas incandescentes de saltarle encima y lograr que volviera al pasado para impedir que nazca. Solo había una palabra que podía describir todo aquello.
Sai, susurró su mente, y una furia incorregible se apoderó de él.
Intentó no fijarse en la desesperación del azabache, pero al escuchar aquellas palabras de su boca no supo que más hacer aparte de golpearlo. No, golpearlo no sería suficiente, quería enterrarlo por el resto de su vida.
-Dime exactamente qué mierda hablaste con él –bramó en un susurró, mientras lo sostenía de su cuello. Sasuke sentía como su aire se le escapaba con cada segundo, pero por más que intentaba explicarse, Naruto lo tenía acorralado.
-Él vino con un trato –soltó entre bocanadas-, quería que lo ayudara a traicionarte, y se llevó al perro en el proceso.
Lo cargó y lo soltó al lado de los lavaderos, sin importarle que se dañara. Sai estaba ahí, él estaba cerca y sabía dónde estudiaba. Todos estaban en peligro, él estaba en peligro.
-Maldito desgraciado –rugió a los vientos, intentando concentrarse.
Mátalo, se lo merece.
El azabache seguía postrado en el suelo, sujeto a la pared para no derrumbarse. Naruto lo estaba atacando, pero no directamente a él, sino a sus acciones. Quería no fijarse en lo que hacía, y desvió su vista a la cornisa donde había desaparecido el pelinegro.
-Dejó algo –susurró, ante el furor ajeno-, en la cornisa, creo.
Era tan solo un pedazo de papel sostenido por el corredor de la ventana, pero estaba seguro que aquella cosa no se encontraba mientras el azabache no estaba. Naruto se fijó en el papel, y lo bajó de un manotazo.
Si quieres verlo otra vez, lo mejor será que vengan ustedes dos al estacionamiento donde nos encontramos por última vez a la hora del té, Naruto-kun.
Atte. Sai.
-Te arrepentirás de tus acciones maldito Uchiha –arrugó la hoja, mientras se fijaba en el atardecer. La hora del té, como él lo conocía, era una palabra en clave, que significaba "Cuando el último rayo de sol desaparezca". No le debían quedar más que algunas horas, y no tenían nada planeado-. Si algo le pasa a ese perro, me conocerás como nunca antes.
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Caminó alrededor de las cintas amarrillas de prohibido el paso y se sentó a esperar, manteniendo la mochila cerca suyo. El perro seguía ahí, dormido, como si tan solo disfrutara de un viaje.
Volvió a mirar dentro de la mochila, pero esta vez para sacar un cuaderno antiguo, maltratado, lleno de bocetos de personas. Su tesoro personal, su muy cuidadoso cuaderno de historias acerca de su vida. No había cosa que lo describiera mejor aparte de aquel diario íntimo. Cada hoja, rayada de una manera particular, contaba un hecho de su vida, diferentes idiomas, diferentes estilos, cada cosa que presenciaba era marcaba con un estilo propio. Entre ellas también estaban ocultas algunas imágenes del rubio en diversas facetas, todas dibujadas con una precisión propia de un artista. Pero pasó aquellas imágenes de largo hasta llegar a cierta página en particular.
Y ahí, muy cerca al centro de la libreta, había un dibujo nuevo, hecho a carboncillo y tinta china muy bien cuidado. Se mantuvo pensativo mientras coloreaba con sus tonos rojizos el cabello de la imagen, cuidado el detalle al máximo. Ni siquiera sabía por qué lo había puesto ahí a él, pero se encontraba, decorando cada fina expresión.
-Grr –escuchó rumiar al perro en sus sueños, mientras se giraba.
-Cállate –le gritó, mientras seguía concentrándose en la imagen.
El atardecer se acercaba a pasos prolongados, la policía se había retirado, él estaba solo en aquel estacionamiento. Sacó su celular mientras marcaba un número sin remitente, aunque él supiera a quien se refería. Lo estuvo paseando por sus dedos, balanceando el dibujo y la máquina hasta que se cansó de cargar el cuaderno e hizo un espacio junto con el perro y guardarlo, manteniendo su concentración en el aparato.
-Para que el juego inicie debo tener a todas mis piezas puestas –sonsacó, marcando las teclas velozmente.
Tenía una misión por delante, tenía que descubrir porque su amigo lo había traicionado de aquella manera, a él, la única persona de la cual pudo confiar. Una cólera lo llenó, la rabia de la traición se apoderó de su persona, y sin interesarle, lanzó la mochila al suelo con fuerza.
-Grr –rugió otra vez el perro, solo que esta vez de dolor.
-Ya dentro de poco podrás verlos –contestó ante el sonido de incomodidad ajena-, y juntos podrán ir al otro lado.
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-¿Sai, eres tú? –Murmuró el pelirrojo, mientras intentaba guiarse por el pequeño pasadillo del centro comercial donde había estado días antes- ¿Estás aquí?
Hace poco le había llegado un mensaje de texto por parte del pelinegro para reunirse aquella tarde, alegando que necesitaba su ayuda. No se había podido resistir, quería unir a Naruto con su antiguo amigo, y pensó que aquella era la oportunidad perfecta para hacerlo.
No le importó engañar a su hermana con respecto a donde iba, ya que confiaba plenamente en Sai y en su misión. Había tomado el transporte público más rápido que encontró y en menos de lo que había esperado, se encontraba a puertas del centro comercial. Lo que le pareció raro fue verlo cerrado, con todas las luces apagadas y aquel letrero que indicaba su cierre temporal.
-Gaara san, por aquí –escuchó llamar.
Siguiendo la voz, continuó su camino por los escombros de la escuela que tenía en el depósito, guiándose solo por la tonada del otro. No podía ver nada, estaba tan oscuro aquella noche sin luna que con las justas notaba algo aparte de sus narices. Fue como jugar al gato y al ratón, intentaba alcanzarlo, pero por más que lo intentaba, no lo sentía.
-Ya te falta poco –escuchó murmurar al viento, y giró detrás de sus pasos.
La escena que vio, no le gustó.
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Y hemos llegado a un punto sin retorno. ¿Qué sucederá? ¿Qué es lo que hará Sai? ¿Naruto llegará a tiempo? ¿Por qué le pregunto las cosas a una computadora que no me puede responder?
Bueno chicos, desde hace tiempo que quiero recolectar información acerca de la obra, por lo que creé un pequeño cuestionario. Desearía que se pasaran por ahí y me dejaran sus respuestas para futuras indicaciones. http://goo.gl/forms/EyEEleZvvINXVEi22 (También lo dejaré en los comentarios)
Tengo clases de alemán, no me puedo demorar más. Si lo logro, publico en la noche, de lo contrario hasta mañana. Bye.
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Buscado por amar
Fanfiction(Cancelado. Rehaciendo en nueva cuenta) (Cancelado. Rehaciendo en nueva cuenta) (Cancelado. Rehaciendo en nueva cuenta) Siempre fue tratado como un ser sin corazón. Desde su más reciente vasallo hasta sus altos mandos, todos creían que tarde o tempr...