Era increíble su manera de besar, me hacía ir al paraíso en un abrir y cerrar de ojos y su mirada manifestaba un gran amor hacia mi con lo cual mi alegría crecía inmensamente. Fue un glorioso 22 de junio que me le declaré, sus ojos mostraron un brillo hermoso indescriptible como una estrella que titila solitaria en el inmenso cielo nocturno. Se quedo sin palabras, yo ansioso esperaba la respuesta que me lleno de jubilo mi corazón. Tenerla cerca era paz para mi alma y su voz me recorría por todo mi cuerpo con un exquisito escalofrío que me gustaba sentirlo.
Ella es de estatura pequeña, cabello negro corto que desprendía un aroma de rosas y miel, ojos cafés oscuros y achinados que era un privilegio mirar, de piel trigueña tan suave tan cálida que daba ganas de dormir en su regazo y no despertar nunca.
Su cuerpo era magnífico, la silueta que resaltaba era única como toda ella.
Ella es la definición de la perfección, y su nombre no se comparaba con ningún otro.
Nahomy es su nombre, escucharlo me causaba alegría infinita que yo la transmitía con una sonrisa atontada de un niño risueño que se perdía en un mundo de fantasía. Cada paso que daba yendo hacia su casa me llenaba de fuerza, pero al verla en el marco de su puerta, esperándome, me debilitaba de gran manera al ver su sonrisa reluciente y con el cálido beso que me recibía. Nuestros labios encajaban perfectamente, como dos piezas de rompecabezas, como si eramos desde toda la vida hechos el uno para el otro.Cada célula de mi ser se estremecía con sus besos y ansiaba que nunca se terminaran. Yo bordeaba su pequeña cintura con mis manos, atrayendola a mi para sentir su cálido cuerpo. El tiempo junto a ella se hacía pequeño, las horas se volvían minutos, pero todo merecía la pena con tal de estar juntos. Era típico que yo la fuera a visitar en vacaciones, la hora fijada de visita siempre la discutíamos un día antes, pero yo siempre lo variaba con tal de sorprenderla. Al abrir la puerta me encontraba con una hermosa princesa adormecida y con ojos semiabiertos por la luz que ingresaba simultáneamente conmigo. Su cabellera despeinada pero que le daba ese toque que me hacia sonreír y envolverla en un mar de besos y caricias mientras íbamos hasta su habitación a que ella se vuelva a acostar y se vuelva a dormir plácidamente, mientras yo contemplaba su tierna figura y agradecía a Dios por haberme bendecido de tal manera.
Habíamos cumplido un mes de estar juntos, pero estaba lejos de ella, me encontraba por Miami y aún asi en nuestros corazones nos encontrabamos juntos queriendonos infinitamente. Las noches me ponía a recordar como la conocí: yo prestandole mi chompa de 6to curso, porque sus amigos le habían empapado toda y a la salida del colegio se olvido de darmela. Estoy agradecido hasta el sol de hoy de que no me la haya devuelto porque por esa razón lo nuestro tuvo lugar en el diario del destino.
Cada oportunidad que tenía le mandaba un mensaje por chat y nos quedábamos hasta altas horas de la noche hablando. Esa mujer era única, me quitaba el sueño con sus palabras y la primera foto que me envió fue desgarradoramente lindo porque su sonrisa me dejó abatido.
También recordaba el momento en que la conocí a fondo en la fiesta de 15 años de una amiga en común, la cual se celebró en un hotel. Nos habíamos escapado del baile para hablar pero sin darnos cuenta estabamos recorriendo todo el hotel agarrados de la mano. No quería soltarla porque me sentía como un niño y junto a ella estaba seguro. Las ganas de besarla en ese instante no faltaban, pero la timidez y los nervios no me hacían pensar claramente por lo que el resto de la noche nos pasamos hablando de nosotros en el lobby, para darnos cuenta que teniamos muchas cosas en común. En estos momentos recuerdo también lo que le gustaba de golosina, unas galletas con chispas de chocolate "Lorena". Ese fue el punto crucial porque en el receso del colegio yo le llevaba esas galletas como sorpresa, debieron verla, estaba muy contenta y feliz, y yo también lo estaba porque ella me hacía feliz.
Empezamos a comerlas con gusto y saboreando, mientras seguíamos hablando. Todo el mundo alrededor nos miraban con ternura diciendo que nos vemos tan bien juntos, a lo que nosotros sólo respondemos con sonrisas acompañadas con unas mejillas sonrojadas.
De repente se escucha el timbre que anuncia el final del receso. Ambos nos levantamos de la grada y le pregunto si me deja acompañarle a su curso, a lo que me responde afirmativamente. Le hago caer en cuenta como el tiempo paso demasiado rápido y nos reímos. Es ahí que me percato que sus labios me suplicaban por un beso y yo valientemente voy por ese beso que tanto deseo. Mando mi brazo por detrás de su cabeza y la acerco tiernamente hacia mi. Me tengo que agachar un poco pero pronto nos encontramos dándonos nuestro primer beso, beso que generó infinitas sensaciones en mi ser, beso que marcó nuestras vidas para siempre.
Al separarnos de ese magnífico beso, veo que ella está sonrojada y sonríe, a lo que yo le correspondo con una risa tímida.
Todo esto sucedió muy rápido pero no nos importa, lo que nos importa es estar juntos y vernos el uno al otro.
Y a mi lo que más me importa es hacerla feliz y estar con ella hasta que la vida me lo permita.
Al terminar el día de colegio yo siempre iba corriendo a verla en la buseta que la llevaba a su casa. Día a día lo nuestro iba creciendo cada vez más y eso me embriagaba de amor.
Lo crucial de nuestra relación fue que ella vivía a un puente de distancia, podía verla todos los días, pero siempre respetando su espacio porque decía mi papá "la estas hostigando".