Somos esclavos de la expectativa y víctimas del prejuicio.
Podemos tirarnos media vida luchando para ser lo que esperan de nosotros.
Y nadie se ha puesto a pensar
en que a lo mejor no somos esa persona.
También podemos tirarnos la otra media vida, intentando desmentir la imagen que venden de nosotros.
Y nadie se ha puesto a pensar en que a lo mejor somos más de lo que parecemos.